Contra el odio en internet, ¿porqué no lo discutimos?

Vista del logo de Facebook.
Vista del logo de Facebook. / EFE
21 de abril 2019 - 10:30

A los 74 años de edad, la señora H no esperaba verse forzada a seguir un programa de prevención de la delincuencia, y mucho menos por un mensaje colocado en la red Facebook.

Ocurrió hace un año: irritada por un artículo leído en internet, esta habitante de Viena reaccionó con un comentario extraordinariamente duro, al desear el envenenamiento de los inmigrantes llegados a Austria.

Para la septuagenaria, fue un comentario "espontáneo", escrito bajo emoción. Para la justicia, sin embargo, se trató de una "incitación al odio y a la violencia", un delito pasible de sanción penal en Austria.

"La policía me ha convocado y me dijo que no tenía el derecho de escribir eso. Yo pensaba que el procedimiento no pasaría de eso", dijo la mujer.

Pero las autoridades austríacas, enfrentadas -como todos los países europeos- a una multiplicación de los mensajes de odio en las redes sociales, fortalecieron su respuesta para tratar de frenar el fenómeno.

Desde 2017 diversas jurisdicciones, entre ellas la de Viena, ponen a prueba un programa de educación de civismo en la internet, bautizado "El diálogo antes que el odio".

- Pacificar la internet -

Los autores de comentarios como los de la señora H, la justicia puede proponer una pena alternativa a la sanción penal: seis meses de trabajos sobre buen comportamiento en línea, y estudio de temas como la desinformación, derechos humanos o los algoritmos de Facebook.

La idea es pacificar las redes sociales para que las personas puedan expresar sus puntos de vista sin denigrar a otros, explicó Nikolaus Tsekas, director de Neustart, el organismo de prevención de la delincuencia que administra el proyecto.

En particular, se trata de controlar la agresividad en las redes sociales en momentos en que Austria vive la campaña por las elecciones para el Parlamento Europeo, del 26 de mayo.

La entidad humanitaria Amnistía Internacional previno esta semana que analizaría las declaraciones de los candidatos italianos al Parlamento Europeo en las redes sociales para señalar eventuales "discursos de odio".

En Austria, la oposición de izquierda y diversas entidades de defensa de los derechos humanos acusan al partido de extrema derecha FPO, integrante de la coalición de gobierno, de atizar los antagonismos al multiplicar mensajes hostiles a los inmigrantes y demandantes de asilo.

En tanto, la ONG Mitmensch registró en un año veinte mensajes emitidos por responsables del FPO, incluyendo ministros, que pueden ser considerados racistas contra musulmanes.

En el grupo Neustart, los peritos son testigos directos de las consecuencias: "vemos a menos personas que nos dicen 'los políticos dicen eso, ¿porqué no lo puedo decir yo?'", lamentó Tsekas.

En noviembre pasado, la justicia obligó a un concejal municipal del FPO a seguir un curso sobre buenos modales en internet, después de haber volcado en Facebook toda su hostilidad contra una pieza publicitaria que mostraba una pareja de hombres -uno de ellos, de piel más oscura- con un bebé.

- Sin lavado de cerebro -

Además de los insultos a los homosexuales, los comentarios racistas y contra musulmanes constituyen la mayoría absoluta de los casos investigados por Neustart.

Austria incluso implementó varios mecanismos para que personas particulares puedan denunciar esos contenidos en declaraciones de funcionarios públicos.

El curso de Neustart incluye una quincena de módulos, individuales o en grupos.

Los inicios son siempre difíciles. Al encontrarse con AFP en su quinta sesión, la señora H está convencida de una cosa: "La libertad de expresión ya no existe, no tenemos más el derecho de decir lo que pensamos", se quejó.

Para la consejera Wioletta Rührer, se trata de una reacción clásica.

Su trabajo consiste en "estudiar la biografía, comprender sus miedos, investigar si la persona pudo haber sido ella misma víctima de discriminación" para hallar un camino hacia la empatía.

Otro "cliente" dijo haber ingresado al programa contra su voluntad, aunque al fin del curso pidió una nueva sesión.

"Mis opiniones, mis puntos de vista, no han cambiado", dijo este vienés en voz alta, "pero los diálogos con la consejera fueron muy interesantes, ya que me permiten reflexionar y comprender que ciertos calificativos son degradantes", dijo.

Dana Pajkovic, su tutora, dijo que se trataba de una "situación nueva" para esa persona, por tener que "enfrentarse a puntos de vista diferentes de los suyos".

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