Una mujer pierde la sensación de hambre por más de un año tras sufrir un infarto cerebral

Conoce acerca del infarto cerebral silencioso
Imagen ilustrativa de un infarto cerebral

El extraño caso llevó a los investigadores de la Universidad de Montreal y el Instituto Canadiense de Investigación en Salud a realizar un estudio científico del caso que fue publicado en la revista Neurocase.

Una joven canadiense de 28 años ingresó en 2020 a una clínica en Montreal, Quebec, con parálisis del lado derecho del cuerpo y con evidentes alteraciones del habla. Mediante una resonancia magnética, los especialistas le diagnosticaron un accidente cerebrovascular isquémico del lóbulo insular izquierdo.

Esta condición se produce cuando el flujo de sangre a una parte del cerebro se detiene por más de pocos segundos y el cerebro deja de recibir nutrientes. A consecuencia, sus células pueden morir y causar daños permanentes.

Once días más tarde, la mujer se recuperó de su enfermedad y fue dada de alta. Pero con el tiempo se dio cuenta que algo había cambiado.

Al cabo de seis meses de su dolencia, se dio cuenta de que en ese periodo nunca había experimentado una sensación de hambre. Sin notarlo, estuvo saltándose algunas comidas. En un principio, no le dio mayor importancia, creyendo que era consecuencia de la enfermedad y la fatiga. Preocupada, la joven decidió informar a los médicos de su situación.

Especialistas de la Universidad de Montreal liderados por el médico investigador Dang Khoa Nguyen, la examinaron y descubrieron que su cuerpo no sentía ninguna señal fisiológica de que era hora de comer (por ejemplo, los sonidos intestinales).

A pesar de que no tenía problemas con la percepción del sabor, olor y textura de los alimentos, la pérdida de apetito provocó que sus comidas y productos favoritos, dejaran de producirle placer.

Casi 1 año y medio después del accidente cerebrovascular, la paciente regresó con los doctores para un nuevo estudio y les informó que, un mes antes, la sensación de hambre había regresado. En todo ese tiempo había perdido 13 kilos (pasó de 73 a 60 kilos), pero no experimentó ningún otro síntoma.

"La pérdida de hambre no se atribuyó a medicamentos, uso de sustancias o un trastorno clínico, y duró un período de 15 meses", subraya el estudio.

Los investigadores relacionaron el problema directamente con el infarto cerebral y señalaron que se trataba del primer caso descrito en la literatura médica. Como especificaron, el lóbulo insular evalúa en general el estado fisiológico del cuerpo, desempeñando un importante rol en el procesamiento de las señales del gusto y participando en el control del apetito y el equilibrio energético. Dada que su función se vio afectada en la paciente en cuestión, se presume que provocó un desequilibrio en el sistema nervioso autónomo.

Con información de www.actualidad.rt.com

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