Centroamérica: sociedades anestesiadas ante la lacra de la violencia

Vista de un cartel dispuesto en un altar adornado con flores y juguetes hoy, el 16 de marzo de 2017, en honor a las 40 niñas que perdieron la vida tras un incendio en un centro de menores en Guatemala, en Managua (Nicaragua).
Vista de un cartel dispuesto en un altar adornado con flores y juguetes hoy, el 16 de marzo de 2017, en honor a las 40 niñas que perdieron la vida tras un incendio en un centro de menores en Guatemala, en Managua (Nicaragua). / EFE
Efe
17 de marzo 2017 - 10:55

La evidente frialdad con que se ha recibido en Guatemala la escalofriante muerte de 40 niñas, quemadas en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, muestra la realidad de unas sociedades anestesiadas ante una violencia que las instituciones parecen incapaces de atajar.

No es el único caso. De manera casi simultánea, en El Salvador fallecieron 16 personas en apenas 24 horas, cuatro de ellas mujeres, una embarazada, en dos tiroteos con pandilleros como protagonistas.

Que uno de esos enfrentamientos se produjera en plena zona comercial, en el centro de la capital, agudiza el impacto de que no haya más reacción que las declaraciones de los responsables policiales, en todo caso más preocupados por airear sus supuestos éxitos en la lucha contra la delincuencia.

Al día siguiente de la tragedia guatemalteca, que ha provocado manifestaciones y alarmadas reacciones de instituciones internacionales, la prensa del país, un reflejo de la sociedad, daba casi la misma relevancia que a la tragedia a la victoria del Barcelona FC ante el París St Germain en la Champions europea.

El Gobierno de Jimmy Morales, que se ha visto obligado a reconocer de alguna manera la ineficiencia de sus departamentos de investigación al recurrir al FBI estadounidense, ha limitado la exigencia de responsabilidades políticas por el momento en tres altos cargos, el ex titular de la secretaria de bienestar social, Carlos Antonio Rodas Mejía; la subsecretaria, Anahí Kellar, y el director del centro de acogida, Santos Torres. Los tres fueron detenidos.

Curiosamente, la subsecretaria presentaba en su curriculum como mérito para acceder al puesto su participación en un programa de televisión dirigido a los niños.

Pero tuvieron que morir 40 niñas para que las instituciones tomarán medidas en un "hogar seguro" en el que se hacinaban 780 menores, aunque su capacidad es de 400, pese a las decenas de denuncias por agresiones sexuales y malos tratos.

El fenómeno de la indiferencia es tal que en El Salvador causó más impacto mediático la muerte de un hipopótamo, atribuida inicialmente a la supuesta agresión de unos desconocidos, aunque luego se desveló que falleció por enfermedad, que el sistemático goteo de víctimas mortales a manos de unos pandilleros que operan con abierta impunidad en sus zonas de influencia.

Los asesinatos, extorsiones, secuestros, violaciones y malos tratos se suceden por decenas a diario en Honduras, Guatemala y El Salvador. Muchas veces enmascarados en las estadísticas.

En El Salvador murieron asesinadas 81 personas por cada 100.000 habitantes en 2016. Cifras de guerra civil, muy similares en cuanto a número de homicidios a las que registran Guatemala y Honduras, cuya segunda ciudad, San Pedro de Sula, es una de las urbes más peligrosas del mundo.

Cada día en Guatemala mueren asesinados dos niños, 40 se quedan huérfanos como consecuencia de la violencia, 31 sufren maltrato y 23 son víctimas de abusos sexuales. Los extorsionadores asesinan a centenares de conductores de los servicios de autobuses y barrios enteros están en manos de los delincuentes, que cobran un impuesto a cada comerciante.

De la indiferencia no se libran tampoco países con menos incidencia como Panamá, donde solo salta la alarma cuando el suceso se produce en las proximidades de su flamante centro financiero; o en Costa Rica, singularmente en su Caribe, donde las cifras de violencia amenazan ya su boyante industria turística.

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