Quiero una máquina del tiempo para navidad
Recientemente comía helado en un centro comercial, y reconociendo de antemano que soy un vidajeno, le prestaba atención a la conversación de un adulto con un niño. ¿Qué te gustaría para navidad? preguntó el hombre; mientras que el niño inquieto miraba para todos lados, saltaba alegre y después de unos segundos dice: “una máquina de el tiempo”.
En ese momento reflexione: ¿por qué un niño necesitaría una máquina de el tiempo? Quizás vio alguna cómica o película donde estos instrumentos son proveedores de aventuras fantásticas que quisiera vivir. Pero después de dejar de pensar en aquel niño me dije: “yo también quisiera una máquina de el tiempo para navidad”.
A mi edad, la ciencia ficción no me hace vivir mundos imaginarios, pero son tantas cosas las que considero que si existiera una máquina de el tiempo, pudiera viajar al pasado y corregirlas. De repente haría un periplo al futuro para ver como va todo y evitar errores en el presente.
Ciertamente si la máquina del tiempo me la trajera Santa Claus, no dudaría ni un segundo en usarla para viajar al año 2009 y decirle a los panameños todo lo que iba a pasar con la empresa Odebrecht y como la administración del expresidente Ricardo Martinelli se daría un banquete con las arcas del Estado.
La verdad que con este juguetito, Mireya Moscoso, Ernesto Pérez Balladares y Martín Torrijos no hubiesen llegado al poder. Juan Carlos Varela, mucho menos.
La usaría como un medio fiscalizador para presionar a los políticos, magistrados, jueces y funcionarios que les encanta irrespetar a la ciudadanía con sus acciones. Seguramente sería una organización muy temida, pero que haría mucha más presión que la Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la información (ANTAI).
Viajaría en el tiempo para decirle a la gente que los políticos nunca les van a solucionar sus problemas de salud y educación. Una mentira que repiten cada vez que aspiran con llegar al poder.
Todos al leer este texto seguramente en su mente dirán: “Nosotros también queremos una máquina de el tiempo”.
Debo volver a la realidad. En el mundo no hay vuelta atrás, ni sabemos lo que pasará mañana. Lo único que nos queda es hacer el bien en el presente, tomar las mejores decisiones, aunque muchas veces vayan en contra de nosotros mismos.
El 2017 se nos fue y viene el 2018. Un nuevo año. Al final todo se resume como dice una canción: “lo que paso, paso… la vida es color de rosa”.
El tiempo que se va no vuelve y ese activo tan valioso de nuestra vida hay que aprender a utilizarlo bien, porque malgastarlo nos pasará factura tarde o temprano.
Miremos el 2018 como un año lleno de oportunidades. Pongámonos metas y que al finalizar esos 12 meses del año entrante, podamos sentirnos orgullosos de lo que hicimos.
Para estas fiestas navideñas, usemos el tiempo que tenemos para compartir con aquellas personas que valoramos y tienen un lugar especial en nuestra vida. No lo dejemos para mañana, porque no existe una máquina del tiempo para volver atrás y recuperar esos momentos que dejamos de compartir.
¡Feliz navidad y prospero año 2018 a todos mis lectores!.
