Desconfianza ante conservadores, clave en Escocia

Desconfianza ante conservadores, clave en Escocia
Desconfianza ante conservadores, clave en Escocia
Ap/londres
16 de septiembre 2014 - 09:12

Con el referéndum del jueves en el horizonte, los defensores de la independencia escocesa están empleando una de las principales armas en su arsenal: la extendida desconfianza escocesa hacia el Partido Conservador.

Los conservadores, también conocidos como Tories, han gobernado la mayor parte del tiempo desde el final de la Primera Guerra Mundial. Durante un tiempo, Escocia fue incluso un pilar de apoyo: en las elecciones de 1955, los conservadores obtuvieron la mitad de los votos y las bancas en Escocia.

Para 1997, cuando Tony Blair lideró al Partido Laborista de vuelta al poder después de 18 años, los conservadores fueron arrasados en Escocia. En las últimas elecciones, en 2010, que llevaron a un gobierno conservador en todo Reino Unido, los tories consiguieron uno de los 59 escaños en Escocia.

Esa impopularidad es ahora tan grande que podría ser el factor decisivo en el referéndum escocés de esta semana sobre el futuro de su unión con Inglaterra, Gales e Irlanda del Norte.

Aunque el primer ministro británico, el conservador David Cameron, ha instado a los escoceses a no utilizar el referéndum para dar una lección a los "malditos tories", la campaña por el "Sí" intenta aprovechar ese deseo. "Un 'Sí' significa poner el futuro de Escocia en las manos de la gente que vive aquí, así que nada más de gobiernos Tory a los que no votamos", dijo el primer ministro escocés, Alex Salmond.

¿Cómo se han convertido los conservadores en una fuerza de reclutamiento para la campaña por el "Sí"?

¿MALGASTANDO EL PETRÓLEO?

La pérdida de apoyo conservador en Escocia se remonta a 1979, cuando Margaret Thatcher ganó las elecciones generales y comenzó 18 años de gobiernos conservadores. Las sucesivas administraciones hicieron reformas económicas, que si bien redujeron el estado y fomentaron el florecimiento de empresas privadas, tuvieron consecuencias negativas como la pérdida de empleos en astilleros y la industria minera. Los efectos fueron especialmente graves en Escocia, justo cuando llegaban los ingresos del gas y el petróleo del mar del Norte. Los independentistas alegan que el dinero se malgastó pagando el coste social de las políticas conservadoras como subsidios de desempleo y rebajas fiscales a los ricos. Aunque la producción petrolífera ha pasado su cénit, alegan que una Escocia independiente aún puede tener un modelo de gestión del crudo como el noruego.

ESCOCIA COMO LABORATORIO

En 1989, Thatcher probó en Escocia un impuesto que cobraba lo mismo a todos al margen de sus ingresos, antes de trasladarlo a Inglaterra y Gales al año siguiente. Muchos escoceses, que no habían apoyado a los conservadores en los tres comicios previos, se sintieron molestos por ser los primeros elegidos. Thatcher fue derrocada por su propio partido en 1990, y el impuesto se abandonó con rapidez.

RECHAZAR EL AUTOGOBIERNO

Al crecer el deseo de independencia política en Escocia, los conservadores perdieron más apoyo en la zona al rechazar la devolución de poderes. El gobierno conservador de John Major, que sustituyó a Thatcher como primer ministro, se opuso a crear un organismo legislativo escocés. El Parlamento escocés abrió en 1999 bajo el gobierno laborista de Blair, con un gran apoyo popular en la región.

DESCONTENTO POR LA AUSTERIDAD

Para los escoceses, las elecciones de 2010 fueron un recordatorio de las décadas de 1980 y 1990. Cameron formó un gobierno con el apoyo de los liberal demócratas, aunque su partido sólo obtuvo un parlamentario en Escocia. El gobierno ha aprobado medidas económicas que Escocia rechazaba, como recortes de gastos.

TORIES ELITISTAS

El entorno social de Cameron y su ministro de Economía, George Osborne, han hecho del tema de la austeridad algo más tóxico en Escocia de lo que podría haber sido. Mientras que Thatcher era la hija de un tendero, y Major de un trapecista, Cameron y Osborne son claramente de una clase privilegiada. Eso sólo aumenta su imagen de "extranjería" a ojos de muchos escoceses. Es algo que Cameron parece entender. "Si no les gusto, no estaré aquí para siempre", dijo el lunes en una petición a Escocia para que permanezca en la unión.

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