'Mujeres que cambiaron nuestra historia', un libro para entendernos mejor

Historia de Panamá

Estudiantes de la Escuela Normal de Institutoras. Fotografía de Carlos Endara.
Estudiantes de la Escuela Normal de Institutoras. Fotografía de Carlos Endara. / Colección RLA

En 1996 se publica el libro “Mujeres que cambiaron nuestra historia”. Se trata de una investigación pionera sobre las mujeres en Panamá desde finales del siglo XIX llegando aproximadamente a la primera mitad del siglo XX.

En este libro se recoge de forma bastante completa los aportes que las mujeres, desde todos los ámbitos, realizaron a la sociedad panameña en esa época y que se tradujeron en avances significativos y derechos importantes como por ejemplo el acceso a la educación, el voto femenino, la entrada a la fuerza laboral, entre otros.

Las autoras de la investigación y del libro fueron la historiadora Yolanda Marco y la abogada Ángela Alvarado y contaron con el apoyo fundamental de la socióloga Nadya Vásquez quien, desde Unicef Panamá, acogió la idea y gestionó una alianza con la Embajada de Canadá para hacer posible esta publicación.

Desafortunadamente, ya no se consiguen ejemplares de esta imporante obra que como bien se señaló en varios foros en el marco del Día Internacional de la Mujer, es necesario reeditar y ampliar, así como también iniciar nuevas investigaciones para promover un mayor conocimiento del aporte de las mujeres en la construcción de nuestra sociedad.

Para Yolanda Marco, “si no conocemos la contribución de las mujeres ignoramos una buena parte de la historia y se dificulta tener una comprensión integral del país. Por ejemplo para entender la evolución de la democracia en Panamá hay que conocer la lucha por el derecho al sufragio femenino”.

El libro destaca la participación de las mujeres desde varios frentes como la promoción de la educación, las reivindicaciones sociales, así como también la búsqueda de una plena participación política. Uno de los capítulos más interesantes tiene que ver el desarrollo de las ideas feministas en el país y la lucha por el sufragio femenino.

También encontramos la biografías de varias panameñas destacadas, un recuento de los logros jurídicos, detalles de las organizaciones que se crearon y una línea del tiempo que sitúa el accionar de las panameñas en relación con los avances de las mujeres en el mundo. Todo esto acompañado de fotos de la época.

Estudiantes panameñas. Fotografía de Carlos Endara.
Estudiantes panameñas. Fotografía de Carlos Endara. / Colección RLA

Las panameñas a principio el siglo XX

De acuerdo con el libro, el siglo XX proponía un nuevo contrato que mejoraría las condiciones de vida de hombres y mujeres. Del pensamiento liberal surgen ideas transformadoras acerca de la mujer y su papel como agente transformador de la sociedad llevandola a participar activamente en el feminismo y los movimientos sociales.

La característica transitista de Panamá promovió el intercambio de ideas de gran impacto social. Fue así como en medio del movimiento obrero internacional, que promovía la participación de las mujeres de la clase trabajadora, se plantea por primera vez en 1921, “tratar de establecer el sufragio femenino”.

Por otra parte, profesionales estadounidenese sobre todo enfermeras y maestras, tenían relación con las panameñas y realizaban actividades conjuntas, convirtiendo este vínculo en otro impulsor fundamental para que estas se vieran a sí mismas como sujetos con plenos derechos.

En medio de estos tiempos de cambio Clara González se convierte en la primera mujer en graduarse de la Universidad de Panamá como abogada con un trabajo de graduación titulado La mujer ante el derecho panameño, considerado el primer estudio sistemático sobre la situación legal de las mujeres en el país, desde los fundamentos de la opresión femenina.

En su tesis, Clara sostiene algunas posiciones muy novedosas, pero lo más impactante para la sociedad de su época fue la rotunda defensa de los derechos políticos de la mujer.

Esther Neira de Calvo y Clara González fueron dos de las principales líderes feministas de la década de 1920.
Esther Neira de Calvo y Clara González fueron dos de las principales líderes feministas de la década de 1920. / Cortesía

El feminismo se organiza

Es así como junto a un grupo de mujeres, maestras en su mayoría, funda en diciembre de 1922 la primera asociación feminista de la república: el Centro Feminista Renovación.

Participan en esta iniciativa Elida L. Campodónico de Crespo como primera vicepresidenta; Sara Sotillo, como segunda vicepresidenta; Sara María Barrera era secretaria y Enriqueta Morales, tesorera.

El centro tenía como principal objetivo la promoción y difusión de la cultura entre istmeñas, así como su mejoramiento desde el punto de vista social y moral, la independencia económica, así como la igualdad con el hombre ante los derechos y responsabilidad ante la ley.

Para González, “el feminismo es la lucha de la mujer por alcanzar la plenitud de su vida, o el esfuerzo supremo de la misma por la adquisición de todos los derechos que por naturaleza le corresponden en igualdad de condiciones al hombre”, destacó en una conferencia titulada Orientaciones del feminismo en Panamá, dictada en el Aula Máxima del Instituto Nacional el 20 de enero de 1923 y que tuvo un fuerte eco y resonancia en los medios de comunicación en ese periodo.

La historia marca la explosión del feminismo en Panamá en enero de 1923.

