'Carmen.maquia', el ballet que se viste de Picasso para unir danza y flamenco

Fotografía facilitada por la compañía Ballet Hispánico, de un momento de la representación "Carmen.maquia", una innovadora versión de la ópera de Georges Bizet, que se inspira en la pintura de Picasso y que el Ballet Hispánico ha presentado hoy en el Festival Theatre de Edimburgo, bajo la dirección del coreógrafo español Gustavo Ramírez Sansano.
Fotografía facilitada por la compañía Ballet Hispánico, de un momento de la representación "Carmen.maquia", una innovadora versión de la ópera de Georges Bizet, que se inspira en la pintura de Picasso y que el Ballet Hispánico ha presentado hoy en el Festival Theatre de Edimburgo, bajo la dirección del coreógrafo español Gustavo Ramírez Sansano. / EFE
Efe
07 de marzo 2018 - 12:00

Danza contemporánea y tintes de flamenco y pasodoble se fusionan en "Carmen.maquia", una innovadora versión de la ópera de Georges Bizet, que se inspira en la pintura de Picasso y que el Ballet Hispánico ha presentado en el Festival Theatre de Edimburgo.

La principal compañía latina de baile de América ha adaptado la pieza maestra del francés Bizet, bajo la dirección del coreógrafo español Gustavo Ramírez Sansano, y el resultado es una obra de marcado carácter que invita al espectador a embarcarse en un viaje emocional desde el comienzo.

"La audiencia siente lo que el bailarín siente. Es muy real, no son solo pasos dentro de una coreografía. La experiencia que yo vivo, tú la vives", explicó a Efe el bailarín Omar Román de Jesús. De esta versión de "Carmen" el público puede esperar "grandeza, calidad y originalidad", añadió el puertorriqueño, quien a lo largo del espectáculo se transforma en gitano y soldado.

"Es Carmen, pero a través de los ojos de Picasso, una historia hispana, pero de danza contemporánea", recalcó el artista. La apelación a uno de los grandes pintores del siglo XX se consigue a través de un vestuario sobrio, basado en el blanco y el negro y firmado por el diseñador español David Delfín, que deja todo el protagonismo a la interpretación.

Únicamente el preludio "Línea Recta", a cargo de la coreógrafa Annabelle López Ochoa, lo apuesta todo al rojo para dar a entender la intensidad de las emociones que van a representarse, mientras de fondo suenan acordes flamencos.

"La idea de utilizar la inspiración de Picasso es que el blanco y el negro permiten que los roles sean un poco más borrosos, no tan definidos, y te permite crear tu propia historia mientras la estás viendo", explicó a Efe Johan Rivera, director de ensayo.

Con una escenografía muy sencilla, en la que apenas resalta un decorado con trazos del genio español, y un logrado dominio de los silencios, "Carmen.maquia" rezuma sensualidad a través del delicado movimiento de sus intérpretes, en especial de los duetos principales de Carmen y don José.

Eduardo Vilaro, consejero delegado y director artístico del Ballet Hispánico -con sede en Nueva York- , dijo a Efe que es una obra fascinante porque "está llena de estereotipos españoles". Ambientada en la Andalucía (sur de España) de 1820, narra la relación amorosa entre la gitana Carmen y don José, y cuenta también con la campesina Micaela y el torero Escamillo como personajes centrales.

"Nuestra Carmen es 'Carmen.maquia'. La tauromaquia es el arte de fajarse con los toros y es algo muy interesante porque uno tiene que pensar quién es el toro: ¿es Carmen, es don José, es Micaela?", resaltó Vilaro.

El público, señaló, "reacciona a arte que es bueno", y que "habla de las pasiones que uno mismo siente cada día", una identificación que avala la trayectoria de la pieza cumbre de Bizet.

Para el responsable de escena, Johan Rivera, esta versión del clásico muestra "el otro lado de la historia y del resto de personajes", algo que la hace muy compleja a la hora de adaptarla a la audiencia de distintos países.

"Es una pieza que requiere mucha atención, no simplemente en el movimiento, sino también en cómo (los bailarines) utilizan las reacciones del público y las ponen dentro de su actuación en cada ciudad", apuntó. Es tal el nivel de concentración que requiere el elenco, que, según Rivera, en cada actuación "los bailarines se convierten".

"Entran en un mundo donde la realidad no existe. Cuando se termina puedes ver cómo las emociones y la descarga de energía cambia quiénes son en su vida real", describió.

Un estado que se alcanza, aseguró, por no tener "miedo a explorar" durante el proceso de creación.

"Después de todos los ensayos llega el momento de subirte al escenario y lo disfrutas. Te sientes como dentro de una burbuja, bailas con tus compañeros y te sientes en ese mundo que invita a la audiencia a ser parte", afirmó el bailarín.

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