Melania, la nueva primera dama de EEUU

Melania Knauss, su nombre de soltera, es la antítesis de su marido, Donald Trump, 24 años mayor que ella y padre de su hijo Barron, de diez años.

La esposa de Donald Trump, Melania, participa el pasado julio en la apertura de la segunda sesión del primer día de la Convención Republicana en el Centro Nacional Republicano Quicken Loans Arena de Cleveland, Ohio.
La esposa de Donald Trump, Melania, participa el pasado julio en la apertura de la segunda sesión del primer día de la Convención Republicana en el Centro Nacional Republicano Quicken Loans Arena de Cleveland, Ohio. / EFE
Efe
12 de noviembre 2016 - 10:27

La influencia de las primeras damas en los presidentes de los Estados Unidos ha sido una evidencia con ejemplos como Jackie Kennedy, Nancy Reagan o Michelle Obama, la actual inquilina de la Casa Blanca que dejará su sitio a Melania Trump, la esposa del nuevo mandatario estadounidense. ¿Cuál será el papel de esta exmodelo de 46 años?

El nombre de Melania procede del griego, de la palabra “melas” cuyo significado es “negro, oscuro, oscuridad”, una definición muy alejada de la imagen que desprende esta exmodelo de 46 años, nacida en la localidad de Sevnica, actual Eslovenia.

Melania Knauss, su nombre de soltera, es la antítesis de su marido, Donald Trump, 24 años mayor que ella y padre de su hijo Barron, de diez años, el hombre que será investido el próximo 20 de enero como el 45 presidente de los Estados Unidos.

Será entonces cuando esta mujer, extraordinariamente discreta, de tono sosegado y que evita las polémicas, pase a vivir en la Casa Blanca, la residencia presidencial estadounidense que se construyó a finales del siglo XVIII por orden de George Washington y que cuenta con 132 habitaciones, 35 baños, 28 chimeneas y siete ascensores.

Una vivienda donde se han tomado las grandes decisiones del mundo, pero que siempre ha estado al “gobierno” de las primeras damas.

Ésta será una de las principales responsabilidades en la nueva vida de Melania Trump, que en las pocas entrevistas que ha concedido se ha presentado como una mujer devota de su familia y que trabajará en la defensa de “los más necesitados, sobre todo las mujeres y los niños”, pero con una prioridad por encima de todas: su hijo Barron.

Hasta ahora, Melania ha ejercido de ejemplar madre del “pequeño Donald”, como llama cariñosamente a Barron, por quien ajusta horarios y tareas y también los continuos viajes entre sus mansiones de Nueva York –cerca de Central Park- y Palm Beach en La Florida.

LA SEGUNDA PRIMERA DAMA NO ESTADOUNIDENSE

Melania será la segunda primera dama nacida fuera de Estados Unidos, tras la esposa del expresidente John Quincy Adams (1825-1829), que era británica, y una de las preguntas que más se repiten estos días en el país de las barras y estrellas es ¿qué papel desempeñará?.

Si atendemos a sus propias declaraciones de hace unos años al New York Times, en el entonces hipotético caso de que su marido se convirtiera en presidente, Melania respondió que su comportamiento sería el de “una mujer muy tradicional. Similar a Betty Ford o Jackie Kennedy”.

Mujer en cierta medida espartana, se ajusta a una dieta estricta y se considera una gran amante de las ensaladas. El objetivo es la salud pero, ahora, más que nunca, debe guardar la imagen -por ejemplo la Cruz Roja Americana le otorgó hace unos años el título de Embajadora de Buena Voluntad-, y la línea.

Su pasado como modelo influye en estos hábitos. La belleza y elegancia de la nueva primera dama estadounidense la llevó a los 16 años a encaminar su carrera en el modelaje.

Muy pronto fue requerida por grandes agencias y prestigiosos fotógrafos como Mario Testino o Helmut Newton, y fue portada de numerosas revistas de moda, como Vogue, Elle, 2000 Sports Illustrated o Harpers Bazaar, entre otras, permaneciendo ligada a esta profesión hasta los treinta años, cuando conoció a su marido, el multimillonario Donald Trump.

Aquel encuentro fue en una fiesta de la Semana de la Moda de Nueva York en 1998, seis años después se comprometieron y, en enero de 2005, se dieron el sí quiero.

“Me encanta la energía de Nueva York. Aquí he encontrado el amor, aquí me siento como en casa y es aquí donde quiero construir mi vida”, comentaba Melania a la revista ¡Hola!, unos meses antes de contraer matrimonio.

Sobre su marido y su fuerte personalidad, Melania reconocía que “nunca ha supuesto un problema, porque yo también la tengo. Somos iguales en nuestra relación porque es muy equilibrada. Creo que para tener una relación sólida debe haber química, ser buenos amigos y apoyarse el uno al otro. Es necesario ser compatibles, compartir los mismos intereses y objetivos”.

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