Fráncfort discute sobre el nuevo papel político del escritor en Latinoamérica

Un hombre asiste a la presentación a la prensa de la Feria Internacional del Libro de Fráncfort.
Un hombre asiste a la presentación a la prensa de la Feria Internacional del Libro de Fráncfort. / EFE
Efe
11 de octubre 2018 - 06:36

El nuevo papel político del escritor en Latinoamérica fue el tema de uno de los actos de hoy en la Feria del Libro de Fráncfort en el que se habló de un nuevo "deambular sin rumbo" en busca de respuestas que diferencia a los escritores actuales del compromiso claro de los años 70.

"Se trata de una especie de vagabundeo de nuestra generación, de volver a la historia de nuestros padres con las cosas menos claras en medio de una especie de orfandad", dijo la escritora argentina Carla Maliandi en esta ciudad alemana.

"No es el compromiso de la generación de los 70 sino una especie de deambular sin rumbo de nuestra generación", añadió.

Maliandi hizo en ese comentario en torno a una pregunta sobre su novela "La habitación alemana" en la que el personaje central, una mujer en medio de problemas sentimentales, decide viajar a Alemania, que fue el lugar del exilio de sus padres durante la dictadura.

"No la pensé como una novela del exilio sino que fue leída así por la crítica", dijo Maliandi, que también es autora de teatro.

En el debate también participaron el escritor y editor mexicano Jaime Labastida, el escritor brasileño Joao Paolo Cuenca y la periodista y crítica chilena Vivian Lavin que en general coincidieron en que la dimensión política de una obra literaria no se agota en su tema ni en la actualidad inmediata.

Labastida subrayó que hay "diversos tipos de literatura y diversos tipos de combate". Desde el periodismo, se pueden hacer denuncias inmediatas mientras que la literatura trabaja en ciclos más largo.

"En Nicaragua por ejemplo Sergio Ramírez y Gioconda Belli se posicionan a través de artículos y declaraciones contra Daniel Ortega, a cuyo lado lucharon contra Somoza pero que se ha convertido en un dictador", dijo.

Cuenca sostiene que incluso para confrontarse con la realidad inmediata el escritor tiene que tener absoluta libertad creativa para abordar incluso realidades ajenas a la suya y puso como ejemplo las dos últimas novelas.

La penúltima -"El único final feliz para una historia de amor es un accidente"- ocurre en un Japón "con una muñeca erótica como narradora" mientras que la última, "Descubrí que estaba muerto", se ocupa de las transformaciones de Río de Janeiro en la época preolímpica.

"La literatura es una máquina de destrucción de certezas. Los escritores somos destructores del poder, de cualquier poder. Incluso si la literatura se hace demasiado poderosa tenemos que destruirla desde adentro", dijo.

Para Maliandi, la dimensión política de la literatura no está principalmente en el tema sino en el lenguaje y la forma.

"Una novela no es política porque hable de Hitler o de Videla sino por las preguntas que se haga sobre el lenguaje", dijo.

Maliandi admite que hay una diferencia entre quienes escribieron durante la dictadura y quienes empezaron a hacerlo después y se refirió concretamente a la escritura teatral en Argentina.

Mientras que los autores teatrales durante la dictadura buscaban la denuncia concreta a través de un lenguaje velado, en los años 90 hubo una especie de rebelión contra la exigencia de abordar temas políticos.

Finalmente, Cuenca fue interrogado acerca del futuro de la libertad de expresión, a la luz de una posible victoria del ultraderechista Jair Bolsonaro en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil.

"No sé cuanto tiempo nos quede de libertad de expresión. Si ocurre lo peor -y creo que va a ocurrir- nuestra libertad estará bastante amenazada", dijo.

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