La Mediocridad, los gorilas y políticos que amenazan a los niños panameños

Escuela de El Varital de David
Escuela primaria en la comunidad de El Varital en la provincia de Chiriquí.

En orden de importancia para un Estado, los niños deberían ser la prioridad, especialmente, porque aunque suene repetitivo, son el futuro de una nación y quienes deberán dirigir los destinos de la patria; sin embargo en Panamá, los pequeños no tienen mucha envergadura cuando de políticas sociales, educación y protección de sus derechos se habla.

Ningún gobierno lo he escuchado presentar un proyecto país a largo plazo para trabajar con los pequeños y encaminarlos por los senderos correctos, especialmente en los barrios con altos niveles de delincuencia.

Cada cinco años, un nuevo maestro de la incapacidad llega al Palacio de las Garzas y se hacen estudios, se adelantan gestiones, pero el problema sigue siendo el mismo. Empecemos por lo más importante: la educación de nuestros niños. ¿Qué han hecho los gobiernos panameños en los últimos 30 años para mejorar la formación intelectual y emocional de los niños?

La creación de un sistema educativo robusto, donde la persona importe por encima de lo material, donde no exista diferencia de clases y donde la salud emocional sea tan importante como la física serían los tres pilares sobre los cuales debe gestarse una excelente formación.

Un ejemplo de buena educación es Finlandia. Un país del que a diario se habla como un modelo a seguir en materia de educación. Expertos han visitado está nación y la gran mayoría ha concluido que el modelo educativo finlandés está apoyado en importantes políticas sociales enfocadas en los niños.

De acuerdo a Pasi Sahlberg, citado en un artículo de la BBC Mundo, quien fue uno de los creadores de las reformas políticas educativas de Finlandia en los años 90, “el estado de bienestar social finlandés desempeña un papel crucial para el éxito del modelo, al garantizar a todos los niños oportunidades y condiciones iguales para un aprendizaje gratuito y de calidad”.

La desigualdad se combate desde la educación y en Panamá somos campeones mundiales, cuando de falta de oportunidades para todos por igual se trata. Vuelvo a Finlandia. En este país los hijos de un obrero van a la escuela y reciben la misma educación que el hijo del magnate empresarial. No hay escuelas privadas.

Si en Panamá contáramos con centros de formación dignos, verdaderos profesionales de la docencia y voluntad política, podríamos empezar a combatir la desigualdad desde las aulas. Los niños de Costa del Este asistirían al mismo centro educativo que los pequeños de Panamá Viejo, por poner un ejemplo.

Ese compartir desde pequeños y conocer la realidad del otro, permitiría que cuando ese niño crezca no sean tan egoísta y clasista. Los trabajos sociales de algunas escuelas privadas del país, en definitiva no son una solución para enseñar sobre desigualdad, más bien aumenta la brecha.

Niños bien alimentados y atendidos por profesionales de la medicina de manera preventiva son también parte importante de un buen sistema educativo. En Panamá por experiencias que conozco hay niños que llegan a las aulas de clase con hambre y otros mal alimentados con un pedazo de pan y un jugo en el estómago para comenzar el día.

Nuestros niños sufren y el sistema educativo ve a estos pequeños como mal portados. La solución que tienen es más inspectores (Yo los defino como los gorilas de la educación panameña) y sino funcionan entonces llamamos a la policía para que los traten como delincuentes. Premio Nobel para los genios que piensan que es esta la solución.

Debemos contratar psicólogos y especialistas en pedagogía para cada centro educativo del país. Muchos de nuestros niños vienen de familias destruidas, son maltratados, abusados y viven en medio de la violencia. Solo quieren a alguien que los escuche y que los oriente. No a un gorila que los reprenda, ya que en su entorno familiar hay muchos.

La existencia de guarderías especializadas y subsidiadas por el Estado, también sería una garantía para que los niños crezcan felices. Muchos padres dejan la crianza de sus hijos en manos de desconocidos y cuando son adolescentes en manos de cualquiera.

Desde el nacimiento del bebé, el Estado debe procurar que esos padres estén la mayor cantidad de tiempo con ese nuevo ser. Finlandia lo sabe muy bien y destaca la BBC Mundo que “la madre tiene derecho a 105 días hábiles de permiso de maternidad. El padre recibe otros 54 días de licencia. Y las parejas pueden dividir entre sí un periodo adicional de más de cinco meses de permiso parental”.

Nuestra educación parece de centro penitenciario. La construcción de las escuelas se asemeja a la de una cárcel: patio en el centro y salón a los alrededores. No se despierta la creatividad, todo es encajonado y las horas de clases son excesivas en comparación con países como Finlandia.

Dicho esto, el país requiere de una reforma educativa integral, de la mano de programas sociales efectivos orientados a resultados. Los políticos panameños que no son capaces de ver más allá de sus narices, deben procurar diseñar modelos donde la persona sea el principal fin y no un votante de cada cinco años.

Probablemente mi escrito sea un sueño imposible en un país donde la mediocridad de los gremios docentes, la incapacidad de los gobiernos y la maleantería de los encargados de hacer las leyes son obstáculos para una buena educación.

Pero los ciudadanos honestos de este país, debemos empezar a pensar que el futuro de Panamá está en peligro y dentro de algunos años, el país va a desaparecer, precisamente porque no hicimos lo que teníamos que hacer en el momento correcto.

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