Lisboa despide su capitalidad cultural, marcada por la voz de Latinoamérica

Vista general de la parte histórica de la ciudad de Lisboa.
Vista general de la parte histórica de la ciudad de Lisboa. / EFE
Efe
11 de diciembre 2017 - 12:06

Lisboa inicia hoy su última semana como Capital Iberoamericana de la Cultura, un evento en el que, según afirma en una entrevista con Efe su coordinador, António Pinto Ribeiro, Latinoamérica ha contado por primera vez su historia al margen de los relatos impuestos por los europeos.

Esta capitalidad, que tiene como objetivo la convergencia de la cultura de Iberoamérica -bloque compuesto por América Latina, Portugal y España-, ha destacado en su edición lusa a Latinoamérica, que ha narrado su devenir y sus retos actuales en "pasado y presente", el lema de este macroevento.

Desde el pasado 7 de enero, cuando comenzó oficialmente el programa del año de Lisboa como Capital Iberoamericana de la Cultura, se han desplegado más de dos centenares de eventos teatrales, musicales, artísticos, charlas... suficiente como para augurar una "resaca" a esta ciudad de apenas medio millón de habitantes.

"Honestamente, creo que hay públicos que van a quedar algo deprimidos, habrá un momento de resaca", comenta entre risas Pinto Ribeiro, a punto de concluir una capitalidad cultural que considera "innovadora".

No era la primera vez que Lisboa asumía el reto -ya había sido Capital Iberoamericana de la Cultura en 1994- pero ahora, de forma inédita, ha aportado cuestiones clave a los ojos de este experto en estudios culturales: ha tenido un programador general y un manifiesto programático claro.

Había, por tanto, "líneas claras de lo que se iba a hacer, y no solo reunir un conjunto de espectáculos en una nebulosa". En esas líneas, uno de los objetivos era dar a conocer Latinoamérica pero a través de su propio relato y no el de los antiguos colonizadores europeos.

"Introdujimos temas completamente inéditos en Europa, no solo en Portugal o España", cuenta Pinto Ribeiro, que pone de ejemplo la "cuestión indígena en la perspectiva de los propios interlocutores de América Latina", en contraste con el tradicional relato europeo.

"Esta es una cuestión inédita y que tuvo un impacto en el programa", al igual que lo fue contar desde Latinoamérica "lo que es el desarrollo poscolonial y las vías poscoloniales latinoamericanas, que son diferentes a las africanas o las indias. Creo que son cuestiones nuevas", reflexiona.

Pero también hubo espacio para las migraciones en el pasado, que dejan marcas en "la arquitectura, la demografía, la lengua, las costumbres, la construcción cultural" y sus ecos en el presente, traídos a Lisboa desde el punto de vista artístico.

Algunos ejemplos son los archivos fotográficos de Arpad Szenes y Maria Helena Vieira da Silva, matrimonio que estuvo exiliado en Brasil entre 1940 y 1947 y reflejó con su trabajo al país en el que se refugiaron miles de personas en los años 40 del pasado siglo.

También la exposición "Turbulencias", que expuso temas incómodos como la soledad, el populismo o el consumismo actuales en 40 piezas que pertenecen a la Colección "La Caixa" de Arte Contemporáneo, cuya colaboración es considerada por Pinto Ribeiro como "determinante" porque trajo un "perfil" que era "importante" tener en Lisboa.

"A veces no es tan importante la cantidad de las cosas sino la pertinencia que tienen las obras", comenta el coordinador. Los temas a tratar incluyeron obsesiones como "las violencias, desgraciadamente comunes en el universo latinoamericano" y algunos aspectos más innovadores, como la "escritura teatral", una "cosa muy específica de Argentina y Chile".

"Hay cosas que trajeron y que, si no eran inéditas, eran poco conocidas y pueden ayudar bastante a pensar de otra manera", añade.

En esa línea temática "coherente", que admite como "muy política", fue destacado el compromiso de México, Chile, Colombia o Perú, clave para sobrellevar los cinco meses de infarto en los que se organizó la programación, la parte más complicada del proceso.

El resultado son dos balances, uno "sumario e inmediato bastante positivo" y otro que podrá evaluarse solo dentro de meses o años y que dirá "qué es lo que quedó de esto, qué es lo que las personas interiorizaron, qué tipo de relaciones establecieron los artistas con los públicos portugueses".

Habrá que esperar, entre otras cosas, por lo complejo de leer las reacciones del público en Lisboa, que es "relativamente incomprensible" a la hora de interpretar sus gustos y puede no respaldar con su asistencia propuestas similares a las que una semana antes habían completado aforo.

El deseo de Pinto Ribeiro es que, una vez concluya la capitalidad cultural iberoamericana, algunas de las iniciativas "tengan continuidad", aunque eso ya dependerá de los propios involucrados y de los lazos que hayan cuajado a uno y otro lado del Atlántico.

Mientras, la capital portuguesa disfruta de su última semana de programación, que concluirá el sábado con un concierto para dar el testigo a La Paz, elegida Capital Cultural Iberoamericana 2018.

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