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Hay que seguir vigilantes de cada movimiento y fiscalizar

El Banco de Pensamientos ante el Coronavirus es un especial digital que recoge las opiniones de diferentes personalidades y profesionales panameños en relación a cómo ven Panamá después de la pandemia. Sus ideas pueden servirte de inspiración para enfrentar la crisis.

Juan Diego Vásquez, diputado independiente
Juan Diego Vásquez, diputado independiente / TVN Noticias
Juan Diego Vásquez - Diputado Independiente
25 de mayo 2020 - 23:14

El COVID-19 ha venido para quedarse, y los cambios radicales que hemos visto, consecuencia de su revelación, no son todos pasajeros.

El mundo entero se ha paralizado, se ha resguardado, se ha detenido por primera vez en mucho tiempo, con el propósito de evadir en su mayor posibilidad el riesgo a contraer la infección, que afecta nuestros pulmones, nuestra respiración y por ende nuestras condiciones para ejecutar cualquier acción por más cotidiana que sea.

Las enfermedades contagiosas a lo largo de la historia han marcado un antes y un después en varias generaciones. Hasta la fecha, las cinco pandemias más letales han sido: la Viruela, el Sarampión, la mal llamada ‘gripe española’ de 1918, la peste negra, y el VIH. En concreto, el más letal de los virus hasta la fecha ha sido el ‘Variola virus’, causante de la viruela, hoy erradicada gracias a las vacunas.

El 11 de marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que existía una pandemia global de coronavirus, la primera de la historia por este tipo de virus. Con respecto a las pandemias anteriores, tenemos suerte por un lado, pero también desventajas. La detectamos muy rápido, y los investigadores trabajan ya por contenerla. China anunció en diciembre de 2019 los primeros casos y en 10 días ya se había secuenciado el genoma del SARS-Cov-2, y 15 días después su test de detección.

Panamá ha demostrado acciones concretas y de impacto para combatir el virus, desde decretar cuarentena total, hasta ser el único país a nivel mundial en decretar Ley Seca. Por otro lado, se ha medido las salidas de ciudadanos y ciudadanas en horarios dependiendo del último dígito de su número de cédula de identificación personal, así como también hay días donde salen solamente las mujeres y otros donde salen solamente los varones.

Añadido a esto, el sistema de salud no ha colapsado, y a pesar de tener un plan de contingencia con el nuevo Hospital Modular, todavía no ha sido necesario utilizarlo.

Debo destacar que el uso de redes sociales y dispositivos móviles, ha permeado en la sociedad y cada vez más personas logran emitir sus ideas, opiniones e incomodidades, inclusive haciendo que sus autoridades puedan leerlas, acercándose a ellas y disminuyendo la distancia burocrática que usualmente prevalece entre la ciudadanía y sus gobernantes o autoridades.

Con estos mecanismos, se logra tener una participación ciudadana más activa, más vigilante y sobre todo con la gallardía de fiscalizar con mayor seguridad cada paso que realiza el Gobierno.

De hecho, hemos sido testigos de cómo órdenes de compra con contratos no tan claros para nadie, han sido desplazados por quejas de la ciudadanía, lo que prueba que en efecto el escarmiento virtual cala en la gente y en los actos de nuestras autoridades.

La democracia, ha cambiado radicalmente y el coronavirus ha sido parte de ese cambio, pues gracias a la obligación de no poder salir de casa, hemos encontrado mecanismos que logran impactar, sumar y lograr resultados que beneficien a la sociedad.

Panamá ha aprendido a ser paciente, aunque al mismo tiempo ha aprendido a salir a pelear por sus derechos, así como los vecinos de San Miguelito, quienes fueron protagonistas de muchas protestas, pues saben que vivimos en un país rico, pero de gente pobre, y están cansados de no ser tomados en consideración. Tomaron valor para salir de casa en momentos como éstos, para buscar sustento para sus hogares, sin embargo, la lucha de los barrios no cesa, ni sin virus, ni con el.

La desigualdad de clases y de distribución de riquezas, ha quedado al desnudo durante estos tiempos de crisis, y es que, romantizar la cuarentena y quedarse en casa haciendo actividades recreativas o culturales, representa un grado de privilegio, pues en la mayoría de hogares en mi distrito de San Miguelito y estoy seguro que a lo largo del país, viven aproximadamente cinco personas por casa y en espacios realmente reducidos, donde pensar en privacidad, espacios abiertos, un patio o siquiera un plato de comida completo, es casi que irreal.

La solidaridad ha jugado su papel, y miles de personas, organizaciones, autoridades, se han encargado de compensar la falta de ayuda concreta y cabal de parte del Gobierno, el cual sin duda tiene el poder, económico y logístico para desarrollar soluciones de mayor impacto, en menor tiempo y con menores consecuencias destructivas.

Panamá ha demostrado que con voluntad todo es posible, que solo la comunidad salva a la comunidad, y que si trabajamos en equipo, no hay crisis que no podamos soportar.

De ahora en adelante, nos queda seguir cuidando de nuestro medio ambiente que ha logrado finalmente, obtener un tiempo para recuperarse, aunque sea un poco, de todo el daño que constante y diariamente le provocamos.

Nos queda seguir conectados a través de las redes sociales, seguir trabajando juntos como sociedad, seguir vigilantes de cada movimiento y fiscalizar.

El teletrabajo, la escuela desde casa, son ahora parte de nuestra rutina, y aunque no es el ideal, es funcional y hemos demostrado adaptación. Ahora queda optimizar estos recursos, aprovecharlos y vivir nuestra nueva normalidad.

Hemos aprendido el valor de la familia, de la salud mental, del medio ambiente, de la educación, de la transparencia, de nuestros doctores y doctoras, de la importancia de un sistema de salud integral, nos hemos comparado con muchos países del mundo, nos hemos unido y juntos estamos ya venciendo al coronavirus.

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