Edulcorantes artificiales pueden conducir a diabetes

Edulcorantes artificiales pueden conducir a diabetes
Edulcorantes artificiales pueden conducir a diabetes
Agencias Internacionales
20 de septiembre 2014 - 21:51

No termina el debate médico alrededor de los edulcorantes artificiales como la sacarina, aspartamo y sucralosa. Todo lo contrario, cada día surge nueva evidencia que aviva la polémica sobre los riesgos para la salud que conlleva su consumo.

Una interesante investigación publicada en la revista Nature, una de las publicaciones con mayor prestigio en la comunidad científica, señala que estas sustancias usadas por millones de personas en el mundo como sustitutos del azúcar, en realidad podrían acelerar el desarrollo de intolerancia a la glucosa, una condición previa a la diabetes.

De acuerdo con la publicación, esto ocurre porque los edulcorantes artificiales alteran la composición y función de la microbiota intestinal –la población de bacterias que residen en el intestino–, situación que puede desembocar en una alteración del metabolismo de una persona. Paradójicamente, estas sustancias han sido ampliamente promocionadas como una alternativa para endulzar alimentos en personas con algún riesgo de diabetes y obesidad.

Para demostrar estos riesgos, los científicos del Instituto Weizmann de Ciencias (Israel) Eran Elinav y Eran Segal, alimentaron inicialmente un grupo de ratones con agua que contenía alguno de los tres edulcorantes artificiales más utilizados (sacarina, aspartamo y sucralosa) y en las cantidades permitidas por la Agencia estadounidense de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés).

Los ratones que recibieron agua con estas sustancias presentaron una mayor proporción de intolerancia a la glucosa comparados con otros ratones que bebieron agua o incluso agua con azúcar. Un resultado que se repitió invariablemente al repetir el experimento con distintas dosis.

Después los investigadores trataron a los ratones con antibióticos para erradicar muchas de las bacterias intestinales. El resultado de esto fue una reversión completa de los efectos de los edulcorantes artificiales sobre el metabolismo de la glucosa. Una señal de que las bacterias que habitan en el tracto gastrointestinal juegan un importante papel en el control de estas sustancias.

El siguiente paso en el experimento consistió en tomar flora intestinal proveniente de los ratones que consumieron edulcolorantes y transferirla a ratones 'libres de gérmenes’, lo cual provocó una transmisión completa de la intolerancia a la glucosa . Los científicos también lograron demostrar mediante otras pruebas que el tipo de bacterias que vivían en esos ratones cambiaron con el consumo de edulcolorantes.

¿Ocurre lo mismo en humanos? Con esa pregunta en mente, Elinav y Segal analizaron datos recogidos de su Proyecto de Nutrición Personalizada, el mayor ensayo realizado en humanos hasta la fecha para conocer la conexión entre nutrición y microbiota. El análisis de esos datos condujo a concluir que existía una asociación significativa entre el consumo autoreportado de edulcorantes artificiales, la configuración personal de bacterias intestinales y la propensión a la intolerancia a la glucosa.

Para asegurarse que esta asociación si era real, los científicos pidieron a un grupo de voluntarios que consumieran durante una semana edulcolorantes. Luego se sometieran a pruebas de glucosa y de composición de su microbiota intestinal. Muchos voluntarios comenzaron a desarrollar intolerancia a la glucosa después de solo una semana de consumo de edulcorantes artificiales.

Al analizar cambios en su flora intestinal, los científicos notaron dos poblaciones diferentes de bacterias del intestino humano, una que inducía intolerancia a la glucosa al ser expuesta a edulcorantes y la otra que no tenía ningún efecto al respecto.

La hipótesis de Elinav es que ciertas bacterias reaccionan a los edulcorantes químicos mediante la secreción de sustancias que provocan una respuesta inflamatoria muy similar a la que se produce por el consumo excesivo de azúcar.

"La relación con nuestras bacterias intestinales es un factor clave en la determinación de cómo los alimentos que comemos nos afectan”, concluyeron los autores.

"En especial la relación entre el uso de edulcorantes artificiales –a través de las bacterias intestinales– y la tendencia a desarrollar los mismos trastornos que estaban diseñados a evitar, lo que exige una reevaluación del consumo masivo y sin supervisión que existe en la actualidad”.

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