Será el retiro de Mariano Rivera el fin de una era?
La Era de Mo ya es cosa del pasado y forma parte de la historia, ahora nosotros vivimos en una nueva era. El funeral vikingo de la temporada pasada hecho para el mejor relevista de la historia no solo ayudó a ponerle punto final a una carrera incomparable, sino también expuso a la realidad la escasez de cerradores estrella en el béisbol de las Grandes Ligas actualmente. ¿Craig Kimbrel? Sí, él da la talla. ¿Y después quién? ¿Greg Holland, el cerrador de los Reales de Kansas City? ¿Joe Nathan con los Tigres de Detroit? ¿Eso es todo? Podría llegar a serlo, pero ese es un síntoma de muchos desarrollos que son positivos. Primero que nada, a nadie le importa que tan impresionante sea la cantidad de juegos salvados que hayas tenido. Ya sean los 57 juegos salvados de Bobby Thigpen en 1990 o los 62 de Francisco Rodríguez en el 2008. La verdadera conclusión de esos totales es&¿Y? ¿Qué tiene? Ya sean 30, 40 o 50, cualquier número que exista detrás del nombre del tipo generador-de-salvamentos, es mejor entender que estos artefactos convertidos en récords son consecuencia de oportunidades generadas por el equipo, no de habilidad individual. Tomen a Kevin Gregg como ejemplo. Él es básicamente la versión activa de un cerrador mediocre tras promediar un WAR de menos de 0.5 por año y 29 salvamentos en sus cinco temporadas como cerrador. Rescatado de la pila de descartes el año pasado, Gregg obtuvo 33 juegos salvados durante su temporada parcial como el cerrador de los Cachorros de Chicago. Eso no le ha garantizado siquiera una invitación para ponerse a prueba en el entrenamiento primaveral de un equipo de las Grandes Ligas hasta ahora -- casi la misma situación que en la que estuvo el año pasado. O consideren a John Axford. El Sr. Bigotón no pudo mantenerse como cerrador con los Cerveceros de Milwaukee tras ser líder de la liga con 46 juegos salvados en el 2011. Él ha tenido dos temporadas decepcionantes al hilo, pero él es el cerrador de los Indios de Cleveland por el momento hasta que uno de los otros cuatro candidatos al puesto se lo arrebaten. Eso no suena como una aventura para descubrir algo, una búsqueda de la esencia mística del cerrador; suena como una tradicional pelea entre lanzadores talentosos por un mismo puesto. O consideren a David Aardsma -- ¿se acuerdan de él? Él tuvo dos temporadas consecutivas con 30 juegos salvados en la temporada 2009-10. Él no ha conseguido ni uno más desde ese entonces, debido a diversas lesiones, pero él fue reemplazado, ya que tú no estás reemplazando a un número determinado de juegos salvados, sino que buscas a alguien que sepa lanzar bien. Eso no quiere decir que algunos equipos todavía no busquen a cerradores de alto perfil para llenar un vacío identificado públicamente. La decisión de los Tigres de contratar a Nathan fue de las más obvias de este invierno, una clara señal de que la franquicia no iba a improvisar como lo hizo en el 2013, alternando entre distintas opciones y hasta reincorporando a José Valverde antes de entregarle la responsabilidad a Joaquín Benoit hasta el final de la temporada. Nathan concretó el 93 por ciento de sus oportunidades para salvamento como miembro de los Vigilantes de Texas durante los últimos dos años. ¿Impresionante? Seguro, pero no mucho mejor que el 92 por ciento de efectividad de Benoit el año pasado. Así que ¿qué fue lo que lograron los Tigres pagándole un par de millones de dólares más a Nathan de lo que Benoit les costó a los Padres de San Diego? Yo diría que se trata menos de la capacidad y el talento de ambos lanzadores que sobre Dave Dombrowski matando tres pájaros de un tiro: Contratar a Nathan fue una muestra de buena fe pública dirigida a aquellos simpatizantes de los Tigres que estaban frustrados con la falta de certeza sobre quién sería el cerrador del equipo en los últimos años, silenció a las críticas del periodismo sobre lo que se consideraba un punto débil de un equipo que se suponía que debería poder conseguir algo mejor, y además esto facilita el trabajo de un mánager novato como Brad Ausmus. Esta fue una contratación hecha para tranquilizar a la gente sin necesariamente generar una mejoría notoria comparado con sí hubiesen retenido a Benoit y le hubiesen dado las mismas 50 oportunidades durante una temporada entera para cerrar juegos que las que Nathan debería estar por tener. Los Rays de Tampa Bay son el otro lado de la moneda, probablemente la organización más fiel a las estadísticas avanzadas de este deporte y la que consigue los mismos resultados al simplemente poner a Grant Balfour. Sin embargo, ellos consiguen esa dosis de certeza en la novena entrada por casi cuatro millones de dólares menos por año que lo que los Tigres le pagan a Nathan, y por menos de lo que costaba Fernando Rodney, su cerrador la temporada pasada que terminó emigrando a los Marineros de Seattle. Dejando de lado a la disponibilidad de