Rousseff y Neves a segunda ronda

Rousseff y Neves a segunda ronda
Rousseff y Neves a segunda ronda
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05 de octubre 2014 - 17:31

SAO PAULO—La presidencia de Brasil se decidirá en una segunda ronda electoral como se esperaba, pero el contrincante que tiene que vencer la mandataria Dilma Rousseff no es el que se esperaba, pues en el último momento quien ocupaba el tercer lugar dio un salto, en uno de los comicios más sorpresivos desde el regreso de la democracia al país en 1985.

La segunda vuelta se celebrará el 26 de octubre entre Rousseff y el popular exgobernador Aécio Neves, oponente de centro-derecha.

Con 98% por ciento de los votos contados en la primera ronda electoral celebrada el domingo, Rousseff ganó un 41% de los votos frente al 34% de Neves, según los resultados del máximo tribunal electoral que supervisa la elección en el gigante sudamericano.

Rousseff, del Partido de los Trabajadores, no alcanzó el 50% de los votos que necesitaba para obtener la presidencia sin tener que ir a una segunda ronda electoral.

Neves, de 54 años, fue gobernador del estado de Minas Gerais, el segundo más poblado del país. Superó de manera sorpresiva a la ex ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, que hace tan sólo cuatro semanas tenía una ventaja de dos dígitos sobre el primero y parecía que se podría alzar con la presidencia del país más grande de América Latina.

El candidato opositor del Partido de la Social Democracia Brasileña estaba tan desanimado que llegó a bromear hace unos días al decir que su teléfono ya no sonaba. "Ahora cargo con tres celulares", le dijo al periódico Folha de S. Paulo.

Sangre política

Descendiente de una tradicional familia de políticos, Neves es nieto del expresidente electo Tancredo Neves, que fue el primer mandatario elegido democráticamente tras el régimen militar que terminó en 1985 y quien murió, sorpresivamente, un día antes de tomar juramentación de su cargo.

Aunque Silva no ha declarado su apoyo a Neves, el candidato podría presentar una real amenaza a la reelección de Rousseff ya que Silva obtuvo un 21% y muchos de sus seguidores apoyarían al ex gobernador, según expertos consultados.

Sorpresas electorales

Millones de brasileños acudieron a las urnas a votar el domingo en un escenario político que aún no estaba exento de sorpresas en una elección que los analistas la han caracterizado como la más incierta desde que terminó la dictadura militar en 1985.

Una campaña agresiva de Rousseff, de 66 años, habría erosionado el apoyo popular con el que contaba Silva, que sólo entró en la contienda presidencial a mediados de agosto después de que un accidente aéreo acabó con la vida del candidato original del Partido Socialista, Eduardo Campos.

Se creía que Silva iba a aprovechar el generalizado desprecio que los brasileños sienten por la clase política, cuya ira provocó masivas protestas en todo el país en contra el gobierno el año pasado.

La caída de Silva

Las encuestas realizadas después de las manifestaciones, ocurridas hace más de un año, indicaban que Silva fue de las pocas figuras políticas que había salido ilesa, lo que habría permitido conservar su reputación de política honesta en medio de lo que los brasileños perciben como un mar de corrupción.

Pero Silva, de 56 años, no aguantó la andanada de ataques que la mostraron como una política sin convicciones firmes, indecisa y sin el temple necesario para dirigir una la quinta economías más grande del mundo; algo que remarcaron los comerciales de Rousseff.

"Marina no tenía una estructura de partido fuerte que la apoyara y respondió con debilidad a los ataques en su contra de la campaña de Dilma", dijo Carlos Pereira, un analista de la Fundación Getulio Vargas. "Su candidatura perdió fuerza y fracasó".

Mientras tanto, Neves, de un partido que ocupó la presidencia entre 1994 y 2002, remontó su ventaja. Su campaña había sufrido un golpe en julio cuando el diario Folha de S. Paulo alegó que su gobierno gastó unos 5,5 millones de dólares para construir un aeropuerto en una propiedad de él.

Economía crucial

Así como Silva, Neves propone atraer la inversión privada, darle autonomía al Banco Central en el manejo de la política monetaria y firmar acuerdos bilaterales de comercio con Estados Unidos y países de Europa y reducir el gasto público. El candidato también quiere reducir el gasto público y lanzar una reforma fiscal, propuestas bien recibidas por brasileños de clase media.

Durante las últimas semanas, noticias contrastantes sobre el desempeño económico y social impactaron al país.

Después de ser sede del Mundial de fútbol en junio y julio, Brasil entró en una recesión técnica en agosto por el crecimiento negativo del Producto Interno Bruto. Pero al mismo tiempo, el país mantiene unas cifras de desempleo que son históricamente bajas, mientras que organizaciones internacionales revelaron que el país redujo de manera significativa la pobreza extrema y salió prácticamente del mapamundi del hambre global de Naciones Unidas.

Durante su campaña, Rousseff repitió varias veces que 42 millones de brasileños escalaron de la clase baja a la clase media desde que el Partido de los Trabajadores ganó la presidencia en 2002, primero con el presidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Las propuestas oficialistas

Rousseff se postuló prometiendo políticas que ayuden a los más necesitados con programas asistencialistas de transferencia de dinero en efectivo y la construcción de más de un millón de viviendas. La mandataria cuenta con apoyo grande entre los pobres, recibió un 41% pese al desempeño de la economía durante sus primeros cuatro años de gobierno.

Si bien el crecimiento ha sido lento y la economía llegó a contraerse este año, la tasa de desempleo se mantiene en niveles históricamente bajos.

"La gente en Brasil está contenta con lo que ha pasado en los últimos 12 años. Ahora piensan que pueden lograr mucho más y pueden mejorar mucho más rápido", dijo Peter Hakim, presidente de Diálogo Interamericano. "Quieren proteger lo que ya tienen pero no quieren arriesgarse a perderlo todo".

Hace poco más de un año, millones de brasileños salieron a las calles a manifestarse contra el gobierno en marchas que paralizaron varias ciudades durante dos semanas. El descontento provenía de una clase media recién cimentada que exigía mejor salud, calidad en la educación y eficiencia en el transporte urbano.

Atender las demandas de ese sector insatisfecho es la tarea pendiente para quien sea el mandatario de la séptima potencia del mundo los próximos cuatro años.

Grandes expectativas

El abogado Roberto Germanos contó a The Associated Press que participó en una de las manifestaciones que paralizaron Brasil en 2013 porque estaba en desacuerdo con el papel del gobierno para organizar el Mundial. "Mucha gente no estaba contenta".

Germanos explicó que después de "tantos años con el PT (Partido de los Trabajadores) ahora queremos una opción diferente" y que por ello decidió votar por Neves porque "no es el ideal pero es el más consistente y coherente con sus ideas: mercado libre, gobierno más pequeño, menos impuestos, menos tasas".

Algunas de casillas electorales tuvieron que viajar por barco durante días para llegar a los pueblos distantes de la selva del Amazonas, mientras que otras miles se esparcieron alrededor de la ciudad industrial de Sao Paulo, donde viven más de 20 millones de personas que representan 15% de todos los votantes.

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