Módulo espacial Tiangong se desintegra sobre el Pacífico sin causar daños

Imagen de radar del Tiangong-1 desde diferentes perspectivas tomadas a una altura orbital de aproximadamente 270 km sobre la superficie de la Tierra.
Imagen de radar del Tiangong-1 desde diferentes perspectivas tomadas a una altura orbital de aproximadamente 270 km sobre la superficie de la Tierra. / EFE
Efe
02 de abril 2018 - 06:03

Tras meses de incertidumbre por los hipotéticos daños que pudiera causar, el laboratorio espacial chino Tiangong-1 entró hoy en la atmósfera terrestre y se desintegró casi por completo a las 8.15 hora de Pekín (0.15 GMT) cuando sobrevolaba el centro de Pacífico Sur, lejos de cualquier área habitada.

El primer módulo de la serie Tiangong ("Palacio Celestial" en mandarín), que dejó de ser operativo el 16 de marzo de 2016 y orbitaba sin control alrededor de la Tierra, trazó en su "caída" una ruta noreste-suroeste en la que seguramente zonas de Argentina y Chile fueron las últimas áreas pobladas que sobrevoló.

De acuerdo con la Oficina de Viajes Espaciales Tripulados china, la entidad responsable del Tiangong-1, la mayor parte de su estructura se destruyó durante el proceso de entrada en la atmósfera por la fricción con ésta a altas velocidades, aunque algún resto pudo caer sobre las aguas del océano Pacífico.

Según los expertos, este tipo de chatarra espacial comienza a quemarse a 100 kilómetros de altura sobre nuestro planeta (primero piezas más pequeñas tales como antenas o paneles solares) y el principal cuerpo de su estructura lo hace a unos 80 kilómetros.

Algún fragmento puede resistir esta combustión, aunque por su pequeño tamaño ya no cae a las velocidades extremas de reentrada de estos aparatos (que pueden superar los 200.000 kilómetros por hora) sino a mucho menores, o incluso flotando lentamente en el aire.

El Ministerio de Exteriores chino señaló por su parte en su rueda de prensa diaria que no tenían constancia de que la operación de reentrada hubiera causado daños.

La caída de la nave Tiangong-1 había generado cierta incertidumbre desde finales del año pasado, cuando instituciones como la Agencia Espacial Europea advirtieron de su estado sin control y calcularon una amplia zona de posible impacto entre los paralelos 43 norte y 43 sur.

Ello suponía una enorme franja del planeta que comprendía toda África, casi todo el territorio de Sudamérica, Oceanía y América Central, el sur de EEUU, de Asia y el de Europa, incluyendo España, Italia o Grecia.

Esa incertidumbre causó que en la madrugada del sábado al domingo la observación de una gran bola de fuego sobre el cielo de España hiciera pensar a algunos que se trataba del Tiangong-1, aunque finalmente los astrónomos aclararan que se trataba de una roca procedente de un asteroide que sobrevoló el centro y sur del país.

El Tiangong-1, primer paso dado por China de cara a una futura estación espacial, fue puesto en órbita desde el centro de lanzamiento de Jiuquan (noroeste del país) el 29 de septiembre de 2011 y estuvo en funcionamiento cuatro años y medio, 30 meses más de lo inicialmente previsto.

Con él situado en una órbita a más de 300 kilómetros de altura sobre la Tierra, China probó los primeros acoplamientos de naves espaciales -una técnica vital para el funcionamiento de una estación permanente- y conectaron al laboratorio las misiones Shenzhou 8, 9 y 10.

El Tiangong-1 fue visitado por seis astronautas chinos, y en el país asiático el aparato se hizo especialmente famoso cuando en su interior la cosmonauta china Wang Yaping condujo en 2013 una serie de experimentos emitidos por televisión a millones de niños chinos y popularizó entre ellos la carrera espacial nacional.

"La imaginación científica que (Tiangong-1) generó entre los chinos es incalculable", destacó hoy el periodista experto en temas espaciales Bai Ruxue, citado por la agencia oficial Xinhua.

Con 8,5 toneladas de peso y 10,4 metros de longitud, el Tiangong-1 estaba compuesto de dos estructuras cilíndricas de 3,3 metros de diámetro en su parte más amplia, acompañadas de dos paneles solares de tres por siete metros de superficie, todo ello puesto en órbita por cohetes propulsores Larga Marcha-2FT1.

Pese a la alarma generada ante su posible caída, su tamaño era mucho menor que el de otros artefactos espaciales que reentraron en la atmósfera, como la estación soviético-rusa Mir, de 140 toneladas, que se desintegró al contacto con el aire terrestre en 2001, aunque algunos restos cayeron en el Pacífico.

El aparato espacial más grande cuyos fragmentos impactaron en tierra firme fue el laboratorio estadounidense Skylab, de 80 toneladas y del que algunas pequeñas partes cayeron en 1979 cerca de la localidad australiana de Esperance, en el oeste del país.

China lanzó en septiembre de 2016 otro laboratorio orbital, el Tiangong-2, que también ha sido visitado por astronautas del país, y tiene previsto proseguir esta carrera espacial con la puesta en órbita en la próxima década de su primera estación en el cosmos, aún no bautizada y que espera construir entre 2019 y 2022.

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