Pakistán acudirá a las urnas en un clima de alta tensión

Simpatizantes del partido Pakistán Tehreek-e-Insaf (PTI), liderado por el excampeón de críquet Imran Khan.
Simpatizantes del partido Pakistán Tehreek-e-Insaf (PTI), liderado por el excampeón de críquet Imran Khan. / AFP
Afp
19 de julio 2018 - 10:16

Los paquistaníes acudirán el próximo miércoles a las urnas para participar en las elecciones legislativas, unos comicios marcados por la alta tensión en Pakistán tras los recientes atentados y las acusaciones de injerencia del ejército que cuestionan la legitimidad del resultado electoral.

Las elecciones del 25 de julio debían representar la segunda transición democrática de un gobierno civil a otro en un país cuya historia se caracteriza por la sucesión de golpes de estado militares y asesinatos políticos.

Pero una semana antes de los comicios, no se reúnen las mejores condiciones para un cambio tranquilo. Algunos observadores temen "flagrantes" manipulaciones electorales, que podrían desestabilizar esta potencia nuclear.

La tensión política en Pakistán se acentuó tras los atentados que ensangrentaron varios mítines electorales a mediados de julio, en los que fallecieron 175 personas. La amenaza terrorista podría afectar la participación en las elecciones, aunque la seguridad haya mejorado en los últimos años.

Los 106 millones de electores paquistaníes, 20 millones de los cuales acudirán a las urnas por primera vez, decidirán sobre la continuidad en el gobierno del partido PML-N, que gobierna desde 2013 y espera revalidar su mandato bajo el liderazgo de Shahbaz Sharif.

La principal formación de la oposición es el partido Pakistán Tehreek-e-Insaf (PTI), liderado por el ex campeón de críquet Imran Khan. Famoso en occidente por su atractivo físico, Khan es conocido como un musulmán conservador, cuyos postulados simpatizan a veces con tesis extremistas.

Aunque Sharif y Khan se disputarán probablemente la victoria, el PPP de Bilawal Bhutto Zardari, hijo del ex primer ministro asesinado Benazir Bhutto, podría tener un papel clave en la configuración de una coalición con el vencedor.

"Un golpe de estado silencioso"

La campaña electoral que se termina estuvo marcada por dos actores que no se presentan en los comicios: el ex primer ministro Nawaz Sharif, destituido hace un año por corrupción y al que se prohibió volverse a presentar, y el influyente ejército pakistaní.

Sharif acusó las fuerzas armadas y a la justicia paquistaní de haber hecho todo lo posible para perjudicar a los candidatos de su partido. Por ejemplo, obligando a algunos de sus representantes a cambiar de afiliación política, en concreto, a los de su bastión electoral de la provincia de Pendjab.

El caso Sharif vivió su momento culminante a principios de julio con su condena de diez años de prisión pronunciada al mismo momento en que el exdirigente se econtraba en Londres. Una semana después regresó a Pakistán, donde lo pusieron entre rejas.

Además de Sharif, grandes medios y militantes paquistaníes denunciaron en los últimos meses secuestros, amenazas y censuras en las que presuntamente estaría implicado el poder militar.

Estas presiones, comparadas con "un golpe de estado silencioso", pretenden influir en la cobertura mediática de algunos temas y partidos.

"Es evidente que el ejército pretende impulsar una nueva generación de dirigentes", asegura el analista Ayesha Siddiga, especialista en cuestiones de seguridad.

De hecho, critican que Khan recibe un tratamiento demasiado favorable. Presentado como "el Trump pakistaní", Khan ve como crecen sus posibilidades de victoria, lo que le permitiría impulsar un "Estado-providencia islámico".

La Comisión paquistaní de los derechos humanos, un organismo público e independiente, aseguró estar "muy preocupada por los intentos flagrantes, agresivos y descarados de manipular el resultado de las elecciones".

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