El 11 de enero de 1923, Esther Neira de Calvo dio una conferencia titulada El feminismo, triunfante, en el Conservatorio de la ciudad. Había participado como delegada nacional en el Congreso Feminista de Baltimore en 1922, de donde regresa con el compromiso de fundar en nuestro país una agrupación semejante a la recién nacida Asociación Panamericana de Mujeres.

Con un grupo de mujeres se organiza en la Sociedad Nacional para el Progreso de la Mujer (SNPM) desde donde promueve que el principal objetivo del feminismo era lograr, “igualdad de educación para la mujer, para darle conciencia de su propio valor, de su poder y de su misión para que tenga una noción bien definida de su personalidad con toda la plenitud y con toda la dignidad que la palabra encierra, para que reconozca sus deberes antes de reclamar sus derechos”.

Su postura frente al sufragio era menos urgente, decía que: “el sufragio es una de las actividades del feminismo, un factor de importancia capital, pero insuficiente para una solución general”.

A la SNPM pertenecieron Angélica Ch. De Patterson, Tomasita Casís, Aminta de Osses, que constituían la junta directiva del Comité de Educación; Hilda Mª Vallarino, Lucila Aguilar, Lastenia Lewis, Julia Julio de Mora, Juana R. Oller, que formaban la junta directiva del Comité de Bienestar del niño.

Es evidente para las investigadoras la diferencia entre las visiones de las dos agrupaciones femeninas. Mientras el grupo de Clara González daba una importancia fundamental a la conquista del voto, el grupo liderado por Esther Neira de Calvo consideraba que la educación de la mujer era el factor determinante para su empoderamiento.

Invitación a participar del feminismo organizado.
Invitación a participar del feminismo organizado. / AAN

Un partido feminista

Todo este revuelo de pensamiento y activismo entre mujeres llevó al Centro Feminista Renovación a trabajar arduamente para la convocatoria del Congreso Feminista que se reunió el 20 y 21 de septiembre de 1923 con 43 delegadas de siete provincias del país, a excepción de Chiriquí y Coclé.

La directiva estaba conformada por Linda Smart, presidenta; Felicidad Hauradou, vicepresidenta; Carlota Calvo, Secretaria y Carmen Yánez, Subsecretaria.

El primer acuerdo del congreso fue la fundación del Partido Nacional Feminista (PNF), cuyos objetivos fueron:

“Aspiramos a la total emancipación de la mujer: a su emancipación de las garras de la ignorancia por medio de la educación; a su emancipación social, mediante la extirpación de los prejuicios que la mantienen aherrojada al funesto carro de la tradición; a su emancipación económica por medio de la nivelación de los salarios con los de los hombres en las empresas comerciales e industriales; y por último, y este es nuestro fin más importante, a su emancipación política, mediante el reconocimiento de la igualdad absoluta con el hombre ante la majestad de la ley”.

En ese congreso feminista, también fue proclamada la candidatura de Clara González para las siguientes elecciones legislativas, decisión que no pudo ponerse en práctica porque le ley electoral Nº 60 de 31 de marzo de 1925 determinó que los ciudadanos con derecho a voto eran solo los varones.

Desde el año de su constitución el PNF presentó sistemáticamente a la legislatura un pliego de aspiraciones sobre reformas civiles y judiciales, y el sufragio. En octubre de 1924, el Partido presentó por primera vez un memorial a la Asamblea Nacional en el que pedía las reformas que proponía su programa. Algunas fueron aceptadas, otras rechazadas.

La celebración del Congreso Interamericano de Mujeres en 1926, que se da en paralelo al Congreso Bolivariano revivió las actividades de las feministas panameñas.

Esther Neira de Calvo fue nombrada presidenta del Congreso por el entonces secretario de educación Octavio Méndez Pereira. El congreso contó con 58 delegadas: 23 panameñas, 19 norteamericanas de la Zona del Canal y 16 del resto del continente. Del PNF participaron Elida C. De Crespo y Georgina Jiménez, mientras que por la SNPM, Elvira M. Ayala.

En el congreso no se pidió de manera explícita el derecho al sufragio femenino, sino la modificación de las disposiciones vigente que se oponían al reconocimiento de todos los derechos civiles que la ley concedía al hombre.

En esta reunión se decidió la creación del Comité Interamericano de Mujeres.

Ya para finales de la década de 1920, se registran algunos cambios en la vida de las panameñas. Sobre todo los que tienen que ver con la participación de las mismas en organizaciones diversas que contribuyen de manera general al desarrollo de la sociedad. Entre ellas, la Cruz Roja Nacional, el Hospital Santo Tomás, los Talleres Escuelas para Mujeres, la Escuela de Cultura Femenina.

Todas estas agrupaciones eran oportunas para demostrar y hacerle entender a los hombres la justicia de sus reclamaciones a fin de equipararse con ellos en la responsabilidad de los cargos y las cargas de las funciones públicas.

Aun así, fue necesario casi dos décadas para que las mujeres panameñas vieran cristalizada su aspiración máxima que era el sufragio.

Sin duda el libro Mujeres de cambiaron nuestra historia es imprescindible para entender mejor el país en el que vivimos. A pesar de varias iniciativas al respecto, no ha sido posible encontrar una institución interesada en reeditar este trabajo.

Sin embargo, Yolanda Marco no descansa en la actvidad de rescatar la historia de las mujeres y en estos momentos se encuentra trabajando en una investigación con el Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales (Cieps) sobre la historia de panameñas en la ciencias que espera será publicada a mediados de este año.

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