Monseñor Emiliani, un salvador en medio de la rivalidad en Honduras

La difícil misión de rehabilitar a las maras en Honduras
Aris Ábrego - Periodista
11 de octubre 2016 - 21:16

TVN/TVN Noticias ingresó a la Cárcel de San Pedro Sula en Honduras. Ahí monseñor Rómulo Emiliani, encabeza una causa que parece más bien un penitencia, rehabilitar a los delincuentes comunes y a miembros de las mara Salvatrucha y la M-18.

A través de su fundación Unidos por la Vida, monseñor Emiliani les enseña ebanistería y soldadura a ambas maras, consideradas como los grupos más peligrosos delincuenciales en Centroamérica.

Al llegar al presidio no se permitió el acceso de las cámaras de TVN Noticias, desde Tegucigalpa, se había cancelado la autorización. Aun así, se pudo penetrar esos muros que desde la parte superior son custodiados por mareros.

En su interior ambas maras gozan de muchos privilegios, toman agua embotellada, tienen televisión por cable, varios aires acondicionados, lavadoras y secadoras, entre otras comodidades.

Un video filtrado y proporcionado a TVN Noticias muestra cómo viven y trabajan ambas pandillas, aunque están separadas, los programas de resocialización son los mismos.

Desde hace más de 10 años monseñor Emiliani lleva sobre sus hombros la construcción de una nueva cárcel. Cuando se concluya, sería la segunda más grande de Centroamérica seguida de la Mega Joya de Panamá.

Reto para monseñor Emiliani

Pero, ¿Por qué monseñor Emiliani asumió este reto? Todo inició cuando empezó a trabajar con los detenidos y las maras.

Con esta cárcel se eliminaría el presidio central del Valle de Sula, el cual en la actualidad es inhumano pero igualmente inseguro, pues hace poco se incendió una parte del reclusorio donde varios presos murieron quemados.

Detrás de estos muros existe todo un mundo. Hay un mercado de verduras dominado por los privados de libertad, se vende sodas, refrescos, agua, comida, ropa, golosinas, cigarrillos y lógicamente hay armas y droga.

El propósito de monseñor es devolverle la dignidad a los reclusos, muchos están confinados hasta de más de 40 personas en una sola celda, en las que el mal olor y las condiciones infrahumanas son inimaginables.

Las nuevas celdas serán de dos y 9 personas con patios para resocialización, pero ambas maras estarán también separadas, lo que no cambiará es el programa de soldadura, granja y ebanistería.

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