Descubren un nuevo hueco en la Pirámide de Keops

Científicos preparando un escáner de radiación cósmica, frente a la Gran Pirámide de Keops
Científicos preparando un escáner de radiación cósmica, frente a la Gran Pirámide de Keops / EFE
Efe
02 de noviembre 2017 - 12:59

El descubrimiento en el interior de la Gran Pirámide de Keops de un nuevo hueco de unos 30 metros de largo y de uso desconocido agranda el enigma en torno a esos monumentos y refleja el poder de las nuevas tecnologías, ya que para este hallazgo se ha recurrido a la física de partículas.

El codirector del proyecto y presidente del Instituto HIP (con sede en Francia), Mehdi Tayoubi dijo a Efe que no sabían "que podía haber un vacío tan enorme. Ahora hay que entender para qué sirve", para lo que confían en que los egiptólogos puedan interpretar los datos que los científicos vayan recopilando.

"Que un misterio tenga 4.500 años no significa que no haya que intentar resolverlo", según los miembros de la misión responsable de esta revelación, ScanPyramids, que se lanzó en octubre de 2015 bajo el paraguas del Ministerio de Antigüedades egipcio para descifrar el interior de esas estructuras.

El equipo centró su interés en esta ocasión en la Gran Pirámide, la más alta de todas, de 146,59 metros de alto, y la edificación más importante del Reino Antiguo, levantada durante el reinado de Khufu (2550 a.C. a 2527 a.C.), el segundo faraón de la IV Dinastía, y a quien Herodoto llamó Keops.

La oquedad detectada, cuyo descubrimiento fue publicado hoy en la revista Nature y a la que no se tiene acceso, presenta una sección transversal similar a la de la Gran Galería, ubicada justo debajo, y es lo suficientemente grande como para albergar un avión en su interior.

Al igual que en octubre de 2016, cuando los científicos vieron otro hueco detrás de la fachada norte, ahora se debe multiplicar la recopilación de datos para ver su forma exacta y si contiene diversas estructuras, indicó Tayoubi.

Para llegar a este nuevo hallazgo, los expertos recurrieron han recurrido a diversas técnicas, todas ellas no invasivas para no dañar el monumento.

Una de ellas fue el uso de muones, unas partículas cósmicas que se activan cuando partículas subatómicas procedentes del espacio exterior entran en contacto con la atmósfera terrestre.

ScanPyramids detalla en su página web que esta técnica no invasiva permite "escanear" la pirámide pese al grosor de las rocas, al igual que los rayos X facilitan la visión dentro del cuerpo humano.

Los muones atraviesan sin problemas las zonas de vacío, y en las partes más densas son absorbidos o desviados, por lo que el estudio de su trayectoria, con detectores extremadamente sensibles colocados en distintos puntos, revela posibles "anomalías" en el interior.

La termografía infrarroja, con la que se estudia la radiación que emiten los cuerpos contribuyó a modelar la pirámide en 3D, a mejorar las mediciones y a precisar la existencia de ese vacío, en cuyo interior se ignora si hay algún objeto.

El hallazgo fue refrendado por tres institutos diferentes, de ahí también la importancia y validez del estudio.

La cavidad, bautizada como "ScanPyramids Big Void", fue observada por primera vez gracias al uso de "películas de emulsión nuclear instaladas en la Cámara de la Reina", que fueron examinadas en la Universidad japonesa de Nagoya.

Expertos de la Organización de Investigación del Acelerador de Alta Energía KEK, en Tsukuba (Japón), confirmaron después su existencia con un detector de rayos cósmicos u "hodoscopio", también instalado en la Cámara de la Reina.

Y por último, este hallazgo fue refrendado con "detectores de gases instalados en el exterior de la pirámide" por la Comisión Francesa de Energía Atómica (CEA) de la Universidad Paris Saclay (Francia).

De momento, según explica Tayoubi, no hay "ninguna hipótesis" sobre el posible uso de la cavidad, que intentarán descifrar expertos en otras disciplinas.

"Nuestro objetivo es usar técnicas para obtener resultados concretos. Le corresponde a los egiptólogos interpretarlos", señalan desde ScanPyramids, cuyos expertos avanzan que, aunque la oquedad no parece fortuita, falta mucho tiempo para esclarecer el porqué de su existencia.

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