El cese de las ayudas estatales amenaza la subsistencia de millones de brasileños

La organizadora de eventos Joana Darc posa para una fotografía durante entrevista el 14 de enero de 2021, en Sao Paulo (Brasil).
La organizadora de eventos Joana Darc posa para una fotografía durante entrevista el 14 de enero de 2021, en Sao Paulo (Brasil). / EFE
Efe
22 de enero 2021 - 11:59

A lo largo de 2020, la organizadora de eventos Joana Darc sobrevivió junto a sus dos hijos y un sobrino gracias a una ayuda concedida por el Gobierno durante la pandemia. Pero el fin del subsidio estatal amenaza ahora el sustento de la familia y el de otros 66 millones de brasileños.

Con la llegada de la pandemia, Darc vio como los eventos que solía organizar eran cancelados. Sin ellos, su renta se redujo a cero y se vio obligada a recurrir a un subsidio estatal para poder mantener a su familia.

Durante meses recibió 600 reales (unos 113 dólares) por parte del Gobierno, un valor insuficiente para pagar todas las cuentas, pero imprescindible para poder sobrevivir. La situación se agravó cuando las ayudas fueron reducidas en septiembre hasta los 300 reales (56 dólares) y, desde el 1 de enero, totalmente interrumpidas.

Como Darc, más de 66 millones de personas recibieron directamente el auxilio de emergencia, mientras que un total de 126 millones de brasileños se vieron beneficiados indirectamente.

Tras el pago de la última cuota, el pasado diciembre, sin embargo, los efectos ya se sienten en el bolsillo.

"Enero fue el primer mes que no lo recibí. Estamos solo a mitad del mes y ya lo estoy sintiendo. Yo tuve sólo dos eventos este año, entonces la cosa está muy mal, no está nada fácil. Todo es bastante complicado", dice Darc en una entrevista con Efe desde su casa en Brasilandia, un enorme complejo de favelas en Sao Paulo.

En lo que va de mes, Darc tan solo ha ingresado 180 reales (34 dólares) por dos eventos celebrados, que apenas vuelven a realizarse.

Recoger y vender latas para sobrevivir

Durante la primera ola de la pandemia, la organizadora dependía principalmente del subsidio para mantener a su familia, aunque nunca dejó de batallar por encontrar otras fuentes de renta para garantizar el sustento.

Colaboró durante dos meses como cocinera de la Asociación de Residentes de Brasilandia, responsable de la distribución de decenas de comidas a las familias más vulnerables, y, posteriormente, pasó a vender latas de aluminio que recogía en las calles.

"Hubo una vez que no tenía gas de cocina, había acabado y yo salí, fui detrás de latas, las vendí y conseguí comprar el gas", recuerda Darc, quien también pudo contar con la ayuda de cestas básicas.

Ahora, en plena segunda ola de la pandemia y en un momento en que Brasil supera el millar de muertos diariamente, la organizadora teme que la imposición de nuevas restricciones y el fin del auxilio de emergencia lleven a la penuria, una angustia compartida por un 60 % de la población brasileña -el total de beneficiados por las ayudas.

"Las personas están con miedo de que vuelva a cerrar todo, de quedarse sin trabajo. Y encima cesan el auxilio, dicen que la pandemia ha terminado. Pero, ¿cómo ha terminado, si los hospitales están llenos y los comercios cerrando?", cuestiona.

Un ciclo vicioso

La interrupción de los subsidios amenaza no solo el sustento de millones de familias, sino también una recuperación más robusta de la mayor economía de Suramérica, según alertan expertos consultados por Efe.

"El fin del auxilio en plena segunda ola de pandemia sin ningún otro programa que lo sustituya y con la economía sin avanzar rápidamente genera un ciclo vicioso que puede afectar hasta el PIB", dice Lauro Gonzalez, coordinador del Centro de Estudios de Microfinanzas e Inclusión Financiera de la Fundación Getulio Vargas.

Ello porque, explica, sin el beneficio el consumo cae, afectando los ingresos de las empresas, lo que a su vez genera un aumento del desempleo y una consecuente reducción de renta.

Darc lo sabe bien: pese al auxilio, la familia tuvo que hacer diversos "ajustes" para adaptarse a la nueva realidad.

"Por aquí teníamos pollo todo los días, porque es más barato. Tuvimos que reajustar muchas cosas, rehacer cuentas, ahorrar, dejar de comprar, pedir ayuda a otros hijos", señala.

Además de garantizar la subsistencia de millones de brasileños, los subsidios estatales también fueron uno de los principales motores para el inicio de la recuperación de diversos sectores, como los servicios, el comercio y el consumo.

Según explica el economista Igor Lucena, los programas sociales y de fomento económico tuvieron un papel "fundamental" para evitar un desplome aún mayor del PIB brasileño, que deberá situarse entre un 4,0 % y 4,5 % este año.

Lucena advierte que su cese repentino y la vuelta de las cuarentenas y restricciones culminarán en un "caos social en el país".

"Sin las ayudas para mantener las empresas y los empleos, la precariedad va a aumentar y vamos a entrar en un ciclo muy negativo de pobreza", subraya a Efe.

Lucena apunta también el "riesgo inminente" de un aumento de las personas que viven en condiciones de pobreza o extrema pobreza -que ya suman más de 14 millones de brasileños-, una preocupación que Darc siente en la piel día tras día.

"Hay mucha gente necesitada" pues "la situación está mal, muy complicada, pero te quedas de manos atadas. Solo resta entregarlo en la mano de Dios y confiar", recalca.

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