El Fuego Sagrado rompe la penumbra del Santo Sepulcro de Jerusalén

Los cristianos ortodoxos encienden velas alrededor del Santo Sepulcro
Los cristianos ortodoxos encienden velas alrededor del Santo Sepulcro / EFE
Efe
07 de abril 2018 - 15:09

Miles de velas rompieron hoy la penumbra de la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén al ser encendidas con el Fuego Sagrado que cada Sábado Santo ortodoxo surge en el templo, desde donde es trasladado a otros lugares de Tierra Santa y del mundo.

En torno a las siete de la mañana, ya eran numerosos los grupos de peregrinos y cristianos locales arremolinados en torno a las entradas a la Ciudad Vieja, en el territorio ocupado de Jerusalén Este, custodiadas por policías israelíes que, desplegados por las callejuelas de la ciudadela, restringían el camino y los accesos a la basílica como medida de seguridad ante el aluvión de fieles.

A paso ligero algunos, otros abiertamente corriendo, los creyentes entraban a trompicones en el Santo Sepulcro -custodiado por católicos, greco-ortodoxos y armenios-, después de que lo hiciera el patriarca ortodoxo Teófilos III, y buscaban con ansia un lugar próximo al edículo que cubre la tumba de Jesús para poder contemplar el fenómeno, que consideran un "milagro".

"Aquí estoy. Tengo 61 años y fíjate, es mi primera vez... Estoy tan emocionada que no me lo puedo creer", cuenta a Efe la argentina de origen griego Selena Chambers, incapaz de contener las lágrimas ante el sentimiento que le embarga.

"Es la luz de Cristo. La luz que nos da para vivir, que nos dice que nos espera en el paraíso y que solo hay que seguirle a él, la luz de todo. Él nos va a llevar de nuevo el paraíso", afirma esta mujer, feliz de hacer realidad esta experiencia.

Adriana, una rumana que cubre su cabeza con una pañoleta, explica a Efe que "no todo el mundo ve la luz" que según la tradición desciende del cielo y prende llama en algún lugar de la iglesia, normalmente el interior del edículo donde la espera el patriarca.

Éste, tras su llegada al Santo Sepulcro, conocido también por la tradición ortodoxa como iglesia de la Resurrección o Anástasis, entra en el pequeño recinto que es sellado con cera y se dispone a rezar hasta que surge la llama del Fuego Sagrado.

Mientras ocurre, las cerca de quinientas personas a las que la policía deja entrar a la basílica durante la ceremonia tienen numerosas horas por delante, una tediosa espera que quedó rota hoy en varias ocasiones por los gritos de quienes se enfrentaban o defendían su sitio en la abarrotada sala.

Las caras de cansancio, los gestos de dolor de pies o de espalda y los empujones se entrelazaban con amenas charlas, gritos de "Jesús está vivo", miles de fotografías y videollamadas para que los seres queridos que están lejos pudieran estar, de alguna manera, allí.

Muchos esperan en silencio, subiendo sus cabezas para rastrear con ojos ávidos cualquier señal de luz y bajándolas para sumirse en la oración, al tiempo que diferentes comitivas, incluidas de las Iglesias Armenia y Greco-ortodoxa, rodean el edículo como parte del ritual.

Éste se convirtió hoy en escenario de una auténtica fiesta cuando un grupo de cristianos ortodoxos palestinos hizo esta ruta circular entre palmadas, ritmos de tambor y pandereta y alabanzas recibidas por las sonrisas de los peregrinos.

"Cada uno experimenta la ceremonia de manera diferente y ve la luz con sus propios ojos, ya sea en forma de neblina, pequeños puntos, una línea...", argumenta a Efe Mariam, una joven griega que junto a su madre eleva el ramillete de 33 velas, una por cada año que vivió Cristo, que los fieles llevan a la ceremonia.

A las 11.15 GMT se hizo silencio en el templo y entonces se supo que la llama había prendido: desde el interior del edículo, el patriarca pasó el Fuego Sagrado a través de una abertura y comenzaron a prenderse, a un ritmo frenético, las miles de velas que habían acompañado la espera.

El júbilo estalló junto a un ensordecedor replique de campanas y las risas de los presentes, que traspasaban el fuego de vela en vela, acercando sus manos y rostros a las llamas sin mostrar dolor, ya que existe la creencia de que al ser sagrado, no quema.

La exaltación también esconde alivio.

Según la tradición, si la luz no descendiera, "algo muy malo podría pasar", resume Mariam, pero es optimista": "Yo no creo en eso. Cristo siempre nos dará la luz".

"Para los ortodoxos es el símbolo de que el próximo año habrá paz", asegura a Efe el multimillonario ruso Vladimir Yakunin, que desde hace 16 años encabeza una delegación responsable de trasladar la llama en unas lámparas especiales a Rusia, "donde toda la comunidad ortodoxa está esperando a que la llama sea entregada".

Así, al igual que las velas, que traspasarán fronteras y se extenderán por diferentes ciudades y países, la llama sagrada enciende la fe de los cristianos ortodoxos horas antes de celebrar la Pascua con la que pondrán fin a esta Semana Santa.

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