Jack Ma, el loco perseverante que revolucionó la forma de comprar en China

El presidente ejecutivo de Alibaba, Jack Ma.
El presidente ejecutivo de Alibaba, Jack Ma. / EFE
Efe
10 de septiembre 2018 - 06:25

El "loco Jack", así apodaban quienes conocieron en los años noventa a un joven maestro chino llamado Ma Yun que tenía un sueño remoto, conectar a las empresas chinas con el mundo cuando internet todavía no había llegado al (entonces no tan) gigante asiático.

Comenzaban a nacer los primeros negocios de internet cuando un treintañero Ma viajó a Estados Unidos a hacer de traductor y tuvo su primer contacto con la red, aquella herramienta con la que podía encontrarse cualquier cosa de cualquier parte del mundo.

Él probó, como ha contado en numerosas entrevistas, con un término sencillo, "cerveza de China", y no encontró nada. El país más poblado del mundo apenas aparecía en la herramienta llamada a cambiar el planeta.

Ahí, a mediados de los noventa, fue cuando en el cerebro de Ma se plantó la semilla del sueño que ha perseguido con ahínco durante casi dos décadas, hasta convertir al Grupo Alibaba en una de las empresas más exitosas de China y a él mismo en uno de los hombres más ricos, con una fortuna de 36,600 millones de dólares.

Nacido en Hangzhou (Zhejiang), donde actualmente tiene la sede la compañía, el Ma niño tenía tanto empeño por aprender inglés que cada día pedaleaba una hora para ir a un hotel donde había extranjeros, a quienes les hacía recorridos gratis por la ciudad.

Tras cuatro años suspendiendo las pruebas de acceso a la universidad, finalmente logró ingresar en la de Enseñanza de Hangzhou donde se graduó en 1988 como profesor de inglés y comercio internacional. Era la época en la que China comenzaba a abrirse al mundo con las reformas económicas de Deng Xiaoping.

Y fue también en estos años cuando conoció a su esposa, Zhang Ying, con quien se casó y tiene dos hijos, aunque ha llevado siempre su vida privada con discreción.

Ma comenzó a trabajar como profesor y, cuenta, fue rechazado en numerosas empresas, así como en la Harvard Business School, donde le denegaron el acceso en una veintena de ocasiones.

Tras su viaje de treintañero a Estados Unidos regresó a China y creó el primer proyecto piloto de su sueño, ChinaPages.com, un directorio de compañías chinas con el que trató, sin éxito, de convencer al Gobierno de la importancia de estar presente en las redes.

Tras el fracaso de su primer intento, en 1999 lanzaba con la ayuda de 17 amigos Alibaba.com, un mercado global en inglés con el que quería que los pequeños comercios dijeran "ábrete sésamo" al comercio global. La primera sede de la empresa, el salón de su casa.

Pese a que se lograron progresos y recaudaron millones de dólares de inversionistas, en los primeros años Alibaba no generó beneficios. "Never give up" (nunca te rindas), era el lema que Ma siempre llevaba por bandera en los tiempos duros, en aquellos años en los que evitaron la explosión de la "burbuja puntocom".

Comenzaron a generar beneficios en 2003, el año en el que se creó el portal Taobao, de quien hoy parten la mayoría de sus ingresos.

En 2007 la compañía comenzó a cotizar en Hong Kong y siete años más tarde y ya con numerosas empresas creadas bajo la marca (AliExpress, Alipay, Cainiao, entre otras) protagonizó la mayor salida a bolsa de la historia en Wall Street.

Un año antes, Ma había dejado la dirección ejecutiva de la firma en manos de Daniel Zhang, quien será también su sustituto en la presidencia.

Hoy todo en el gigante asiático habla de los éxitos de Alibaba. Desde la locura del tráfico en las grandes ciudades invadidas por los "kuaidis" (los motoristas que entregan a la velocidad de un rayo millones de paquetes) hasta los códigos QR de Alipay para pagar en cada negocio.

El sueño imposible del "loco Jack" se ha convertido en una realidad hasta el punto de que millones de personas de pueblos remotos, las conocidas como "aldeas Taobao", sobreviven y han logrado salir de la pobreza gracias al comercio electrónico.

En opinión del profesor de Finanzas y Negocios de la NYU Shanghái, Rodrigo Zeidan, la "dimensión humana" que Ma ha proyectado siempre es responsable de que sea una figura tan querida en China.

"Lo más importante que transmite es que uno puede intentar hacer el bien y ganar dinero al mismo tiempo. En un país que se está desarrollando rápido y donde todavía muchas personas luchan por sobrevivir, hay quienes se están enfocando en ganar dinero y la dimensión humana puede dejarse de lado", apuntó a Efe.

A diferencia de los dueños o directivos de otras grandes empresas que "son abiertamente agresivos y desagradables", él proyecta que "es una persona considerada y buena".

En su carta de despedida de hoy, Ma contó que a sus 54 años se siente todavía joven y tiene "muchos sueños que perseguir", ganas de "probar cosas nuevas" y de volver a sus orígenes, a la educación.

Quizás como profesor de tai chi, otra de las grandes pasiones de su vida, o como ponente, para que China y el mundo comprueben, gracias a sus famosos discursos histriónicos, que hay sueños locos que con perseverancia pueden convertirse en realidad.

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