Ser diputado en Panamá: un trabajo poco honorable y sinónimo de maleantería

Instalación de las sesiones extraordinarias 2017.
Hemiciclo legislativo. / Asamblea Nacional

Dentro del protocolo legislativo a los diputados, les antecede la palabra “honorables”; sin embargo, en medio de todos los señalamientos de los que son objeto a diario, surge la pregunta: ¿Son realmente honorable los diputados?

La palabra honorable se le atribuye a una “persona que es honrada y merece el respeto o la estima de los demás”.

Al aplicar este significado a la realidad de los 71 integrantes de la Asamblea Nacional; podemos descubrir que son individuos que políticamente actúan sin honradez y que sobre todo no merecen, no han merecido y difícilmente merecerán (al menos que cambien su forma de actuar) el respeto de los panameños.

Ser diputado en Panamá es sinónimo de juega vivo, de clientelismo, de maleantería, de personas sin ideologías, de gestores de negociados para beneficio propio y peor aún, de sujetos que se venden por unos cuantos dólares al mejor postor.

Basta con observar el sonado caso de los dineros repartidos a través de las juntas comunales para darse cuenta del porque el expresidente Ricardo Martinelli llegó a controlar este Órgano del Estado; que según el papel está llamado a representar al pueblo y defenderlo de los atropellos y malas decisiones del Órgano Ejecutivo. Pero la realidad no es así.

La gota que derrama el vaso con agua es la polémica “planilla 080”. El robo descarado y la maleantería quedaron a la luz. Diputados que justificaron trabajos el 30 de febrero; es el ejemplo más notorio de la desfachatez y el poco respecto que le tienen al electorado panameño.

También se les llama “Padres de la Patria”, otro concepto que a mi juicio debe ser eliminado para referirse a estos señores. Panamá es un país de gente trabajadora y en su gran mayoría honrada que lucha todos los días por salir adelante. Todo aquel que trabaja con esfuerzo y honradez merece ser llamado “Padre de la Patria”. Los 71 individuos que están en el Palacio legislativo, bien podrían ser llamados “padres de la corrupción”.

Panamá presenta graves problemas en materia de salud, seguridad, educación, injusticia social, una clase media atropellada por los excesivos impuestos que se les cobran y ante esta realidad, los diputados no hacen absolutamente nada.

Seguramente no faltara el “dizque honorable”, diciendo que ellos citan a los ministros para que rindan informe ante el país de su trabajo. Sin embargo, todos sabemos que eso es mero show político y con un guion predecible, donde nunca pasa nada.

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