La vida en altitud, ¿una alternativa al dopaje?

Atletas noruegos esquian en Passy, a 660 metros de altura, el 23 de Julio de 2015, antes de someterse a exámenes médicos para una investigación.
Atletas noruegos esquian en Passy, a 660 metros de altura, el 23 de Julio de 2015, antes de someterse a exámenes médicos para una investigación. / AFP
Afp
03 de agosto 2015 - 15:25

Un grupo de investigadores estudia este verano boreal en el Mont Blanc si la producción natural de glóbulos rojos cuando se vive en altitud tiene efectos similares para los deportistas que la ingesta de sustancias dopantes, como la EPO.

Durante un mes, hasta mediados de agosto, once esquiadores de fondo noruegos, con edades entre los 18 y los 25 años, pasan gran parte de sus días a 2.200 metros de altitud, en un refugio del Plan de l'Aiguille, en Chamonix.

La jornada de estos atletas de alto nivel viene marcada por sus desplazamientos en teleférico. Por la mañana, descienden al valle para seguir con su plan de entrenamiento intenso, alternando el esquí sobre ruedas, carreras, musculación, un poco de bicicleta de montaña y natación.

A primera hora de la tarde, los deportistas regresan al refugio, donde pasan el resto del día y de la noche.

A esta altitud, la cantidad de oxígeno es un 20% inferior a la que existe a nivel del mar. "Mi pulso es mucho más elevado y siento que me falta el aliento", asegura Eirik Sømen, de 18 años, uno de los participantes en el estudio.

Al término de este mes de entrenamiento; Tonje, Eirik, Ola y el resto de compañeros regresarán a Lillehammer, Noruega, donde se someterán a una serie de pruebas para medir su rendimiento deportivo, el volumen de glóbulos rojos en la sangre, su consumo máximo de oxígeno, etc.

El experimento busca "certificar que el rendimiento en pruebas de fondo aumenta" cuando se vive en altitud y se entrena en el llano, explica Paul Robach, profesor e investigador de la Escuela Nacional de Esquí y de Alpinismo (ENSA por sus siglas en francés) de Chamonix.

"Cuando se vive en altitud, hay menos oxígeno. El cuerpo responde fabricando más glóbulos rojos. Y en el deporte, cuantos más glóbulos rojos tengas, mejor: se corre más rápido un maratón y se resiste mejor" (el esfuerzo).

Tema de debate

El interés de los atletas por la altitud se originó a partir de los Juegos Olímpicos de México en 1968, celebrados a 2.250 metros sobre el nivel del mar, y que se caracterizaron por los malos resultados en las pruebas de fondo, mientras que se batieron récords en las pruebas de velocidad y en el salto de longitud.

Desde entonces, la influencia de la altitud en los resultados deportivos "es un tema de gran debate: existe una literatura un poco confusa al respecto y estudios no siempre bien controlados", explica Robach.

Un estudio realizado por el profesor Benjamin Levine en 1997 en Estados Unidos demostró una mejora del rendimiento de los deportistas que vivían en altitud y que se entrenaban a nivel del mar.

"Pero los datos no son tan 'limpios' como desearíamos para este tipo de estudios y es por eso por lo que queremos volver a hacerlo", destaca Carsten Lundby, profesor de la Universidad de Zúrich que participa en el experimento de Chamonix.

Grupo de control

Para asegurarse la validez científica de los resultados, un "grupo control" de nueve deportistas que viven en el valle también están sometidos al mismo entrenamiento y a las mismas pruebas médicas que los atletas que duermen en el refugio.

Falta por saber si los resultados de los dos grupos serán diferentes tras este mes. La cuestión es primordial porque "el entrenamiento en altitud es una alternativa al dopaje: por lo que interesa a muchos atletas", asegura Paul Robach.

Un estudio precedente realizado con cámaras hipóxicas (con baja concentración de oxígeno) en el Centro Nacional de Esquí Nórdico de Prémanon, centro Este de Francia) no reveló efectos notables en el rendimiento deportivo de ciclistas.

Una de las explicaciones puede venir del hecho de que los atletas de alto nivel "están saturados en todo: se entrenan todos los días desde muchos años antes y ya tienen muchos glóbulos rojos", explica Paul Robach.

Pero con los nuevos instrumentos de medición, "se puede detectar ahora un cambio del sólo el 1% en la cantidad de glóbulos rojos", asegura Carsten Lundby.

"Me sorprendería que encontrásemos una influencia importante (de la vida en altitud), pero ya lo veremos", añade.

El equipo científico espera poder presentar los resultados en el primer semestre de 2016.

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