La nueva "anormalidad…"

El Banco de Pensamientos ante el Coronavirus es un especial digital que recoge las opiniones de diferentes personalidades y profesionales panameños en relación a cómo ven Panamá después de la pandemia. Sus ideas pueden servirte de inspiración para enfrentar la crisis.

Daniel Pichel, cardiólogo.
Daniel Pichel, cardiólogo. / TVN Noticias.
Daniel R. Pichel - Cardiólogo
18 de mayo 2020 - 08:42

d.r.pichel@mac.com/No hay la menor duda que el mundo no debería ser el mismo después de la pandemia de COVID-19. Sin embargo, los seres humanos tenemos una historia bastante florida en cuanto a la vocación de estrellarnos muchas veces contra la misma piedra, y es posible que, en unos cuantos meses, todos se hayan olvidado de lo que ocurrió, y estemos de nuevo en las mismas de siempre. Esperando la siguiente pandemia, para quejarnos de lo mismo y seguir cometiendo los mismos errores.

La palabra de moda es “la nueva normalidad”. No estoy de acuerdo. Lo que viene, por lo menos por el próximo año, si bien es nuevo, no tendrá nada de normal. Como bien explica Yuval Noah Harari, los sapiens (que escuchando a tipos como Trump suena casi de mal gusto), tenemos patrones que se han ido arraigando en nuestra vida por miles de años, y que no serán fáciles de cambiar. Obviamente, hay elementos culturales que también llevan siglos fijándose en nuestro ADN social y que varían según los grupos humanos que analicemos. Para los orientales, es completamente normal saludar inclinando la cabeza o juntando las manos frente al pecho o la cara. Pero no pretendamos que para nosotros los latinos, que somos mucho más dados al contacto físico, lleguemos a considerar “normal”, no poder darle un abrazo y un beso a quienes queremos. Y mucho menos tener que imponernos “distanciamiento físico” con los padres o los abuelos. Eso, simplemente no vamos a aceptarlo como “normalidad” en lo que resta de nuestras vidas.

Sobre lo demás, también hay mucho que tendrá que cambiar. Para comenzar, cada día me convenzo más que se están depositando responsabilidades equivocadas en las personas equivocadas. Como es de esperarse, en medio de una pandemia, es lógico que todos volteen a mirar a los médicos, las enfermeras, los científicos y los estadísticos, como los que tendrán que sacarnos del atolladero. De acuerdo, eso se cae de su peso. Pero hay otra serie de elementos a tomar en cuenta, cuando esto se alarga, que no puede delegarse en equipos de salud, porque simplemente no tienen las habilidades necesarias para tomar esas decisiones.

El mejor ejemplo es la dichosa apertura de la actividad económica. Esa decisión tiene que ser, desde el punto de vista técnico, definida por los expertos en economía. A mi, que me ha costado trabajo siempre hasta balancear una chequera (aleluya por la banca en línea), no me pidan que vea los cambios de la bolsa de valores o de los intereses del “Fed” para saber en qué momento hay que darle oxígeno a la economía que se encuentra detenida por una pandemia.

Un buen ejemplo de esto de las habilidades de cada quien, la hemos visto durante estos tres meses. Lady Gaga, cantante, actriz, activista y una mujer, a mi modo de ver, brillante, ayudó organizando un gran concierto para recolectar fondos. Ella, como bien lo entiende, no trató de desarrollar una vacuna, un antiviral o un nuevo modelo económico. Usó sus habilidades para montarse un espectáculo musical que solo puede lograr alguien con su capacidad de convocatoria. Igualmente, si le dicen a Mariano Rivera o a Román Torres que organicen algo, seguramente harán un evento deportivo para lograr algún beneficio a favor de la sociedad. En eso son maestros.

Al final, muchas de esas decisiones tienen que tomarlas las autoridades políticas, con todos los elementos sobre la mesa. Elementos que deben aportar los técnicos en cada rama. Pero la decisión final debe ser de alguien que no tenga una visión sesgada, como podría tener la autoridad sanitaria, la Cámara de Comercio o los sindicatos de pilotos del canal (solo por poner tres ejemplos). La decisión final (y sus consecuencias buenas y/o malas) son responsabilidad final del Ejecutivo, que fue justamente elegido para gobernarnos y dirigir lo que pase en el país. Es parte de la descripción de sus funciones.

Despotricar contra el comité técnico de salud, “porque pretenden tenernos encerrados para siempre”, no tiene lógica. Si son ellos los responsables de decidir cuando abrir los bancos, las ferreterías y las oficinas públicas, pues lo harán bajo el prisma de lo que saben hacer: lo necesario para que se enfermen y se mueran la menor cantidad de personas posible. Y eso, se hace con cuarentena, aislamiento y restricciones.

Otra cosa que sospecho tendrá que cambiar (y ahora estoy opinando de algo que obviamente no es de mi rama profesional), es que el mundo deberá abrirse un poco más a la cooperación. Cooperación entre países, entre empresas y entre personas. Lo que veo en el horizonte es que para salvar industrias como la aviación o el transporte marítimo de pasajeros, todas las empresas dedicadas a esa actividad, tendrán que unificar intereses y pensar un poco más en la salvación de todos y no solo en la salvación individual. De nada servirá que una compañía de aviación se quede con todos los escasos pasajeros disponibles, si todas las demás quiebran, dejan miles de aviones en tierra, y se suman a la lista de desempleados decenas de miles de pilotos y tripulantes.

No hay la menor duda que esto de gestionar una pandemia es nuevo para todos. La última vez que hubo algo así fue hace más de cien años, cuando hasta la radio era un experimento. No hay absolutamente nadie en el mundo con experiencia de qué se hace ante algo así. Con un enemigo invisible que cada día se inventa un método diferente para ponernos en peligro. Lo que nos queda de esperanza es que, de esta experiencia, quedemos siendo mejores…. Yo, tengo mis dudas…

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