Anécdotas y frases de los “profes” de la Pedro Pablo Sánchez que seguro recordarás

Colegio Pedro Pablo Sánchez
Colegio Pedro Pablo Sánchez / TVN Noticias

Se acerca el año escolar 2019 y aunque la nostalgia no me invade porque no regresaré como alumno a un aula de clases; si reconozco que muchos recuerdos de mis años como estudiante de secundaria aparecen.

Soy orgullosamente egresado de un sistema de educación pública del país. Puedo decir que fui de esos últimos alumnos que salieron de un modelo que ya no es el mismo y que va rumbo al despeñadero.

Estudie en un colegio que era considerado un modelo, con un cuerpo docente comprometido y que cada uno de ellos de una u otra forma impactó la vida de miles de jóvenes chorreranos. Cuando empiece a decir más adelante los nombres y frases específicas de cada uno, estoy seguro que los recordaran como si estuvieran en el salón.

Para empezar, ingresar a la Pedro Pablo Sánchez (PPS) era toda una odisea. Había que madrugar y pelear por un cupo. Me tocó junto a mi mamá sufrir para entrar a cuarto año y más grande fue el sufrimiento para lograr un espacio en el turno matutino.

Cada profesor de este colegio tiene su forma muy particular de ser y son famosos por eso. Muchos seguramente ya están jubilados y tristemente otros fallecieron.

Es imposible no recordar a la profesora de matemáticas, Esilda Gómez de Ábrego. Su saludo al llegar al salón de clases era muy particular. Cierren sus ojos e imagínense que están escuchando: “buenos días jóvenes”. Sus reglas del juego estaban claras desde el primer día y cuando llegaba la hora de matemáticas todo el mundo estaba pegado a la silla con concreto. Nadie quería estar de pie o fuera del aula. Eso definitivamente te podía traer problemas.

Los días lunes eran los ejercicios y el viernes la entrega de los mismos, pero ese momento era toda una ceremonia de angustia. Eran devueltos en orden. Desde la mayor nota hasta la menor. Si te entregaba de primero podías estar tranquilo, pero si al primero en entregarle había ganado 3.5, ¡hay papá! Pobre de ti si eras el último.

La profesora de física Grace De Clark, aunque no era tan ceremonial como la profe Esilda; también imponía respeto en sus clases. Su materia era dura y con alto nivel de dificultad en cada problema a resolver; pero si eras aplicado y le metía duro al estudio podías salir victorioso.

Otra docente muy famosa es “María de T. Arosemena de Fong”. Nunca supe cuál era ese segundo nombre, a pesar que un día se lo pregunte. Tenía muchos pregones en sus clases de lógica y uno que recuerdo, porque lo repetía bastante es: “Hay males necesarios”.

Jaime Castillo era un docente de física, que hacía sus clases muy divertidas. Se caracterizaba por llamar a todos los estudiantes por “Chicho” y de vez en cuando comentaba que “se acabo del mundo para el C” (el C era la letra de mi grupo de clases).

“Chicho” Castillo como le llamábamos, también le gustaba ponerle sobrenombre a algunos alumnos o simplemente le agregaba una “S” a tu apellido; como fue el caso en mi grupo de: Urriolas y Caraballos.

José Daniel Santamaría, lo recuerdo por dar una de mis materias favoritas: Relaciones de Panamá con Estados Unidos. Además hacía sus clases muy entretenidas, porque nos mandaba a buscar en recortes de periódicos de la época los hechos para luego hacer un análisis para presentar en clases. Su frase favorita cuando el resumen que había solicitado no salía bien, era: “úsala muchacho, úsala”.

Luis Alvarado, el profesor que impartía la materia de filosofía; también era todo un personaje. Amante de la política y un hombre de los barrios de Chorrera, que jugaba al fútbol los domingos y lo podías ver parquear en cualquier esquina en sus días libres.

Gracias a Alvaro conocí “El Príncipe” de Nicolás Maquiavelo y la “Teoría del Conocimiento”. Los análisis que exigió en clases, sirvieron como base para interesarme por todo lo relacionado a la filosofía y también para elevar el nivel de pensamiento crítico constructivo frente a los problemas nacionales.

Una frase muy particular del profe Alvarado era: “me importa tres pepinos…”

Otro profesor con gran amor por la política y que todos los días llegaba con su ejemplar del diario La Prensa bajo el brazo era Ricauter Concepción (QEPD). Sus clases de Cívica era una pieza de colección y siempre citaba el libro del Doctor César Quintero, “Principio de Ciencias Políticas”.

La biología con algo de motivación era dada por el profesor Carlos Cruz. Todo lo contaba como si fuera una historia y terminabas entendiendo los procesos biológicos sin mayor complicación. Gracias a las clases del profe “Calito” Cruz pude aprender también que había un libro llamado “El Hombre Mediocre” de José Ingenieros. Lo mencionaba tanto que un buen día lo compre y siempre recordaré una de las primeras frases que contiene este libro en su introducción: “El ideal es un gesto del espíritu que lleva a la perfección”.

Este “profe” tenía muchas frases que repetía constantemente en sus clases y una que siempre recuerdo es: “El animal más ingrato que existe sobre la tierra es el hombre y lo que más le pesa es la cruz de la gratitud y entre un bofetón y un beneficio, olvida rápidamente el beneficio y prefiere al bofetón”.

Son tantas anécdotas de los profesores que probablemente me de para un libro. Para los lectores que pasaron por las aulas de la PPS seguramente tendrán otras y recuerdos de docentes.

Pero no puede terminar este artículo de opinión sin mencionar al director de la escuela en aquel entonces: Narciso Basto Díaz. Sus intervenciones en el acto cívico eran toda una oratoria, pero algo que nunca cambiaba era su saludo inicial que decía: “Muy buenos días personal docente y administrativo….” Y de vez en cuando finalizaba diciendo: “Los quiero”.

Próximamente contaré experiencias de la IPTCH, de la Victoria D´Spinay y de lo que hacíamos los grupos de jóvenes en aquel entonces para divertirnos tras abandonar la escuela.

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