La "mística" de ser bombero voluntario en el Perú

Miembros de la compañía de bomberos Roma 2 llevan los féretros de los bomberos voluntarios fallecidos en un incendio a la catedral en la Plaza Mayor de Lima.
Miembros de la compañía de bomberos Roma 2 llevan los féretros de los bomberos voluntarios fallecidos en un incendio a la catedral en la Plaza Mayor de Lima. / EFE
Efe
22 de octubre 2016 - 09:56

No reciben un salario ni cuentan con un seguro y, sin embargo, los bomberos voluntarios del Perú acuden de inmediato ante un llamado de emergencia, aún sabiendo que ponen en riesgo sus vidas, como sucedió esta semana en un gran incendio en el que murieron tres de sus integrantes en Lima.

¿Qué es lo que lleva a estos hombres y mujeres a arriesgarse de esta manera?, fue quizá una de las preguntas más presentes entre los peruanos desde que el martes murieron los tres voluntarios, y en las respuestas siempre resaltó la palabra "mística", entendida esta como "vocación de servicio" a los demás.

Algo de lo cual resumió el alcalde de Lima, Luis Castañeda, cuando el viernes despidió a los fallecidos diciendo que "ellos son un hermoso ejemplo para el país, un hermoso ejemplo para los seres humanos, independientemente de las fronteras".

El arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, también resaltó "el don de servicio" de los bomberos voluntarios y el ejemplo que han dejado a la sociedad peruana.

Y es que a diferencia de otros países donde los bomberos reciben un sueldo, en Perú corren por su cuenta y riesgo con su profesión, que es intensa y muy especializada, al punto de dejar horas de descanso o con sus familias para acudir al servicio.

Ese fue el caso de los tres voluntarios de la compañía Roma 2, la más antigua de Lima, que murieron durante el gran incendio que se desató el martes en una fábrica de zapatos ubicada en la cuadra 18 de la avenida Independencia del distrito de El Agustino, y afectó un almacén de medicinas del Ministerio de Salud (Minsa).

El Cuerpo General de Bomberos Voluntarios del Perú (CGBVP) movilizó decenas de unidades y cientos de uniformados al lugar del siniestro, que generó grandes lenguas de fuego y explosiones.

En medio de las llamas y de los gases tóxicos, el teniente Alonso Salas Chanduví y los subtenientes Raúl Lee Sánchez Torres y Eduardo Jiménez Soriano ingresaron para buscar a eventuales víctimas, pero tras una explosión y un derrumbe fueron dados por desaparecidos.

Sus cuerpos fueron encontrados durante la mañana siguiente y retirados después en medio de una cadena de honor formada por sus compañeros y el ulular de sirenas de los carros contra incendios.

Su muerte conmocionó al país, desde el ciudadano más humilde al presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien no dudó en resaltar que "la labor de un bombero es ejemplar" y ordenó que la bandera se colocara a media asta en el Palacio de Gobierno.

Se recordó, sin embargo, que aunque el anterior Gobierno de Ollanta Humala (2011-2016) compró un lote de vehículos contra incendios y otras unidades, aún muchos de los equipos de los voluntarios son antiguos o están deteriorados.

Además, el prestigio que tienen entre la ciudadanía, que en las encuestas siempre los coloca entre los profesionales más respetados, contrasta con la habitual indiferencia de los conductores que no ceden el paso a sus unidades y el vandalismo que sufre su central telefónica, que recibe innumerables llamadas falsas de alerta.

Tras el trágico incendio del martes, el comandante de la dirección de Prevención del CGBVP, César García, señaló que los bomberos no cuentan con un seguro médico permanente ni con una pensión de jubilación.

Solo en caso de muerte en servicio sus familiares pueden recibir una indemnización de unos 68.000 soles (unos 20.480 dólares).

A pesar de todas estas adversidades, es evidente que su persistencia en el servicio a la comunidad ha calado hondo en la sociedad peruana, tal como se manifestó en el dolor y pesar generalizado por la muerte de los tres voluntarios.

Durante su entierro, los restos del teniente Salas y los subtenientes Sánchez y Jiménez fueron acompañados por cientos de personas, condecorados y declarados "mártires" del CGBVP.

Un cuerpo de miles de hombres y mujeres fundado hace más de 150 años que ahora tiene tres nuevos héroes que, durante su velatorio, también fueron homenajeados por niños que fueron llevados por sus padres y luego confesaron que ellos también sueñan con ser bomberos voluntarios.

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