Balfour debido a que los Orioles de Baltimore renegaron de un contrato por dos años con él en diciembre, el que Tampa Bay lo incorpore a un precio relativamente barato fortalece mi segundo argumento: Cada vez más equipos entienden que es sabio contar con varios lanzadores capaces de obtener muchos juegos salvados ante la oportunidad de hacerlo, si puedes, en vez de gastar un montón de dinero en un solo tipo. Eso se debe a que hoy en día el mercado está poblado por equipos que no están obsesionados con que un relevista en particular sea su salvador y ellos no gastan gran parte de su presupuesto para relevistas en él, y eso no es coincidencia. ¿Por qué deberían hacerlo? La mayoría de los equipos están emulando la fórmula exitosa de gran parte de los equipos que llegaron a los playoffs la temporada pasada. Consideremos lo que les sucedió a los Pittsbrugh Pirates cuando se quedaron sin Jason Grilli la temporada pasada: Ellos estaban de lo más bien, ya que habían canjeado hace tiempo por los servicios de Mark Melancon. ¿Costo combinado de ambos? Poco más de tres millones de dólares. Los Cardenales de San Luis se vieron forzados a reemplazar a su cerrador Jason Motte, lesionado, la primavera pasada y pusieron a un veterano ordinario como Edward Mujica en ese rol durante gran parte de la temporada. Ellos no sufrieron, y ellos apreciaron tanto los 37 juegos salvados de Mujica que lo reemplazaron con el novato Trevor Rosenthal en la última semana de la temporada. ¿Costo total, incluyendo a Motte? Poco más de nueve millones de dólares, contando a Rosenthal. Y tú ya conoces lo que los Medias Rojas de Boston tuvieron que hacer el año pasado con sus opciones para lanzar en las entradas finales del juego debido a las lesiones de Joel Hanrahan y Andrew Bailey antes de verse sorprendidos por haber atrapado a un rayo en una botella con el descubrimiento de Koji Uehara sobre el final de la temporada. ¿Costo total? 15.4 millones de dólares por los tres, o poco más de lo que le costó Jonathan Papelbon a los Filis por sí solo (13 millones por temporada). Y sí (o cuando) Uehara no repita su magia este año, ¿qué tiene? Bueno, adivinen quienes han contratado a Edward Mujica. Ellos no tendrán un costo combinado de ni siquiera 10 millones de dólares en el 2014. Todos estos ejemplos nos enseñan una lección: Tú ganas con recambio, contando con varios lanzadores que son capaces de conseguir esos últimos tres outs. Diferentes equipos están hacienda eso de maneras distintas. Seguro, los Atléticos de Oakland canjearon por el contrato a punto de vencer de Jim Johnson, y él tendrá sus oportunidades de salvar juegos hasta que él les demuestre que no puede, pero ellos también han incorporado a un relevista importante para la octava entrada como Luke Gregerson para complementarlo como parte de un cuerpo de relevistas que también cuenta con Ryan Cook y Sean Doolittle. Los Dodgers de Los Ángeles podrían dejar que Kenley Jansen acumule juegos salvados, pero ellos no deben angustiarse por una falta de alternativas para cerrar juegos si Jansen llega a lesionarse, ya que también cuentan con ex cerradores como Brian Wilson, Chris Pérez, Brandon League y J.P. Howell en su plantel. Es más, casi todos actualmente cuentan con al menos una o dos alternativas para reemplazar a su cerrador designado. A algunos equipos hasta les gusta crear algo de incertidumbre. ¿Existe alguien que en verdad piense que Tommy Hunter seguirá siendo el cerrador de los Orioles a fines de julio? Luego están las soluciones para crear algo de magia en el final del juego que en realidad no logran solucionar nada de los Cachorros y los Medias Blancas de Chicago. Seguro, José Veras será el cerrador designado de moda en Wrigley por ahora, ¿pero eso durará siquiera hasta el plazo límite para canjes, cuando suceda el canje a un equipo candidato al título para el que él lanzará en la octava entrada? Sí el gran ingeniero Daniel Burnham urgió a los futuros ciudadanos de Chicago a "no hacer planes pequeños", los Cachorros y los Medias Blancas han recortado costos al eliminar a la palabra "pequeña" de la frase cuando se trata de sus cerradores: No hagas ningún plan. El viejo argumento sobre que solamente unos pocos elegidos pueden ser cerradores ya tiene su respuesta: Muchos lanzadores pueden cerrar juegos, y la gran mayoría de ellos son más que confiables, son confiablemente constantes, y son como el confiablemente reemplazable Kevin Gregg. Los equipos ya no están depositando todas sus temporadas en el tipo; ellos están eligiendo a alguien que pueda conseguir la mayor cantidad posible de juegos salvados mientras ellos acumulan el recambio necesario para cambiar de caballo cuando sea necesario. Esto podrá ser todo lo contrario a la Era de Mo, cuando los cerradores eran como celebridades, pero sí esto significa que habrá relevistas y equipos más resistentes y eso suena como una mejor calidad de béisbol. TEXTO: Christina Kahrl (ESPN.com)