TVN Investiga: Santa Ana, el corazón del arrabal

TVN Investiga: Santa Ana, el corazón del arrabal / TVN Noticias

Casi en estado de destrucción, despoblado y olvidado, Santa Ana, el barrio histórico más importante de la ciudad, ve pasar sus días.

Su historia está intrínsecamente ligada a San Felipe, considerado durante un siglo como el intramuros de la capital. De Santa Ana, que nació en 1673, lo dividía un muro que empezó a caer a en 1856.

Adentro estaban los ricos y afuera los pobres. Adentro los conservadores y afuera los liberales. Adentro los aristócratas y afuera… el corazón del arrabal.

Tras la destrucción de Panamá La Vieja, en 1671, la población de la capital se mudó a la península de Ancón. En la parte más al norte, Santa Ana se convirtió en el hogar de esclavos y jornaleros pobres que sólo podían entrar a San Felipe durante las horas de luz.

El barrio continuó esa dinámica durante menos de un siglo, cuando San Felipe, asediado por tres grandes incendios y por el crecimiento poblacional, empezó a mirar hacia afuera. Hacia la avenida Central y Santa Ana.

Los santaneros fueron claves para la vida republicana y, antes, como contrapeso del poder aristócrata durante la era colombiana.

Buenaventura Correoso, santanero, se tomó el poder del Estado federal de Panamá y revolucionó los sistemas de educación y salud. Del barrio también salió Mateo Iturralde, un santanero que siendo congresista en Bogotá defendió los intereses del país frente a la reforma que pretendía la Compañía del Canal a su contrato. “Yo no vendo mi patria”, gritó.

Juan Mendoza, líder del arrabal, murió en la batalla de Caledonia, y su hermano Carlos Mendoza, también del barrio, llegó a ser presidente de la República.

En el siglo XX, Santa Ana fue clave en los movimientos artísticos de la ciudad. De ahí salieron los poetas Demetrio Korsi y Demetrio Herrera Sevillano, y el artista plástico Humberto Ibaldi. El también poeta Manuel Orestes Nieto es del barrio y el historiador Marco Gandásegui tiene raíces arrabaleras.

En 1911 se construyó la joya arquitectónica del barrio, el Instituto Nacional, y en 1984 se declaró patrimonio nacional la Plaza de Santa Ana, cuna de importantes manifestaciones políticas desde el siglo XVII. En 1925, con el Movimiento Inquilinario, que se oponía al aumento del alquiler de casas en la ciudad, la fuerza militar estadounidense sitió hasta la ahora Plaza 5 de Mayo, que hoy tiene al frente un palacio, el Museo del Hombre Panameño.

Para 1990, Santa Ana tenía 27,657 habitantes, cifra que cayó hasta los 18,210 en 2010. La violencia le azotó. Así ha llegado hasta estos días.

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