¡Hecatombe! cómo fue el estallido de El Polvorín

El Polvorín, un edificio de mampostería ubicado cerca de donde hoy está el hospital Santa Fe, era un depósito de material explosivos y municiones pertenecientes a la Policía Nacional y algunas empresas particulares. Estalló en la madrugada del 5 de mayo de 1914, convirtiéndose en una de las más grandes tragedias vividas por la ciudad hasta ese momento.

En el suceso murieron ocho personas en su mayoría bomberos que intentaban sofocar el incendio, así como algunos civiles vecinos del lugar.

El evento fue muy dramático y traumático para la población como lo refleja el relato que hace La Estrella de Panamá en su edición del 6 de mayo de 1914, que bajo el titular: ¡Hecatombe! Estalla “El Polvorín”, reconstruye los hechos de la siguiente manera:

Hoy, a las 3:15 de la mañana, la capital fue sacudida por una espantosa detonación, seguida de un estrépito horrísono que nadie se explicaba y que dio lugar a que todos los vecinos, en el mayor grado de estupefacción, abandonaran sus lechos con el objeto de averiguar lo que ocurría. Las cajas de alarma daban la señal de incendio y los pitos de los agentes de la policía tocaban auxilio y una multitud corría desaforada por las calles, sin que nadie diera una explicación satisfactoria de lo que había ocurrido. ¿Qué pasa? Era la pregunta que todo el mundo se hacía. Temblor de tierra; explosión de una mina, incendio en Calidonia, eran las respuestas posibles. Entonces se oyó una voz que decía “El Polvorín”, y hacia allá corría todo el mundo.

Descripción de la escena

La noticia registra que la multitud llenaba la Avenida Central y que la noche tenía el cielo encapotado y sombrío, además de que reinaba un silencio pavoroso interrumpido por las órdenes confusas de los bomberos y la policía, así como por gritos aislados y lamentos.

Es un poco difícil imaginar la escena. Según el relato, los miembros de las ambulancias del Cuerpo de Bomberos recogían a los heridos, “Acá un cuerpo tendido y quejumbroso, allá una masa informe que fue en vida un bombero, y más, el miembro desprendido del troco y por todas partes fragmentos de escombros, polvo de lo que había sido el depósito de pólvora de la ciudad, de cuya existencia no queda ni un solo rastro”.

Aparentemente del edificio solo quedó un profundo boquete y, alrededor mucho polvo de los escombros y fragmentos de muro.

De acuerdo con los informes, a las 2:55 de la madrugada del 5 de mayo de 1914, se activó la primera alarma en la cajilla 54 ubicada en San Miguel, la cual avisó al Cuartel de Bomberos de Calidonia. El edificio estaba ubicado en la Avenida Nacional, que en ese entonces era, "las afueras de la ciudad".

A las 3:10 de la madrugada se dio la segunda alarma, cuando los Bomberos llegaron al lugar ya el incendio consumía prácticamente todo el edificio, y el techo ya estaba en llamas, conectaron las mangueras para iniciar la extinción del fuego cuando una gigantesca explosión cobró la vida de seis bomberos y provocó que otros 10 resultaran heridos.

La nota indica que, “la Guardia de Calidonia fue la primera en acudir por quedar más cerca y pocos minutos después acudía la Central, con dos de sus respectivas bombas y demás enseres, y los agentes de policía en reserva, al mando del activo capitán Grimaldo. El Comandante Guizado daba las órdenes del caso, mientras que el capitán daba y dirigía las operaciones. Éste notó que el techo del edificio también ardía, y, cuando iba a dar la orden de que se tomarán precauciones, ocurrió la explosión. Guizado quedó tendido y no supo más hasta que volvió en sí y en medio de la confusión y de la atención de los heridos, siguió cumpliendo con el deber de prestarle auxilio a las víctimas del trágico acontecimiento”.

Los bomberos fallecidos fueron Alonso Teleche, Juan Bautista Beltrán, Félix Antonio Alvares, Luis de Bazac, Luis Buitrago y Faustino Rueda.

Los Bomberos evitaron que el fuego se propagara al resto de la ciudad de Panamá. El gran peligro estaba en que la mayoría de los edificios, en esos tiempos, eran de madera lo que representaba una amenaza para la vida y bienes de los residentes de la misma.

Causas del incendio

Hasta la fecha se desconoce a ciencia cierta las causas del siniestro. De acuerdo con la publicación, había diversidad de opiniones. Algunos lo atribuyeron a factores externos como el incendio de la maleza que circundaba el edificio, Mientras que otros apuntaban a una “mano criminal” y había una tercera y descabellada teoría sobre “una inflamación interior de la pólvora”, que fue descartada inmediatamente por falta de fundamento.

Además de los muertos por el incendio, quedaron heridos el comandante Domingo Vásquez, con contusiones internas; el mayor Florencio Arosemena Icaza, y 14 personas más pertenecientes a los cuerpos de bomberos y de la policía.

También se destaca que “quedó hecha trizas” la casa de campo don José Gabriel Duque, director y propietario en ese momento de La Estrella de Panamá.

Otra de las edificaciones aparentemente muy afectadas fue la plaza de toros que al estar ubicada al lado del edificio quedo prácticamente destruida a causa de la explosión. Pero lo peor fue que, “en el piso donde quedaban los palcos, yacían dos cuerpos despedazados, el del conserje y el de su esposa cuyos cadáveres parecían dos masas de carne humana”, describe la noticia.

En ese momento el alcalde del distrito de Panamá, E. Adames, declaró el 5 de mayo “día de luto nacional”.

Homenaje a los caídos

Es así como la Plaza 5 de Mayo se crea para recordar a los caídos en la tragedia de El Polvorín.

Fue dos años después, el 5 de mayo de 1916, cuando el presidente Belisario Porras inauguró el monumento de mármol en forma de obelisco, en honor a aquellos héroes que perdieron la vida por tratar de salvar las de otros.

El lugar donde se construyó la plaza era un terreno baldío de forma triangular entre la estación del ferrocarril, la Avenida Central, el puente de Calidonia y la calle La Calzada.

La Plaza 5 de Mayo fue declarada monumento histórico nacional mediante la Ley 33 de 2006, formando parte del conjunto monumental histórico de Calidonia y Ancón.