Presidente de Ruanda es reelecto con una victoria aplastante

Paul Kagame dirige Ruanda desde el genocidio de 1994.

Seguidores del presidente de Ruanda, Paul Kagame.
Seguidores del presidente de Ruanda, Paul Kagame. / AFP
Afp
04 de agosto 2017 - 21:28

El presidente de Ruanda, Paul Kagame, fue reelegido para un tercer mandato tras obtener cerca del 98% de los votos a su favor, según los resultados parciales publicados el sábado por la comisión electoral.

Con un 80% de las papeletas escrutadas, Kagame, que dirige el país desde el genocidio de 1994, ha sumado 5,4 millones de votos, muy lejos de la mitad más uno que necesitaba para la reelección.

La comisión informó que un 97% de los 6,9 millones de electores acudieron a las urnas.

"Creo que a este nivel, vamos a tener los mismos resultados mañana (sábado por la mañana). No va a haber un cambio cuando hayamos escrutado el 100% de los votos", declaró el presidente de la comisión electoral, Kalisa Mbanda.

Visionario para unos y déspota para otros, el hombre fuerte de Ruanda, de 59 años, competía contra otros dos candidatos poco conocidos entre los ruandeses y que pasaron casi desapercibidos en una campaña de tres semanas dominada por el Frente Patriótico Ruandés (FPR), el partido que domina todas las esferas de la sociedad de este pequeño país.

Según estos resultados parciales, el independiente Philippe Mpayimana obtuvo un 0,72% de los votos y Frank Habineza, el dirigente de la única formación opositora tolerada en Ruanda, el Partido Democrático Verde, un 0,45%.

Algunos ruandeses se congregaron para esperar los resultados y comenzaron a celebrar la victoria de Kagame tras los primeros cómputos.

En un gimnasio de la capital, la música estridente daba paso a las danzas tradicionales, que entretuvieron a varios cientos de personas presentes.

"Estamos celebrando la elección presidencial", dijo uno de los bailarines. "Estamos celebrando a Paul Kagame", gritó otro a su lado.

El jefe de Estado votó con su esposa en una escuela del centro de la capital, Kigali, donde se había reforzado la seguridad.

En otra oficina de voto de Kigali, Marie-Rose Nyiraguro, agricultora de 53 años aseguró saber por quién votaría. "No nos ha faltado nada" con Paul Kagame, dijo a la AFP. "Es el enviado de Dios en la Tierra", afirmó la mujer, que reconoció que no sabía los nombres de los otros candidatos.

El presidente de Ruanda, Paul Kagame, fue reelegido para un tercer mandato tras obtener cerca del 98% de los votos.
El presidente de Ruanda, Paul Kagame, fue reelegido para un tercer mandato tras obtener cerca del 98% de los votos. / AFP

Habineza parecía, sin embargo, satisfecho tras votar en su barrio de Kimironko, en Kigali. "Es la primera vez desde hace 23 años que un partido opositor está en las papeletas de voto", declaró por teléfono a la AFP.

En la Ruanda postgenocidio, sólo pudieron presentarse a las elecciones presidenciales candidatos independientes o aliados de Kagame.

Un líder sin oposición

Antes de las elecciones, Habineza y Mpayimana se quejaron de las numerosas dificultades que tuvieron que afrontar, entre ellas la falta de tiempo para conseguir fondos y hacer campaña.

El propio Kagame nunca dudó de su victoria y repitió que el resultado de las elecciones quedó sellado en 2015, cuando el pueblo decidió en referéndum (98% de los votos) una modificación de la Constitución, criticada por los observadores, que le permite postularse para un tercer mandato de siete años y, en caso de victoria, presentarse a otras dos elecciones presidenciales.

Kagame podría, por tanto, permanecer en el poder hasta 2034. El mandatario es el líder de facto de Ruanda desde que el FPR derrocó en julio de 1994 al Gobierno extremista hutu que desencadenó el genocidio que causó la muerte de 800,000 personas, sobre todo miembros de la minoría tutsi.

Primero fue vicepresidente y ministro de Defensa, dirigiendo el país en la sombra, antes de que el Parlamento lo nombrara presidente en el año 2000. En 2003 y 2010, fue reelegido por los ruandeses con más del 90% de los votos.

El presidente es considerado como el principal artífice del espectacular desarrollo económico de un país que quedó exangüe tras el genocidio, pero los grupos defensores de los derechos humanos lo acusan de no respetar la libertad de expresión y de reprimir cualquier tipo de oposición.

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