Inversión china, ¿oportunidad de crecimiento o trampa para el futuro?

Shanghai, China.
Shanghai, China. / Foto Archivo

Esta semana, el presidente de la República, Juan Carlos Varela, entregó la orden de proceder para la construcción del Cuarto Puente sobre el Canal de Panamá al Consorcio Panamá Cuarto Puente, conformado por las empresas China Communications Construction Company LTD y China Harbour Engineering Company LTD.

China Harbour Engineering Company es una empresa con un turbio historial de sobreprecios y escándalos en países como Costa Rica, Jamaica y Bangladesh. Ha sido acusada de sobornos y estuvo en una lista negra del Banco Mundial por varios años.

Su participación en la licitación pública fue cuestionada por la sociedad civil luego que los medios divulgaran esta información. Sin embargo, la postura oficial del gobierno panameño es que la empresa cumplía con todos los requerimientos establecidos por la ley de contrataciones públicas y que no había motivo para evitar su participación.

Es un argumento similar al que se usó cuando Odebrecht recibió el Proyecto de Renovación Urbana de Colón, mientras su presidente Marcelo Odebrecht enfrentaba a la justicia brasileña. Es la misma actitud con la que se le dio poca importancia al polémico historial de Sacyr, responsable de la ampliación del Canal de Panamá. Ambos incidentes han costado cientos de millones de dólares al país, pero la línea oficial parece seguir siendo poner las obras por delante y resolver los problemas después.

El caso de China es algo especial.

Las empresas chinas no operan igual que otras empresas privadas, sino que responden a directrices estatales del país asiático. Su prioridad no es necesariamente producir ganancias, sino alcanzar objetivos geoestratégicos de China.

Esto no quiere decir que esta influencia solo ocurre en China, pero el país asiático está especialmente involucrado en las empresas de construcción y comunicaciones internacionales y lleva adelante un plan llamado La Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda para extender su influencia en distintas regiones del planeta. Para ello, han asignado 126 mil millones de dólares.

China se acerca a los países y presenta un escenario de ganar-ganar. El país recibe una importante obra de infraestructura y China amplía lazos comerciales. Esto se puede traducir en un puente sobre el Canal, o un tren a Chiriquí. ¿Qué podría salir mal?

Endeudarse con China trae riesgos muy reales. Sri Lanka, fuertemente endeudado con China, tomó la decisión de ceder un puerto por 99 años. Según un informe del Center for Global Development, Djibouti, Kyrgyzstan, Laos, Las Maldivas, Mongolia, Montenegro, Pakistán y Tajikistán están en alto riesgo por la abultada deuda. En América Latina, el caso más evidente es Venezuela, país que ha amasado una deuda significativa con el país asiático. Aunque no se conocen las cifras exactas, un monitor de inversión extranjera estimó en base a cifras del Ministerio de Comercio de China, que en el caso de Venezuela la inversión fue de -99.86 millones de dólares en 2016.

Cada caso se maneja de forma diferente. En algunas ocasiones, China ha perdonado la deuda, en otros ha exigido territorios o control de infraestructura.

Las inversiones no solo han tenido lugar en Asia. En 2016, China adquirió el 51% de las acciones de la Autoridad Portuaria de Pireo en Grecia. El acuerdo entre Grecia y China fue considerado beneficioso por muchos observadores. Pero en abril de este año autoridades europeas iniciaron una investigación por presunto fraude fiscal en este puerto de entrada al viejo continente. Se estima que decenas de millones de dólares en impuestos fueron evadidos mientras presuntas bandas criminales introducían bienes importados a Italia.

La presencia de China en Europa no se ha limitado a Grecia. Cosco Shipping Ports y China Merchants Port Holdings, ambas empresas estatales chinas, han comprado terminales de carga en Bélgica, España e Italia. Actualmente, empresas estatales chinas controlan 10% de la capacidad portuaria de toda Europa.

Un vistazo superficial a las inversiones extranjeras chinas levanta alarmas sobre el tipo de inversión. Datos de la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China detallan el destino y monto de inversiones conocidas. En 2016, se reportaron 27,227 millones de dólares invertidos en América Latina. Casi la mitad del total fue a parar a las Islas Caimán, una jurisdicción catalogada por organismos internacionales como paraíso fiscal. Para hacer la comparación, en Brasil se destinaron 124.7 millones de dólares en 2016, mientras que a Islas Caimán se dirigieron 13,522 millones. En Panamá, el monto reportado fue de 37 millones de dólares ese año.

La economía china es la segunda más grande del mundo y actualmente son los segundos mayores clientes del Canal de Panamá. La capacidad, y sobre todo el interés de invertir en nuestro país entusiasman a muchos sectores del país. Por otro lado, hemos recibido advertencias de Estados Unidos señalando la necesidad de transparencia en los procesos.

El discurso se ha volteado hacia el nacionalismo, que si hay banderas chinas, que si la ubicación de la embajada, que si Estados Unidos no deja a Panamá ser soberano. Más allá de la ideología, hay señales muy reales que nos indican que debemos mantener los ojos abiertos, sentar reglas claras y negociar términos que beneficien a nuestro país sin dejarnos vulnerables y comprometidos en el futuro. Panamá está abriendo las puertas de su casa a un gigante.

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