Expertos reclaman al Gobierno una nueva política que saque al turismo de su crisis

Bloque 1: El turismo caía en picada, pero se estabilizó

Panamá no tiene una política clara en turismo pese a la amplia oferta y recursos que posee a mano, concluyeron especialistas este domingo, tras analizar la crisis por la que atraviesa la llamada “industria sin chimenea” local.

“No nos hemos enfocado en definir qué es Panamá (como producto turístico), no tenemos una estrategia clara y no nos ponemos de acuerdo”, reconoció Sara Pardo, de la Asociación de Hoteles, en el programa Radar, de TVN Noticias.

Ese es el área más golpeada de la ya oficial crisis en el sector del turismo. Según el ministro de Turismo, Gustavo Him, entre 2016 y 2017 entraron al país 1.1% turistas menos. “Los costos de venir a Panamá se han incrementado”, dijo Him.

Eso parece ser mucho para un país en el que, de acuerdo con la empresaria y viajera experimentada Úrsula Kiener “el turismo representa más ingresos que el Canal”. ($640 millones, de acuerdo con la Autoridad de Turismo).

Pardo, por su parte, insistió en que hay una baja ocupación hotelera (cerca del 50% a principios de año, aunque ha llegado al 45%) y que eso es diagnóstico sobre cómo se está moviendo la industria.

“Desde 2010 fuimos voceros de que venía un problema… y no vemos que vaya a haber un cambio en los próximos dos años. Hubo un crecimiento muy grande, se apostaron a muchísimas cosas, entre ellas el centro de convenciones de Amador, que debió estar abierto antes del final de la administración pasada”, y aún sigue en obras, planteó Pardo.

Esto ha incidido en el turismo de negocios, uno de los fuertes de Panamá.

Investigaciones de fiscales del Ministerio Público señalan que los fondos para ese centro de convenciones fueron desviados de su propósito por funcionarios y empresarios que actualmente están bajo investigación.

El turoperador Enrique Pesantez sostuvo que la baja ocupación hotelera es también una prueba de cómo van negocios como el suyo. “Tienen que incluirnos como afectados”.

Para el experto, parte de la crisis tiene que ver con la forma en la que se ha vendido el turismo panameño en estos tiempos complejos. “Panamá no es un destino barato, es un producto boutique. Todo el mundo está tratando de traer el cliente al menor costo posible… el cliente que no se gasta un dólar en una buena comida. Y ese cliente no nos está ayudando, está desgastando el producto Panamá”, advirtió.

El turoperador también cuestionó que el sistema no se haya dado cuenta de que el turismo no puede girar exclusivamente en torno a los visitantes corporativos, los que vienen para convenciones y a cerrar negocios.

“En Panamá las temporadas altas y bajas se sienten con muy poca diferencia. Todos mantienen la misma tarifa todo el año”, advirtió. Además, para él, Panamá ha demostrado no ser un destino para familias: la mayor parte de las camas disponibles en hoteles son sencillas y los precios para niños de más de dos años suelen costar lo mismo que para adultos.

Úrsula Kiener sostiene que es necesario mirar a los "millenials" realmente como un público meta. Panamá no lo hace porque, a su juicio, tiene precios de vuelos caros. Ellos demandan de experiencias más auténticas.

“Los hoteles tienen que hacer la transición para ofrecer eso a sus clientes”, insistió.

Su planteamiento pone sobre el tapete otra realidad: la penetración de plataformas como Airbnb al mercado. La Autoridad de Turismo estima que en Panamá cerca del 20% de la ocupación “hotelera” está en manos de herramientas como éstas.

“Airbnb es hospedaje clandestino en Ciudad de Panamá. Hemos tenido dos reuniones con ellos y están dispuestos a pagar impuestos. Pero no queremos tomar decisión sin consulta con el sector hotelero… porque Airbnb vende y esa plata se va del país”, dijo Him, quien ya había anunciado lo mismo en julio pasado.

Para el funcionario, hay un asunto más que reconocer: “Panamá no es para turistas. Es para los que quieran vivir una experiencia por sí solos. No tenemos guías ni grandes exhibiciones”.

Hildegard Vásquez, arquitecta y residente del Casco Viejo de Panamá, sostiene que el problema del turismo es más profundo: la ciudad, a su juicio, no tiene qué ofrecerle al visitante.

Puso el ejemplo del Parque Metropolitano: no hay dónde comer ni está conectado de forma eficiente con la ciudad. Gamboa: no hay oferta gastronómica. Los museos: o se caen a pedazos, están cerrados, son privados, o no tienen un sistema de tiquetes únicos que facilite su compra.

En el caso del Casco “se ve bonito desde afuera”. “Hemos mejorado las calles pero no hemos quitado los carros. El tráfico es insostenible. Y la basura… el pequeño comerciante necesita deshacerse de ella de manera sostenible”, plantea. La basura es uno de los problemas del que más se quejan los visitantes.

Entonces, desde su visión, en el turismo “vemos el negocio de Panamá, pero no Panamá como un negocio. Tenemos que ver el paquete completo”.

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