Las renovadas carencias de la educación pública panameña

Estudiantes.
Estudiantes en una escuela en Panamá / TVN Noticias
Efe
10 de marzo 2019 - 13:08

Escuelas rancho, maestros multigrado, caminos inaccesibles, bajo rendimiento académico, educadores atrincherados en sindicatos, persisten en el sistema de educación pública panameña que mañana recibirá a casi 900 mil estudiantes en 3.086 centros, de los cuales unos 400 aun están en reparación y 31 no podrán abrir normalmente.

Estas son algunas claves del panorama educativo público, que este año destina 2.465 millones de dólares o casi el 13 % del presupuesto del Estado, el 77 por ciento se va en pago de salarios y funcionamiento:

Escuelas rancho: Pese a la intensa propaganda de inversiones, sobretodo en los últimos quince años, al día de hoy persiste este deficiente sistema de casi 200 escuelas precarias -a veces cuatro palos con techo de hoja de palma- donde estudiantes apiñados reciben instrucción pública de abnegados maestros, sobretodo en las áreas indígenas.

Este gobierno dice que ha invertido casi 300 millones de dólares en erradicarlas, desde 2014, pero allí están varias listas para seguir dando la "milla extra", porque también es una realidad que las empresas constructoras no muestran mucho interés en estos proyectos por la dificultad en llegar a los lugares remotos por falta de infraestructura, lo que dispara los costos.

Educadores multigrado: Otra limitación en el sistema para dar igualdad de oportunidades es que en muchas áreas remotas siguen trabajando los educadores multigrado, que a veces cuentan con infraestructura básica, pero no divisiones de aulas ni suficientes colegas y tienen que educar desde primero a sexto grados (primaria) en el mismo salón a los niños, al mismo tiempo. Otros toman a los estudiantes de premedia (séptimo a noveno grado).

Cuando en 2015 empezó el primer año escolar de este gobierno existían 2.135 escuelas multigrado, de las cuales 16 estaban en el área urbana -la mayoría en las provincias de Panamá y Panamá Oeste-; 1.678 se ubicaban en las zonas rurales y 432 en las indígenas, según estadísticas publicadas de la Dirección de Planeamiento Educativo del Ministerio de Educación (Meduca).

Es un sistema que buscaba acercar la educación a la población más aislada y pobre legitimado desde 2006 y evaluado por organismos internacionales especializados, que, ahora a juicio de muchos educadores y empresarios, perpetúa la pobreza, no prepara a los estudiantes para poder acceder a la educación universitaria y está carente de las nuevas tecnologías, que pueden ayudar a cerrar las inequidades.

Caminos inaccesibles: Aunque en este gobierno se han emprendido obras de infraestructura básica como sanidad, carreteras y escuelas nuevas, persisten poblaciones de difícil acceso con caminos que causan muertes, como uno de los casos de octubre pasado de varios educadores y estudiantes ahogados al cruzar un río caudaloso en un vehículo arrastrado por una cabeza de agua, otra muerta en septiembre también por inmersión, o de los dos educadores en junio que perecieron al derrapar un vehículo en una trocha. Todos en la comarca Ngäbe Buglé.

Es pan de todos los días que cientos de estudiantes pobres caminen horas para llegar a su escuela, ida y vuelta, en las comarcas indígenas y áreas alejadas de las urbes, incluso en la capital de Panamá, lo que no solo atenta contra sus deseos de aprender, sino que los expone físicamente a la inseguridad y delincuencia.

Bajo rendimiento académico: Panamá se ausentó de las pruebas del Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (Pisa, por sus siglas en inglés) de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) desde el gobierno anterior (2009-2014), luego de quedar último y penúltimo en 2009 en las pruebas de matemáticas, ciencias y lectura, pero regresó en 2018, cuando aplicó las pruebas nacionales a 6.300 estudiantes en todo el país; los resultados se revelarán en diciembre de este año, cuando esté otra administración al frente del Estado.

En el año 2016, desertaron 12.000 estudiantes, en el 2017 otros 12.500 y en el 2018, unos 14.000 no terminaron el ciclo educativo. Además el año pasado el sistema produjo más de 50.000 fracasos escolares (37.000 en 2017 y 38.600 en 2016), lo que evidencia un grave problema, pese a que el Estado regala una "Beca Universal" a todos los estudiantes, sin incentivar la excelencia en el rendimiento académico, con la esperanza de que al menos logren un diploma de duodécimo grado o bachillerato. No es así.

Sindicatos: Satanizados por cada gobierno de turno por su monolítica convergencia de intereses en cuando reivindicaciones salariales, los varios sindicatos, federaciones y confederaciones de educadores panameños son la voz cantante del sistema para ciertas situaciones, como los atrasos de largos meses en el pago a los educadores nuevos o recién trasladados, pero en cuanto a la calidad educativa tienen cuentas que rendir también, pues las semanas de reentrenamiento que se programan por ley cada año no son atendidas por muchos de ellos con la debida diligencia.

Se quejan de falta de recursos, de condiciones adecuadas, pero no aceptan ser evaluados periódicamente y no dudan en dejar a sus pupilos sin clases cuando de presionar para una revisión salarial se trata, lo que los distancia de las federaciones y asociaciones de padres de familia.

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