Tregua de FARC: oportunidad de reducir conflicto en Colombia y reencauzar la paz

FARC negociaciones
Las FARC declaro tregua unilateral. / AFP
Afp
09 de julio 2015 - 11:37

La tregua unilateral anunciada por las FARC a partir del 20 de julio es una nueva oportunidad para reducir la confrontación en Colombia y reencauzar las conversaciones con esa guerrilla, tras una escalada violenta que aumentó el pesimismo sobre el proceso de paz, según analistas.

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas) informaron el miércoles en Cuba, donde negocian con el gobierno colombiano para terminar un conflicto de medio siglo, que cesarán su actividad armada por un mes para encaminar la discusión hacia una tregua bilateral y definitiva.

El gesto fue bien recibido por el presidente Juan Manuel Santos, quien sin embargo aseguró que es "insuficiente" si en paralelo no se aceleran las pláticas para alcanzar un acuerdo que acabe definitivamente con la conflagración interna.

Los diálogos de paz avanzan en Cuba desde 2012 sin una tregua bilateral en Colombia por exigencia de Santos, quien considera que la guerrilla la aprovecharía para fortalecerse.

Para el profesor de la Universidad Nacional (UN) Carlos Medina, la decisión de las FARC es "una puerta que se abre para fomentar el desescalamiento del conflicto", especialmente luego de que en las últimas semanas aumentaran los ataques guerrilleros y con ellos la desesperanza de la ciudadanía.

"No podemos continuar en un proceso que siga acabando con el entusiasmo en el país, porque cada acto de guerra hace que se pierda credibilidad, que haya distanciamiento de la población", dijo a la AFP Medina, miembro del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz de la UN.

El gobierno y las FARC se achacan mutuamente el haber encendido la chispa que condujo al actual recrudecimiento del conflicto, que en más de 50 años ha dejado oficialmente al menos 220.000 muertos.

El primer gran incidente ocurrió en abril, cuando una emboscada guerrillera dejó 11 militares muertos y desencadenó el reinicio de los bombardeos del gobierno, suspendidos por Santos desde mediados de marzo para "desescalar" el conflicto.

Con la muerte de una veintena de rebeldes por los ataques aéreos, las FARC rompieron en mayo la tregua unilateral indefinida que habían decretado en diciembre e incrementaron su accionar, principalmente contra unidades militares e infraestructura energética, provocando graves daños ambientales y a la población.

Gesto que "oxigena"

La ofensiva de las FARC generó pesimismo entre los colombianos y, según un sondeo de mediados de junio, 47,5% opinaba que el gobierno debía en consecuencia romper los diálogos, frente a 17,8% que consideraba que se debía seguir negociando.

En Cuba, un diplomático que sigue las negociaciones de paz dijo a la AFP que "el proceso venía en franco deterioro y nubes negras amenazaban su supervivencia", por lo que "el gesto de las FARC (lo) oxigena".

"No podemos menos que saludar con entusiasmo la iniciativa fariana, pues abre espacios para que el gobierno también responda con medidas efectivas en procura del desescalamiento y eventualmente de un cese bilateral", dijo esta fuente que pidió mantener el anonimato.

Según el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC), la violencia ejercida por las FARC en junio fue "la más alta" desde el comienzo de las negociaciones e incluyó 24 hostigamientos a la fuerza pública, 21 ataques contra infraestructura energética, nueve incendios de vehículos de carga, cuatro emboscadas y la muerte de varios uniformados.

El director del CERAC, Jorge Restrepo, explicó que aunque "es mejor tener un cese unilateral a mantener la confrontación", porque "probablemente va a existir una reducción de la violencia", esto no es lo ideal.

"Mejor sería que se discutiera lo más pronto posible el cese bilateral (...) estamos en el momento definitivo del proceso de negociación, porque ya casi se agotó la agenda, y no hay ninguna razón para mantener la confrontación", aseguró Restrepo, quien considera que la tregua unilateral "sigue siendo una amenaza del uso de la violencia".

El gobierno y las FARC han consensuado tres de los seis puntos en agenda y acordado además un programa de desminado y la creación de una Comisión de la Verdad. Aunque están cerca de cerrar un acuerdo parcial sobre reparación de víctimas, aún restan puntos espinosos: como la justicia transicional para los desmovilizados y la dejación de armas.

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