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La Ópera de París mantiene vivo el saber hacer de sus artesanos

El académico brasileño Tulio Morais (izquierda) posa para una fotografía con su tutora Anne-Marie Legrand.
El brasileño Tulio Morais (izquierda) posa para una fotografía con su tutora Anne-Marie Legrand. / AFP
Afp
23 de noviembre 2018 - 11:43

En la Ópera de París, se suele decir que para levantar el telón cada noche, hay que reunir el talento de 100 oficios. Gracias a una academia creada en 2015 para transmitir algunos de estos saberes amenazados, el brasileño Tulio Morais se dispone a confeccionar un tutú.

En el seno de esta institución que en 2019 celebrará sus 350 años, unos 40 jóvenes se forman cada año en la confección de vestuario, pelucas, tapicería, pero también canto y música.

Aunque hay otra óperas con talleres líricos o de costura, la de París - la mayor de Europa con los dos escenarios de Bastilla y Garnier -, "es la única en el mundo que forma en tantos oficios", indica a la AFP Myriam Mazouzi, directora de la academia.

La idea es transmitir un saber hacer menguante a profesionales ya expertos. "En algunos sectores, era muy difícil" encontrar candidatos, asegura Mazouzi.

En el taller de vestuario femenino del Palacio Garnier, Anne-Marie Legrand, costurera y tutora de Tulio, promete a este brasileño de 28 años que pronto hará su primer tutú para "El lago de los cisnes", en enero. Le enseña cómo preparar el patrón, realizar las pruebas, la puesta en volumen.

Prendas 'atemporales'

A su lado, decenas de tutús blancos lucen colgados en una sala histórica llamada "Central".

"No hay mucha gente en el mundo que sepa" crear esta célebre falda en tul, tan emblemática del 'ballet' y nacida justamente en la Ópera de París en el siglo XIX. "No hay escuela", sostiene Legrand.

Según la directora de la Academia, el emblemático diseñador francés Christian Lacroix llegó a afirmar que la Ópera de París era el único lugar del mundo que sabía trabajar el tul.

Legrand recuerda que cuando ingresó en la Ópera hace 36 años, el tutú "era un saber hacer celosamente mantenido en secreto, transmitido de costurera a costurera". Una transmisión irreemplazable por un tutorial en YouTube, afirma.

"Alguien tiene que guiarte" para pasar los hilos de los pliegues y los puntos que acomodan las capas de tul, continúa.

"Siempre soñé con hacer prendas atemporales", confía Tulio, que aprende nuevas técnicas de cierre y acabado. Las colecciones de prêt-à-porter "duran seis meses. Una prenda en el escenario es para toda la vida".

En otro taller, se enseña un oficio más técnico, la peluca. Allí Camille Laurent, de 20 años, aprende a distinguir los estilos de 1830 y 1850.

Su tutora Clothilde Loosveldt le enseña a implantar uno a uno los cabellos con una aguja de gancho, a realizar los pliegues y los peinados característicos de la época de Luis XIV. La confección de una peluca puede requerir 10 días.

"Si el volumen no es el adecuado, si el moño no está a la buena altura (...) se puede pasar rápidamente de una época a otra", dice Loosveldt, que trabaja desde hace 20 años en la Ópera.

'Una experiencia inestimable'

En Bastilla, el violinista Marin Lamacque, de 24 años, ensaya una difícil partitura de la ópera de "Simon Boccanegra" de Verdi, que estos días se interpreta allí bajo la dirección del español Calixto Bieito. Su tutor, Thibault Vieux, le pide tocar de forma más prolongada o acentuada, según el momento.

Además de trabajar una producción "en directo", "se transmiten códigos, costumbres" propios a la Ópera de París, explica Vieux. "Aquí, 'Tosca' se interpreta de una manera, y 'Carmen', de otra".

"Muy a menudo, los profesores de nuestros profesores trabajaron con los compositores", según el tutor. Un ejemplo, los "Diálogos de Carmelitas" creados en la Ópera por Poulenc en 1956.

Los alumnos, seleccionados mediante CV para los oficios artesanales y mediante audición para cantantes y músicos, son alojados en una residencia entre uno y tres años, con un contrato de profesionalización.

El presupuesto anual de la Academia (3,4 millones de euros) está financiado en gran parte por el mecenazgo y sobre todo por la Fundación privada Bettencourt-Schueller.

Los jóvenes de la promoción 2018 vienen de todo el mundo. Para la mezzo-soprano estadounidense Jeanne Ireland, la experiencia supera las expectativas. En dos años, "me convertí en la artista que quería ser desde hace 8 años", explica la cantante de 29 años, diplomada en ópera.

Jeanne ya tuvo la suerte de cantar en una producción de la casa, "una experiencia inestimable". Además, coincide con sus ídolos que vienen a cantar en la Ópera de París. "Cuando los veo durante los ensayos, tengo que pellizcarme para creérmelo".

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