La pareja que se aferra al poder en Nicaragua

Nicaragüenses acuden a las urnas para elegir a su nuevo presidente / EFE
Afp
06 de noviembre 2016 - 12:29

Daniel Ortega, un exguerrillero marxista que luchó contra la dictadura somocista y ha gobernado tres veces Nicaragua con estilo autocrático, se encamina a conquistar nuevamente el poder, pero esta vez con su esposa, la poetisa Rosario Murillo, como vicepresidenta.

"El comandante", como le llaman sus seguidores, tiene casi asegurada la reelección este domingo, en una elección que no contará con la oposición tras ser excluida por un fallo de la justicia. Sus detractores lo acusan de querer instaurar una dinastía familiar similar a la Somoza, que el entonces insurgente Frente Sandinista (FSLN) derrocó en 1979 tras cuatro décadas en el poder.

Ortega presidió el gobierno revolucionario sandinista con el apoyo de Cuba y la entonces Unión Soviética, en medio de una guerra contra la guerrilla de los "Contras" apoyados por Washington, que dejó unos 35.000 muertos.

Con la economía en ruinas y tras diez años al frente del país, Ortega perdió las elecciones de 1990, pero logró pasar 17 años "gobernando desde abajo", con el FSLN en la oposición, desde donde promovió violentas protestas y negoció reformas con la derecha en el poder.

Volvió a gobernar tras los comicios de 2006, favorecido por la repentina muerte del popular excandidato a la presidencia Herty Lewites, un disidente sandinista que agrupaba a los sectores que cuestionaban el liderazgo de Ortega en el FSLN.

Nuevamente en el gobierno, el exguerrillero maniobró para asumir gradualmente el control de todo el aparato estatal, la policía, el ejército y anular a potenciales opositores de la derecha liberal como de la disidencia sandinista que lo tilda de "dictador".

Con el respaldo de la millonaria cooperación petrolera venezolana, impulsó programas para los pobres --su base electoral-- en uno de los países más empobrecidos de América Latina y se alió al gran capital con promesas de estabilidad a cambio de que se alejaran de la política.

Estableció buenas relaciones con Estados Unidos, alejando el fantasma de la guerra que rodeó por años su figura, dinamizó el comercio y reforzó la seguridad interna del país, hoy el más seguro de Centroamérica.

Un polémico fallo judicial lo habilitó para postularse a la reelección en 2011, pese a que estaba prohibido, y tres años después el Parlamento --dominado por su partido-- dio luz verde a la reelección presidencial indefinida con una enmienda constitucional.

Su visión maquiavélica de la política, combinada con su destreza para hacer alianzas e imponer su voluntad aplastando sin piedad a los que se le oponen, convirtieron a Ortega en el máximo líder del FSLN, al que se integró en 1963.

Nacido el 11 de noviembre de 1945 en el pueblo minero La libertad, Ortega tuvo cinco hermanos, pero de ellos sólo Humberto, exjefe del ejército.

Abandonó la carrera de Derecho para colaborar con el FSLN y pasó siete años preso en una cárcel somocista, en la que fue torturado.

así desarrolló un olfato político, que unos describen como hombre pragmático, frío y desconfiado y otros tildan de comprensivo, humano y sencillo, gobierna recluido en una residencia de Managua fuertemente custodiada.

Es reacio a viajar, dar entrevistas, conferencias de prensa, se desplaza en un lujoso Mercedes Benz y considera que los que cuestionan su dirección son traidores.

La Chayo, la leal heredera

Ortega ha reducido sus apariciones públicas en los dos últimos años, pero hace acto de presencia a través de su "leal compañera" Rosario Murillo, de 65 años, con quien tiene nueve hijos, dos de ellos adoptados.

"Es una mujer muy inteligente" que ha sabido ganarse su espacio en la política, dice a la AFP el exguerrillero Edén Pastora, quien la compara con Margaret Thatcher e Indira Gandhi.

Poetisa y muy trabajadora, "la Chayo", como se le conoce, no solo es la primera dama del país: dirige la comunicación y controla la agenda oficial, sin que nadie se atreva a decir ni hacer nada sin su permiso.

En sus intervenciones diarias en medios oficialistas, informa sobre la marcha del "buen gobierno", regaña en público a los funcionarios y lee poemas.

"El papel de Rosario Murillo ante su inminente elección como vicepresidenta seguirá siendo sumamente importante. Se trata de una de las imágenes mediática más poderosas del gobierno" en el cual "ha asumido en muchas ocasiones funciones de jefe de estado", dijo a la AFP la analista y académica mexicana Verónica Rueda, de la Universidad de Quintana Roo.

Domina el inglés y el francés y captura la atención con su larga cabellera, trajes coloridos, excesivos collares, pulseras y anillos que evocan el estilo hippie de los años 60.

Es "supersticiosa", encantadora y compleja, dice su antigua compañera de lucha, la escritora nicaragüense Gioconda Belli, actualmente opositora al gobierno.

Murillo se forjó como revolucionaria en la lucha contra la dictadura somocista y en 1977, estando en la clandestinidad, conoció a Ortega, con quien se casó formalmente hace 11 años.

Apoyó a Ortega cuando su hija Zoilamérica Narváez, fruto de su primer matrimonio, le acusó en 1998 de haber abusado sexualmente de ella desde los 11 años.

Los cargos fueron rechazados por una jueza sandinista y Zoilamérica vive exiliada en Costa Rica.

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