Estacionarse en el Complejo de la CSS, una verdadera prueba de paciencia

Aunque seguramente muchos de los profesionales de este país tienen acceso a la atención de salud privada estoy segura que muchos también alguna vez han tenido que asistir a la Caja de Seguro Social (CSS) a llevar a un familiar. En este artículo no me voy a enfocar en la lista de quejas por la atención que siempre expresan los asegurados sino de la odisea que representa encontrar un estacionamiento vacío.

La cita era en el Complejo Hospitalario de la CSS, un familiar requería hacerse una prueba especializada, llegamos a las 7:00 a.m., él se bajó y se fue a reportar mientras yo me fui a buscar un estacionamiento.

Recorrí todo el Complejo, con paciencia, a pesar de que había tenido que dejar solo a mi familiar, hice tres vueltas alrededor de la Universidad de Panamá, no tuve suerte así que ya desesperada me incorporé a la vía Transistmica y manejé hasta un supermercado ubicado a tres paradas de la CSS.

El comercio estaba repleto de estacionamientos vacíos, por supuesto para uso de los clientes, por lo que entré y compré mercancía para cooperar y de alguna manera retribuirle al comerciante el espacio que estaba utilizando. Después caminé hacia la parada del Colegio De La Salle y esperé varios minutos mientras los conductores se animaban a dejarme cruzar. Al otro lado me puse a esperar un autobús.

Aunque estaba sofocada fue grato porque conocí al señor Maximino, un panameño oriundo de La Pintada en Coclé, un ciudadano muy amable que me explicó cómo usar mi tarjeta del transporte público, él también iba para el Complejo pero a retirar unas medicinas, cuya receta había entregado dos horas antes.

En breve llegué a la parada de la CSS, crucé el puente y llegué a la sala de espera a aguardar por mi familiar.

La idea al salir era tomar un taxi para la comodidad del paciente pero cuando salimos como al mediodía, a pleno sol, había un cierre de los estudiantes de la Universidad de Panamá por los recortes presupuestarios, ningún auto podía pasar así que nos tocó caminar por la vía Transistmica hasta la parada que está debajo del puente vehicular, en la intersección con la avenida Ricardo J. Alfaro, fue allí que logramos subirnos a un taxi que nos cobró $2.00.

Por suerte mi familiar resistió, a pesar de que no había comido nada porque la prueba era en ayunas.

Esta historia refleja tan solo un poco de lo que seguramente tienen que vivir muchos asegurados todos los días y mi conclusión es que mejor es llegar en transporte público o selectivo.

Tal vez en la ciudad no hay suficientes espacios públicos para construir estacionamientos pero considero que se requiere pensar en una alternativa para estas instalaciones hospitalarias tan visitadas por los usuarios.

En la zona aledaña ni siquiera existe una opción de estacionamientos por pago.

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