Indignación y miedo en Paraisópolis, la favela en la que murieron nueve jóvenes

Registro de la calle de la favela paulista de Paraisópolis donde la madrugada de este domingo se registró una tragedia, luego de que una intervención policial durante una fiesta funk terminara en una estampida que provocó la muerte de nueve asistentes a la celebración.
Registro de la calle de la favela paulista de Paraisópolis donde la madrugada de este domingo se registró una tragedia, luego de que una intervención policial durante una fiesta funk terminara en una estampida que provocó la muerte de nueve asistentes a la celebración. / EFE
Efe
02 de diciembre 2019 - 16:04

En las calles de Paraisópolis, la segunda mayor favela de Sao Paulo, la indignación y el miedo se han apoderado de los vecinos de esta barriada pobre donde el domingo murieron nueve jóvenes pisoteados tras una incursión policial en una multitudinaria fiesta de funk.

Pocos quieren comentar la tragedia que la víspera golpeó a Paraisópolis y quienes lo hacen, susurran en voz baja o piden hablar entre cuatro paredes por temor a represalias de la propia policía o de los grupos de narcotraficantes que controlan tanto la favela como la "DZ7", como popularmente se conoce la macrofiesta que cada fin de semana toma la calle Ernest Renan.

A pocos metros de la vía, en una humilde casa situada en una de las cientos de estrechas callejuelas sin salida que se esconden por la favela, María (nombre ficticio) despertó la madrugada del domingo con los gritos de auxilio y con el ruido de disparos.

Era poco más de las 5.00 de la madrugada y la policía acababa de irrumpir en la fiesta en la que participaban más de 5.000 jóvenes con bombas de gas lacrimógeno y balas de perdigones, provocando una avalancha humana que acabó con la muerte de 9 jóvenes pisoteados, entre ellos cuatro menores de edad, y ninguno mayor de 23 años.

"No todo el mundo que estaba en el baile es de Paraisópolis. Las personas no sabían cuál era la salida y se quedaron como unas cucarachas mareadas, sin saber por donde correr", cuenta en declaraciones a Efe.

Cuando amaneció y salió de casa para ir al trabajo, se deparó con una "escena de terror". En el asfalto había un reguero de sangre, zapatos, gorras, joyas, carteras, carnés de identidad y algunas latas de spray de gas de pimienta empleadas por la policía durante el operativo.

Según la versión de las autoridades, la avalancha se produjo después de que los agentes se adentraran en la fiesta en busca de dos sospechosos que se habían escondido entre la multitud tras disparar contra los uniformados durante una persecución.

La policía asegura que en ese momento fue recibida con botellazos y piedras y respondió lanzando gas lacrimógeno y balas de goma para preservar la seguridad de los agentes.

Pero la versión oficial contrasta con la de Carlos, propietario de un bar en la calle Ernest Renan y quien estaba presente cuando la confusión se apoderó de la fiesta.

"La policía no perseguía a nadie. Su versión es mentira. Y los jóvenes no fueron pisoteados, a algunos los mató la policía", asegura a Efe a las puertas de su negocio, cuya facturación depende en gran parte del "baile funk" que de jueves a domingo abarrota esta estrecha vía de Paraisópolis.

Los vídeos grabados por algunos vecinos y que circulan a través de las redes sociales muestran a cientos de jóvenes siendo acorralados por la policía en estrechos callejones, mientras otros son golpeados con virulencia.

Todos, sin embargo, coinciden en que los operativos policiales en esta comunidad, en la que viven más de 55.000 personas, han aumentado en los últimos meses, una especie de "represalia", dicen, después de que un agente muriera en un enfrentamiento con delincuentes.

EL "BAILE FUNK", UNA REALIDAD DE LA FAVELA

A diferencia de otros vecinos, E.S. pide la palabra. Deja claro que está a favor de la prohibición de los "bailes funk", como son conocidas las multitudinarias fiestas al aire libre organizadas todos los finales de semana en las favelas, pero condena de forma vehemente la manera en que la policía intenta acabar con este "problema".

"Ayudamos a una niña que estaba desmayada en el garaje de mi casa. La policía estaba en la esquina y todo el mundo que salía de aquí les pegaba, las personas no reaccionaban", asegura esta madre de tres hijos, quien teme la violencia de los "que supuestamente deberían de protegerla".

Las macrofiestas a ritmo del funk carioca, un género que nació como música marginal en las favelas de Río de Janeiro, se ha extendido por las comunidades de todo el país, entre ellas Paraisópolis, adonde cada fin de semana llegan jóvenes, muchos de ellos menores de edad, de diversas parte de Sao Paulo.

La música que resuena con fuerza por los altavoces esparcidos a lo largo de la calle ha hecho "rehenes" a centenas de vecinos, trabajadores que desde hace años luchan sin éxito por impedir la celebración de estas fiestas.

"No dormimos por la noche, estamos atrapados dentro de casa. Si algún día necesito auxilio porque me encuentro mal, morimos aquí, porque no hay como salir. Tengo una hija que no duerme bien y tuve que cambiar los cristales de casa para intentar dormir. Somos rehenes aquí", señala María, aunque admite que ese tipo de fiesta beneficia al comercio local y de ella dependen muchas familias de la región.

La policía, por su parte, denuncia que estos bailes son una fachada para la delincuencia y el tráfico de drogas.

"Hay drogas, a las menores les dejan embarazadas, hay sexo, también roban (...)" declaró la víspera el comisario de guardia de la Policía Militar, Emiliano da Silva Neto.

La Asociación de Vecinos de Paraisópolis, sin embargo, asegura que los "bailes funk" son un espacio de distracción ante "la falta de oportunidades culturales" en la favela, donde "no hay oportunidades de entretenimiento, como en los barrios ricos".

"El abordaje en Vila Madalena (barrio bohemio de clase media alta) y en Paraisópolis es diferente. Allí les tratan con educación, aquí las personas son tratadas como perros", denuncia el presidente de la asociación, Gilson Rodrigues.

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