Palestinos conviven con la muerte en Gaza

Palestinos conviven con la muerte en Gaza
Palestinos conviven con la muerte en Gaza
Ap
05 de agosto 2014 - 15:15

Los bombardeos que destruyeron la casa de la familia Najam en este campamento de refugiados puso en marcha un proceso sombrío, pero cada vez más frecuente a medida que la guerra cobra más y más víctimas en Gaza. Una búsqueda de cadáveres o restos humanos entre los escombros. Personas que van a identificar a familiares muertos en la morgue. En entierro rápido en una tumba cavada a los apurones, con el nombre del finado escrito en un cartón y no en una lápida.

La muerte se está tornando en una rutina en Gaza y la mayoría de los palestinos reaccionan con sobriedad. Algunos ocultan su dolor detrás de su fe, convencidos de que los fallecidos son mártires de la lucha contra Israel e irán al cielo. Otros están demasiado preocupados con su propia supervivencia como para pensar en los muertos.

"Lo que le pasó a ellos podría sucedernos a nosotros", expresó Youssef al-Doqs, un vecino de los Najam de 22 años, mientras observaba seis rostros impávidos buscando entre los escombros de lo que fue alguna vez su casa de dos pisos en el campamento de refugiados de Jebaliya. "Yo, Youssef, no le temo a la muerte", aseguró, mientras fumaba un cigarrillo.

El lunes por la mañana en Shati, otro campamento de refugiados de la Ciudad de Gaza, un avión de guerra israelí bombardeó una vivienda. Varios niños, algunos de ocho o nueve años, ayudaron a buscar cadáveres o sobrevivientes entre los escombros, formando una cadena humana entre la casa y la calle. Se pasaban de uno a otro escombros para despejar el sitio.

Casi 1.900 palestinos murieron desde que Israel lanzó una campaña de ataques aéreos el 8 de julio en respuesta a semanas de ataques con cohetes disparados por Hamas y otros combatientes desde Gaza. En el bando israelí ha habido más de 60 muertos, mayormente soldados.

Los combatientes palestinos disparan sus armas hacia ciudades israelíes, tratando de alcanzar a civiles, mientras que Israel afirma que sus objetivos son sitios desde donde disparan cohetes y combatientes que se entremezclan con los civiles. Israel asegura que hace lo posible por evitar bajas entre los civiles y alerta sobre los sitios que atacará.

La mayoría de las bajas palestinas, no obstante, han sido civiles, incluidos unos 400 niños.

Israel no dio explicación alguna del ataque del domingo por la noche que mató a los siete miembros de la familia Najam, incluido un anciano de 90 años y dos niños. Fue el último de lo que las Naciones Unidas describe como decenas de ataques israelíes en los que mueren tres o más miembros de una familia. En varios casos fallecieron más de una docena.

El domingo por la noche ambulancias llevaron los cuerpos a la morgue del hospital Kamal Adwan en Beit Lahiya, cerca del campamento de Jebaliya.

Al día siguiente, algunos familiares y amigos esperaron pacientemente la entrega de los cuerpos para enterrarlos.

Fue una espera larga porque el gobierno quería mostrarle los cadáveres a los periodistas, parte de la guerra propagandística de Hamas.

Furiosos e impacientes, los parientes y amigos comenzaron a golpear una puerta de metal del patio junto a la morgue. Un empleado del hospital les pidió que conservasen la calma y que comprendiesen que era importante que el mundo supiese lo que Israel está haciendo con los palestinos.

Los primeros cuatro cadáveres que salieron de la morgue no eran los de los Najam, sino los de dos primos y dos niños muertos el domingo en un ataque con drones. Fueron cargados en una ambulancia, que se los llevó.

El principal cementerio de la ciudad de Gaza y del norte de Gaza se encuentra al este de Jebaliya, que ha sufrido grandes daños por los bombardeos israelíes. Dado que ya casi no hay lugar, se permite enterrar a los muertos entre las tumbas ya existentes o en otros cementerios más pequeños.

"Ir a los cementerios para los entierros es peligroso ahora", comentó Moufeed Kararnah, un policía apostado en la morgue. "A lo sumo diez personas van".

Minutos después aparecieron los cadáveres de los Najam, envueltos en velos blancos manchados de sangre y cargados en planchas de metal también ensangrentadas. Fueron depositados en un camión al grito de "Allahu Akbar", o "Dios es Grande".

El camión fue primero a una mezquita, para una plegaria especial para los muertos, y luego al cementerio de Beit Lahiya.

En la mezquita varios niños usaron una escalera para llevarse banderas verdes con la declaración de fe musulmana --según la cual hay un solo Dios y Mohamad es su profeta-- y las usaron para envolver los cadáveres.

Ya en el cementerio, los cuerpos fueron enterrados apresuradamente en una extensión arenosa del sitio. Las fosas fueron cubiertas con pedazos de cemento con emblemas azules de la agencia de las Naciones Unidas que vela por los refugiados palestinos, la UNRWA.

Se arrojó arena encima y los miembros de la familia Najam pasaron a ser un recuerdo, como tantos otros muertos en la nueva ofensiva israelí. Encima de las tumbas se colocaron ladrillos que servirán para identificarlas y entre los ladrillos es pusieron cartones con los nombres de las personas.

"¿Qué podemos hacer si eso es lo que está escrito para nosotros?", preguntó solemnemente Oday Mohammed Salman, mientras observaba unas tumbas vecinas con flores frescas.

Salman, de 17 años, era amigo de dos de las personas enterradas allí, quienes murieron, según dijo, en un ataque con un "zananah", o drone en árabe. Contó que tomó clases de caligrafía con ellos en una escuela de Hamas.

"Cuando sea mayor", advirtió, "voy a unirme a los muyaidines".

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