Kirmen Uribe: 'La cultura nos llena por dentro y nos hemos dado cuenta ahora'

Fotografía personal cedida donde aparece el autor vasco Kirmen Uribe, Premio Nacional de Narrativa de 2009, quien vive en Manhattan, a donde se mudó con toda la familia cuando le concedieron la prestigiosa beca Cullman d
Fotografía personal cedida donde aparece el autor vasco Kirmen Uribe, Premio Nacional de Narrativa de 2009, quien vive en Manhattan, a donde se mudó con toda la familia cuando le concedieron la prestigiosa beca Cullman d / EFE
Efe
20 de noviembre 2020 - 11:27

El autor vasco Kirmen Uribe, Premio Nacional de Narrativa de 2009, reclama desde la Gran Manzana, donde se afincó en 2018, el papel vital de la cultura en la sociedad, algo que afirma ha quedado de relieve durante la pandemia del coronavirus, la misma que llevó a que la traducción al español de su libro de poemas, "17 Segundos", se tuviera que retrasar hasta este otoño.

"La cultura nos hace falta para vivir, es como comer. Durante la pandemia, la gente ha leído muchísimo, la gente ha visto películas, ha visto series, ha escuchado muchísima música, incluso ha creado, ha compuesto canciones, ha pintado...", subraya Uribe desde su hogar en Manhattan, a donde se mudó con toda la familia cuando le concedieron la prestigiosa beca Cullman de la Biblioteca de Nueva York hace dos años.

"Nos hemos dado cuenta que, ¡guau!, realmente la cultura importa, es uno de los grandes pilares de nuestra vida. La cultura nos llena por dentro, y nos hemos dado cuenta ahora", subraya el escritor natural de Ondarroa (Vizcaya) en una entrevista con Efe.

El último aporte de Uribe al universo cultural es "17 segundos", una colección de poemas, publicada por la edición Visor este otoño en España y en Latinoamérica, que escribió a lo largo de 17 años, "entre 2002 y 2019. Diecisiete años tan largos como diecisiete segundos", revela en la introducción.

El libro repasa toda una serie de temas, desde las vivencias de un niño solitario en un pueblo pequeño de la costa junto a mujeres que querían cambiar el mundo, a una juventud que vivió el" boom" de la contracultura y se enganchó a la heroína, hasta los amigos que se van perdiendo por el camino, las heridas que ha dejado la dictadura de Franco, o una jornada corriente en una ciudad como Nueva York.

"Creo que es un poemario duro a veces, valiente porque habla del dolor de la pérdida, del dolor de la muerte", señala el escritor vasco, que confiesa que las piezas tienen un componente autobiográfico.

"Hablo de mi vida, de mis tías que eran trabajadoras. Hablo de mi madre, de mi hija, de mis hijos, de mi estancia en Nueva York... Pero como decía Louise Gluck, su poesía es confesional pero en ella se reconoce todo el mundo", apunta.

El autor, que recibió enorme reconocimiento por su novela "Bilbao-Nueva York-Bilbao" (2008), deja claro que pese a ese elemento personal, no le interesa hablar de sí mismo, sino que "el lector se vea en sus poemas, que se encuentre en los problemas, que se pregunte cosas, que se estremezca, que llore o que ría".

"Lo que me interesa no es hablar de mí, sino hablar del otro, de lo que todos sentimos en la vida", insiste.

La variedad de los temas que aborda Uribe en su obra coincide con la pluralidad de formas que recoge el libro: haikus (una forma poética tradicional japonesa), glosas, reflexiones poéticas, versos libres y métrica tradicional.

Aunque Uribe ha triunfado con varias novelas, y su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas, afirma que se siente más "libre" escribiendo versos: "La poesía no trata de contar algo verosímil, es mucho más libre. Uno puede crear conexiones que antes eran totalmente ilógicas pero que en forma de poema adquieren otra forma. (...) Esa manera de ser tan libre de la poesía me atrae mucho".

Señala, además, que seguirá escribiendo en euskera, su lengua materna, porque le gusta y porque lo ve como "un gesto hacia el mundo".

"El euskera es como el Amazonas. El Amazonas está en Brasil, pero el oxígeno que crea no es sólo para los brasileños, lo respiramos todo el planeta. El euskera es aquello que aportamos los vascos al mundo", afirma, mientras explica su visión "ecologista" de las diversas lenguas que existen y que son "especies" que hay que "preservar".

"No veo el euskera solamente como algo vasco, sino algo que aportamos al mundo y aportamos en un sentido de diversidad lingüística. Aquí en EE.UU. todo el mundo me dice que qué bonito que siga escribiendo en mi lengua materna, aunque viva en Nueva York", cuenta.

Una ciudad en la que, tras la beca Cullman y después de dar clases en el prestigioso Barnard College, está terminando de escribir otra novela, puesto que la pandemia le ha permitido dedicarle mucho tiempo a la escritura, además de pasar mucho tiempo con su familia.

"He podido estar con mi familia, he podido estar con mis hijos mucho tiempo, con mi mujer, y eso ha sido un regalo, porque probablemente la vida que teníamos prepandemia era muy ajetreada, muy veloz, y casi no te escuchabas el uno al otro, o no había momentos de calidad familiares", opina.

"Creo que vivíamos demasiado deprisa y que lo banal tenía demasiado peso en nuestras vidas, y cuando todo eso ha desparecido nos hemos dado cuenta de que somos seres humanos y necesitamos eso, cariño, un libro, un paseo por el monte, ir en bicicleta, eso es lo importante. Una charla con los amigos y un cuadro en un museo", zanja.

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