Catar 2022: Un Mundial frío, con puntos muy calientes
Las ligas europeas se oponen rotundamente
Infraestructuras faraónicas, malas condiciones de trabajo en las obras de preparación, acusaciones de corrupción: pese a se jugará en invierno, el Mundial de Catar-2022 continúa teniendo muchos puntos calientes, que seguirán siendo protagonistas durante los próximos siete años.
El Comité Ejecutivo de la FIFA, que se reúne en Zúrich (Suiza) el jueves y viernes, decidirá que la 22ª Copa del Mundo de fútbol se celebre entre los meses de noviembre y diciembre de 2022. Este cambio es debido a las altísimas temperaturas -en torno a 50 grados centígrados- que sufre este emirato del Golfo en los meses de junio y julio, fechas tradicionales del Mundial.
Sin embargo, el calendario no será lo único que se discuta en la reunión. Los dirigentes también abordarán las condiciones de trabajo en las construcciones del Mundial. El presidente de la FIFA, Sepp Blatter, afirmó esta semana que "Catar debe hacer más" para proteger a los empleados, mientras que el país, a menudo acusado de "esclavitud moderna", prevé doblar el número de trabajadores extranjeros, para llegar a los 2,5 millones en los próximos cinco años.
Mas allá de las sospechas de corrupción, que encendió la mecha de las polémicas, otros temas estarán sobre la mesa de debate.
Catar es el país más pequeño en organizar esta prestigiosa competición: recibirá un millón de visitantes, casi la mitad de su población (2,3 millones) y será la Copa del Mundo más cara de la historia.
Mientras que el coste total del Mundial de Brasil-2014 se estima en 20.000 millones de dólares (19.000 millones de euros), el emirato se permitirá el lujo de crear una ciudad entera para albergar la final de la Copa del Mundo, en Losail, a 15 kilómetros al norte de la capital, Doha.
El país también tiene previsto construir una red de metro en Doha, un puerto gigantesco y grandes embalses, con un presupuesto de 200.000 millones de dólares (190.000 millones de euros).
Un Mundial sin precedentes
Nadie duda de la capacidad de Catar, impulsado por el petróleo y el gas, para gastar ese dinero. Pero la enorme escala de estos proyectos hace que algunos duden de su viabilidad.
La situación geopolítica de la región es uno de los puntos sensibles. "Los países vecinos están siempre bajo una cierta inestabilidad", afirmó Salman Shaikh, director de Brookings Doha Centre (centro de investigación). "Los catarís no escatimarán esfuerzos" para garantizar la seguridad, añadió.
Catar también tendrá que tomar decisiones sobre algunas prácticas culturales, incluido el consumo de alcohol, prohibido en el país, pero autorizado para los residentes extranjeros bajo un permiso especial.
Los organizadores dijeron que el alcohol se distribuirá en algunas zonas, pero no consiguieron convencer a los aficionados. "Mucha gente fuera de Oriente Medio asocia la Copa del Mundo con el consumo de alcohol y no con ir de compras o visitar museos", explicó Simon Chadwick, profesor de estrategia y economía deportiva de la universidad de Coventry (Inglaterra).