Los panameños que serán testigos del ‘Alcanzamos por fin la victoria…’

Jugadores de la Selección de Panamá durante su entrenamiento.
Jugadores de la Selección de Panamá durante su entrenamiento. / AFP

Un chiricano, una coclesana y un capitalino entran a un bar. No es el inicio de un chiste, es la previa al debut mundialista de Panamá.

El escenario es la ciudad de Sochi, en Rusia. Cerveza en mano, un hombre oriundo del distrito de Boquerón en la altiva provincia de Chiriquí salta de emoción. Lleva puesto un sombrero típico. Un periodista se le acerca y le pregunta qué tuvo que hacer para estar aquí. ¿Empeñar artículos? ¿Vender el carro?

“¡Trabajar! ¡Trabajar mucho!”, responde.

De Chiriquí a Rusia hay 12,156 kilómetros de distancia. Al igual que la selección mayor de Panamá este hombre no llegó tomando atajos. Están aquí por su sacrificio y compromiso. Mucho trabajo.

Panamá no era favorita para clasificar, pero aquí estamos, en Rusia. Directo y sin pasar por repechaje.

Las expectativas no son altas para nuestro país. “Den gracias por estar allí, no pidan más”, dijo Diego Armando Maradona. La propia fanaticada istmeña sabe que las probabilidades son bajas. En las oficinas se hacen “pollas” en las que se apuesta por la cantidad de goles que vayamos a recibir. Decimos que con meter un gol estaremos contentos. Aspirar a un empate suena incluso ambicioso.

Pero el corazón dice otra cosa.

Cuando las notas del himno nacional empiecen a sonar en Sochi, todo Panamá se estremecerá con la emoción. Cuando suene el pitazo inicial, con nuestros 11 gladiadores frente a los once de Bélgica, nos olvidaremos por un instante que estamos frente a una potencia del fútbol europeo, ante el escenario más grande del fútbol mundial. Nos olvidaremos por un instante que somos un país pequeño y que nuestro equipo tiene mil falencias. Una parte de nosotros se atreverá a soñar.

¿Por qué no?

¿Por qué no ganarle a Bélgica? ¿Por qué no puede ocurrir un milagro?

Junto al hombre de Boquerón hay una mujer que vino desde Aguadulce, Coclé. Hizo un periplo pasando por Inglaterra y Turquía antes de finalmente llegar a Sochi. Ella quiere soñar.

En Panamá tenemos un expresidente preso, una Asamblea Nacional plagada de escándalos y una justicia en entredicho.

Por 90 minutos nada de eso importará.

¿Por qué no puede ocurrir un milagro? ¿Por qué no creer en un final feliz?

“¡En Rusia pa’ que respeten! ¡Qué viva Panamá!”, grita un tercer fanático, este proveniente de la Ciudad de Panamá. Se “paveó” de la universidad para estar aquí. Vino con su papá.

Es de noche en Sochi. Quedan un par de horas para que inicie el partido.

El estadio de Sochi tiene especificaciones olímpicas y se encuentra en la máxima categoría de la UEFA (Federación de Fútbol Europea). Su forma es ovalada, parcialmente techado se abre a los cielos. La bandera de Panamá ondeará en ese estadio.

No pensaremos en probabilidades, ni en frustraciones. No pensaremos en Martinelli, ni en la Asamblea. Panamá será un solo corazón batiente de ilusión.

Es la magia del fútbol.

Aunque solo sea por 90 minutos, ¿por qué no puede ocurrir un milagro?

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