Mourinho: ¿Punto y final en Madrid?
Además de no dejar indiferente a nadie, si algo tienen en común los ciclos de José Mourinho es que nunca superan las tres temporadas. La eliminación del Real Madrid a manos del Borussia Dortmund en las semifinales de la Liga de Campeones incendió el martes los rumores sobre una posible salida del técnico portugués. Casi sin opciones en liga, donde le separan 11 puntos del Barcelona con sólo 15 en juego, el Madrid tiene su próxima cita importante en la final de la Copa del Rey contra el Atlético de Madrid, el 17 de mayo. Mourinho, de 50 años, cerrará en junio su tercera campaña en la capital española y la sensación extendida desde hace meses, pasara lo que pasase en la campaña europea, es que no cumplirá el contrato que le ata al club blanco hasta 2016. Para bien o para mal, la huella de Mourinho es perdurable. Y no por ocupar un banquillo durante largos periodos de tiempo. Si no todo lo contrario. Poco más de dos temporadas en Porto y Chelsea, y solo dos en el Inter de Milán. Pero siempre con resultados excelentes. En Madrid no lo ha tenido fácil. Sus defensores idolatran el sello ganador que ha impreso al equipo. Sus detractores le acusan de dividir el vestuario y critican que a pesar defender el resultado por encima de todo, sus números no son tan espectaculares. Mourinho, de 50 años, llegó a Madrid en junio de 2010. El presidente Florentino Pérez tenía argumentos de peso en la contratación. El técnico acababa de coronar al Inter como campeón de Europa por primera vez desde 1965. Pero es que además, lo hizo tras doblegar al todopoderoso Barcelona de Pep Guardiola en unas semifinales para el recuerdo. No era un momento fácil. El Barsa dominaba el fútbol español y se advertía una distancia sideral entre el Madrid y su archirrival catalán. Mourinho se presentó como el hombre capaz de acabar con la hegemonía barcelonista y pelear la ansiada décima Copa de Europa con la que sueña el madridismo desde su última victoria continental en 2002. Lo consiguió, pero a medias. En tres temporadas, Mourinho dotó al Madrid de un estilo propio, a mitad de camino entre el orden defensivo, la presión y una pegada letal al contragolpe. Conquistó un Copa del Rey y una título de liga —con récord incluido de 100 puntos_. Su Real Madrid ganó autoestima y se demostró a sí mismo que era capaz de tomar el Nou Camp de Lionel Messi. Sin embargo, siempre fracasó en el asalto a la Liga de Campeones. Mourinho llevó al club hasta semifinales en estos tres años tras seis temporadas consecutivas estancado en octavos de final. Hizo costumbre recordar esas eliminaciones prematuras. Pero la realidad es que siempre se estrelló a la orilla de la finalísima, primero con Barcelona, luego Bayern Munich y ahora Dortmund. Con una inversión multimillonaria en fichajes de su gusto y Cristiano Ronaldo como máxima figura, es cierto que los números no son tan espectaculares. ¿O sí? Hasta la fecha, Mourinho contabiliza 125 victorias en 172 partidos, en el mejor reflejo del trepidante mano a mano con el mejor Barsa de la historia. Quizá el desgaste haya venido motivado por otras cuestiones. Primero, sus constantes choques dialécticos con Guardiola. Después, enfrentamientos puntuales con la prensa local, que criticó al técnico por "maltratar" a los jugadores españoles del vestuario. La mala relación de Mourinho con el arquero Iker Casillas es un secreto a voces, por ejemplo. El propio Casillas, relegado a la suplencia, ha reconocido que respeta a Mourinho como profesional pero que en el plano personal "es otra cosa". Hace unos meses, Setúbal, ciudad natal de Mourinho en Portugal, honró a su hijo más ilustre con una exposición que repasaba sus logros deportivos. Las Copas de Europa en Porto e Italia, así como las ligas y copas conquistas con Chelsea. Mourinho dejó caer que había entrenado en todas las ligas importantes y que no descartaba regresar a alguno de los países que ya le habían visto triunfar. Seguro que en Inglaterra, Italia o Portugal están encantados de tenerlo de vuelta.