Cámaras ocultas, una persistente amenaza para la intimidad de las surcoreanas

Cámaras ocultas, una persistente amenaza para la intimidad de las surcoreanas / EFE
Efe
17 de abril 2019 - 07:18

Nuevos casos de vídeos sexuales grabados y difundidos sin consentimiento han vuelto a subrayar la sensación de indefensión que padecen las surcoreanas a diario, el machismo que subyace bajo el fenómeno y el escaso efecto que están teniendo las medidas institucionales.

A principios de marzo estalló uno de los mayores escándalos que ha sacudido hasta hoy a la industria musical surcoreana, en el que se entrecruzan supuestas redes de prostitución o el presunto uso de drogas para abusar sexualmente de mujeres en clubes del pretencioso distrito de Gangnam en Seúl.

La investigación desveló también un chat en el que varios cantantes de K-Pop, entre ellos la superestrella Seungri, del grupo Bigbang (epicentro del caso), compartieron vídeos y fotos sexuales tomados sin el consentimiento de las mujeres que aparecían en ellos.

Casi al mismo tiempo la policía detenía a cuatro individuos acusados de ocultar cámaras en decenas de moteles por horas para parejas y montar una web de pago (que llegó a sumar 4.000 abonados) en la que transmitieron en directo la intimidad de unas 1.600 personas.

Escondieron las cámaras inalámbricas en soportes para secadores de pelo, receptores de televisión por cable o enchufes, tal como explica a Efe la inspectora Hong Hye-Jeong, de la unidad de violencia sexual cibernética de la Agencia Nacional de Policía (NPA).

Hong también confirma que en 2018 se produjo otro caso similar en moteles de Seúl, aunque en esa ocasión el sospechoso no compartió nada del material grabado en Internet.

Para las surcoreanas, no es ninguna sorpresa: desde el año pasado miles de ellas se han lanzado en la calle para denunciar que el "porno vengativo" y el "molka" -fotos y vídeos sexuales o íntimos grabados y distribuidos sin consentimiento- suponen desde hace tiempo un problema grave en Corea del Sur.

En estas manifestaciones, miles de mujeres mostraron su hartazgo ante la posibilidad de que se las grabe cuando practican sexo, van al baño o se cambian de ropa en sus casas (hay casos en los que se grabó a víctimas dentro de sus apartamentos usando potentes teleobjetivos).

Sin embargo, no parecen estar surtiendo efecto los llamamientos del Ejecutivo surcoreano, a raíz del aumento de denuncias, para investigar más a fondo los casos de "ciberdelincuencia sexual", endurecer las penas para los que graban y distribuyen material, o concienciar sobre el problema y el atentado contra la intimidad que implica.

La inspectora Hong señala que "es técnicamente imposible" prevenir cada caso de cámaras ocultas, pero asegura que la NPA ha desarrollado un nuevo sistema que detecta las señales inalámbricas a una distancia considerable.

"Ya que no podemos entrar en cada habitación de cada motel, hemos dado con un sistema para detectar señales desde los pasillos de los alojamientos", cuenta sobre esta tecnología que se distribuirá próximamente a unidades policiales en todo el país.

En cuanto a cerrar páginas web que alojan "molka", Hong recuerda que el cierre se complica porque la mayoría de las veces el servidor se encuentra en el extranjero.

Pero más allá de los elementos tecnológicos que permitan atajar el fenómeno, distintas editorialistas surcoreanas han señalado en las últimas semanas la cultura machista, misógina y de cosificación sexual que alimenta la cultura del "molka" y queda expuesta en el "caso Seungri".

Basta con leer el contenido de los chats desvelados en la investigación, donde además de intercambiar vídeos se habla en tono jocoso de administrar drogas a mujeres y violarlas, o las reacciones de algunos internautas al escándalo para ver que muchos surcoreanos no ven nada de malo en grabar, ver y compartir "molka".

"Ante todo, la gente no debería grabar vídeos sexuales ilegales e intercambiarlos con otros, y tampoco debería poder dar con ellos y tener deseo de verlos", explica Lee Hyo-rin, directora de Cyber Lion (organización que da apoyo a víctimas de estos crímenes) que cree que las medidas anunciadas desde 2017 por el Gobierno apenas han dado fruto.

"Necesitamos atajar este asunto desde distintos planos y la solución por el momento se limita más bien a regular la parcela 'online', pero debemos encararlo reglamentando también el mundo real", añade, "de manera que todos -Gobierno, sector privado, sociedad civil- deban estar involucrados para solucionarlo".

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