Michelle Obama pide a las niñas argentinas ser agentes de cambio

La primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, ofrece una conferencia sobre la iniciativa Let Girls Learn en Buenos Aires (Argentina).
La primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, ofrece una conferencia sobre la iniciativa Let Girls Learn en Buenos Aires (Argentina). / EFE
Efe
23 de marzo 2016 - 14:35

La primera dama estadounidense, Michelle Obama, pidió hoy a las niñas argentinas que se eduquen para convertirse en "agentes de cambio" y para empoderar a las mujeres, en una charla de su programa Let Girls Learn en Buenos Aires, donde se encuentra de visita oficial con su marido, Barack Obama.

"Gracias a mi educación tuve oportunidades que mis padres nunca pudieron soñar para ellos. Estoy aquí porque quiero lo mismo para todas ustedes. No importa qué obstáculos o desafíos enfrentéis, quiero instaros a que os déis la educación que necesitáis para haceros oír en el mundo", expresó la primera dama, frente a un auditorio con medio millar de niñas argentinas adolescentes.

Uniformes escolares y caras ilusionadas llenaron hoy el barrio porteño de Barracas, en la zona sur de la capital (más humilde que la parte norte), para escuchar a la esposa del mandatario estadounidense, que apareció vestida de azul y sonriente tras una breve presentación por parte de su homóloga argentina, Juliana Awada.

En un país en el que cada año unas 180.000 chicas de entre 14 y 18 años abandonan la escuela sin completar la educación secundaria, la esposa de Mauricio Macri agradeció la "inspiración" de Michelle Obama en la lucha por la igualdad de las mujeres.

"Yo crecí en un barrio como este, en la parte sur de Chicago (...) Tuve la fortuna de ser criada por padres muy trabajadores. Ninguno de ellos tenía un título universitario y no hacían mucho dinero", contó la primera dama estadounidense.

En una pequeña habitación compartida con su hermano, cuyo ancho apenas daba para abrir los brazos, Michelle Obama soñaba con ir a la mejor universidad, convertirse en abogada y ayudar a familias trabajadoras como la suya.

Llegó hasta Harvard, pero el camino no fue fácil: encontró maestros que no creían que fuera suficientemente lista, hombres que tratan a las mujeres como si fueran objetos que se pueden poseer, gente que no creía que una mujer deba tener ambiciones...

"Empecé a darme cuenta de que las esperanzas que tenía para mí entraban en conflicto con los mensajes que recibía de la gente a mi alrededor. Mensajes que decían que, de alguna manera, mi voz era menos importante, que el aspecto de mi cuerpo era más importante que cómo funcionaba mi mente", prosiguió.

Problemas compartidos por mujeres de todo el mundo, como los salarios más bajos, la violencia doméstica o la imposibilidad de conciliar la vida familiar con la carrera profesional, ocuparon otra parte de su discurso.

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