Vaticano y China van a renovar importante acuerdo pese a las presiones de EEUU

Ciudad del Vaticano en medio del confinamiento
Ciudad del Vaticano. / AFP
Afp
21 de septiembre 2020 - 08:19

Ciudad del Vaticano/La Santa Sede y la China comunista se preparan a renovar un acuerdo histórico, firmado hace dos años, lo que despierta la ira del gobierno estadounidense, que ha pedido la ruptura del pacto.

El acuerdo, sobre el espinoso asunto del nombramiento de obispos en China, que debería ser renovado en octubre, se ha transformado en un delicado asunto diplomático.

El presidente estadounidense Donald Trump pidió la ruptura a través de su secretario de Estado, Mike Pompeo, quien publicó el fin de semana un tuit y una columna, en los que asegura que la Santa Sede "pondría en peligro su autoridad moral" si renueva el acuerdo con China.

Pompeo lamenta las "horribles" persecuciones de creyentes de todas las religiones en el gigante asiático y sostiene que hoy "más que nunca, el pueblo chino necesita el testimonio moral y la autoridad del Vaticano", según reporta la revista religiosa estadounidense "First Things".

"El acuerdo entre China y el Vaticano no protegió a los católicos contra las acciones del partido", lamenta el secretario de Estado estadounidense.

El papa Francisco, que no ha tenido pelos en la lengua para denunciar las persecuciones políticas en todo rincón del planeta, ha adoptado una actitud más diplomática, de pequeños pasos, con China, para lograr la unificación de los católicos de ese país, divididos en dos iglesias.

Dos iglesias

Los cerca de 12 millones de católicos chinos forman parte de una iglesia muy minoritaria en ese país de cerca de 1.400 millones de habitantes, y por décadas han estado divididos entre la Iglesia "patriótica", controlada por el régimen comunista, y la Iglesia clandestina, que reconoce la autoridad del papa y que por ello suele ser perseguida.

El acuerdo entre el Vaticano y China, sellado el 22 de septiembre de 2018, es el resultado de interminables negociaciones y su contenido exacto nunca ha sido publicado.

Para Pompeo la renovación de ese pacto supondría un espaldarazo a los regímenes que "desprecian" los derechos humanos.

El acuerdo, que tiene un carácter "provisional", prevé en principio que los futuros nombramientos de obispos chinos pasen por la aprobación del papa, como es el caso en el mundo entero.

Dos años después, los resultados no son brillantes para la diplomacia vaticana, que ha nombrado sólo dos nuevos obispos en China con la aprobación final del pontífice.

En el marco del acercamiento, otro paso histórico fue realizado en febrero del 2020, cuando los "ministros" de Relaciones Exteriores de China y el Vaticano se reunieron públicamente para un evento internacional, el primero en siete décadas.

Las relaciones diplomáticas entre Pekín y la Santa Sede se rompieron en 1951, dos años después de que los comunistas llegaran al poder.

El Vaticano mantiene también relaciones diplomáticas con Taiwán, lo que irrita a las autoridades comunistas.

La isla, con 23 millones de habitantes, es considerada por Pekín como una provincia china en espera de la reunificación.

Luz verde del papa para renovar el acuerdo

El papa Francisco confirmó la semana pasada la voluntad del Vaticano de renovar el acuerdo por otros dos años, ya que aún está en fase "experimental", explicó a la AFP una fuente cercana al asunto.

Algunos temas, como el retiro por semanas de sus parroquias de los sacerdotes incómodos, figuran entre los asuntos delicados que el Vaticano quiere abordar.

Tanto el anciano cardenal Joseph Zen de Hong Kong, como el padre italiano Bernardo Cervellera, ex misionero en China, fundador de la página AsiaNews, han publicado testimonios de católicos chinos muy descontentos con el acuerdo.

"Nuestro interés con China es normalizar al máximo la vida de la Iglesia", explicó a mediados de septiembre el cardenal Pietro Parolin, mano derecha del papa Francisco y principal artífice del acuerdo.

El purpurado admitió que los primeros resultados del acuerdo "no fueron particularmente llamativos".

Cuatro días antes, Zhao Lijian, portavoz del canciller chino, divulgó una nota positiva sobre el acuerdo bilateral, en la que aseguraba que ha sido "implementado con éxito".

Un cumplido, ya que el Partido Comunista Chino suele cuestionar a toda organización, especialmente si es religiosa, que amenace su autoridad.

Pekín ha observado durante varios años una política de "sinización" de las religiones, con el fin de adecuarlas a los objetivos del poder comunista.

El presidente Xi Jinping, que llegó al poder en 2012, también ha aumentado la vigilancia de todas las sectas.

Varias iglesias han sido destruidas, las cruces de los campanarios arrancadas y los curas obligados a permanecer en detención domiciliaria.

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