Tuvimos que desactivar esta cuenta porque el email no fue validado.
Regístrate aquí para reactivarla.
El crack dio tres asistencias y participó activamente de todas las jugadas de gol
Se nota que él tampoco puede encontrarle una explicación lógica. Hace todo bien: gambetea, triangula, invita a sus compañeros a meter goles. Llega mano a mano con el arquero pero siempre algo pasa. "Terrible lo que me cuesta hacer goles en la Selección", había resumido Leo después del triunfo contra Colombia. En la semifinales ante Paraguay Argentina armó un festival de goles. Entró Gonzalo Higuaín y en la primera que toca la manda a guardar. También festejó el Kun Agüero, que no tuvo una noche de brillo, pero metió la cabeza en el corazón del área chica y gritó el suyo. Di María, que venía deshilachado y lejos del arco, metió dos goles. Y hasta Marcos Rojo, en una excursión por el área, giró y abrió la cuenta. Pero el que no puede es Messi. Nada más y nada menos.
Se ríe Messi. Y abraza a Higuaín. Se tapan la boca pero se les dibuja una sonrisa por abajo de las manos. El sábado en la final contra Chile tendrá una nueva chane. Por ahora aquel penal frente a Paraguay en el debut es el único grito en el torneo. Pueden todos menos él. Aunque parezca increíble.
"Veníamos bien pero la pelota no querían entrar. Lo hablamos en la charla antes del partido, era una casualidad. Esta vez encontramos el gol rápido, tuvimos más espacios y ellos nos salieron a buscar. Cuando encontraron el 2-1 seguimos igual. Jugando de esta manera vamos a crear muchas situaciones", analizó Messi tras la goleada ante Paraguay.
Y pensando en el partido ante Chile, Leo deseó que sus goles lleguen el sábado en el choque decisivo. "Ojalá, Dios quiera, que sea mío o de cualquiera. Venimos de una final de un Mundial y tenemos mucha ilusión y muchas ganas de ganarla".