Panamá, prisionera del delito

Panamá, prisionera del delito – Bloque 1 / TVN Noticias

En Panamá hay más detenidos por habitante que en Colombia o Brasil, países con dramas sociales y delictivos mucho mayores que el nuestro. Eso es, para algunos especialistas, la fórmula perfecta para la crisis: hacinamiento y nula resocialización. Impunidad y violencia.

Juan Sánchez, un joven en riesgo, conoce ese problema en primera persona: “cuando era joven veía cómo se tiraban balas unos a otros. Cuando no me dijeron que no me querían en ningún colegio, entonces me quedé en mi guetto”.

Lurí Chester, otro joven en riesgo, cuenta que a los 11 años perdió a su madre y su papá estaba preso. Entonces quedó sin sostén, inmerso en la delincuencia.

Estuvo seis veces en prisión y está vivo de milagro: ha recibido decenas de disparos. Uno en la espalda, otro en la nuca, otro en la cabeza. Tiene mallas en la cara para sostenerle un ojo. No puede caminar y tiene sondas.

Entró de joven a prisión. Llegó a engrosar la lista del 54% de la población penitenciaria, que está en el rango de joven. 402 son menores de edad.

Muchos han enfrentado violencia en sus casas.

Para el siquiatra forense Alejandro Pérez, las víctimas más comunes son las adolescentes, que terminan saliendo del círculo temprano, con un hombre que las embarazan y las agreden. Y el círculo empieza de cero.

El sociólogo Alexander Alleyne insiste, por su lado, en que es fundamental dejar de criminalizar la pobreza. No todos los pobres se vuelven delincuentes. “La delincuencia es una construcción social”, agrega.

Anilena Mejía, especialista del Indicasat, sostiene que las bandas criminales suplantan otros núcleos fundamentales en la vida de los jóvenes: “el lo hiciste bien no lo encuentras en la familia ni en la escuela, sino en una pandilla”.

Pero el núcleo familar termina herido con la delincuencia. Itza Castillo perdió a su hijo de 17 años, tres días después de que ingresara a la cárcel de Colón. Le dispararon.

Luxely De León también lo padece. Tenía un hijo en la cárcel de La Joya. El 22 de octubre murió de tuberculosis: recibía un día sí y otro no sus medicamentos. Pero su cruz no termina: también tiene dos sobrinas y una hermana en la cárcel de mujeres. Cría a ocho de los hijos de ésta.

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