Man Ray, el americano que puso rostro al París de los años locos

Casa y estudio de fotografía en la rue Campagne-Première, junto al cementerio de Montparnasse.
Casa y estudio de fotografía en la rue Campagne-Première, junto al cementerio de Montparnasse. / EFE
Efe
26 de agosto 2020 - 12:25

Poeta, pintor, escultor y fotógrafo, el estadounidense Man Ray, de cuyo nacimiento se cumplen este jueves 130 años, fue sobre todo un hombre moderno. Con sus experimentos consiguió elevar la fotografía a la categoría de arte y puso rostro al París más célebre de los años veinte.

Artistas como Pablo Picasso, Salvador Dalí, Marcel Duchamp o Francis Picabia, pero también la farándula de aquellos años locos, la burguesía y la aristocracia parisina desfilaron por el estudio de Man Ray (Filadelfia 1890 - París 1976), que llegó a la ciudad de la luz en 1920 para dar a conocer su pintura.

Paradójicamente, su carrera en la pintura no fue como esperaba y si pudo llevar una vida de comodidades -con varios estudios, coches de última moda y casa de vacaciones- fue porque en su juventud, en Nueva York, había decidido aprender fotografía para documentar sus cuadros.

Espíritu de experimentación

Nacido en Filadelfia en 1890 de padres inmigrantes rusos, su nombre real era Emmanuel Radnitzky, pero la familia cambió de apellido para huir de la discriminación y Emmanuel, o "Manny", como lo llamaba su hermano, redujo su mote a "Man", con el que ha pasado a la posteridad.

Para ser pintor se trasladó en los años 10 a Nueva York, donde conoció a Duchamp, que había causado furor en 1913 en el Armory Show.

Fue él quien lo introdujo en el círculo de intelectuales franceses en Estados Unidos y quien motivó su mudanza a París, que si bien tampoco supo reconocer su pintura sí aplaudió sus primeros pasos en la fotografía.

"Man Ray mostró un espíritu de experimentación muy fuerte, una libertad inédita en el mundo de la fotografía, que en aquel entonces no tenía el lugar dentro del arte que tiene hoy", dice la comisaria de fotografía del Centro Pompidou, Julie Jones.

El Pompidou tiene uno de los principales archivos de Ray, con un fondo de más de 20.000 objetos formado por documentos, negativos y tiradas originales, entre ellas la famosa "El Violín de Ingres" (1924), en la que aparece la modelo y artista Kiki de Montparnasse con dos aberturas dibujadas en la espalda con tinta china.

"La mayoría de nuestro archivo se concentra en veinte años, antes de su regreso a Estados Unidos en 1940. Es muy importante porque muestra sus círculos en el dadaísmo y el surrealismo, pero también fotografías del mundo de la moda, cine, espectáculo...", enumera Jones.

Fotógrafo de moda

El dinero que obtuvo con la fotografía le permitió costear sus proyectos en el cine y mantener un estudio en el que se dedicaba solo a la pintura, pero sin duda la gran financiación vino de la moda.

Aunque la primera vez que trabajó como fotógrafo para un diseñador (Paul Poiret) el resultado fue tan poco profesional que este se negó a pagarle, Ray supo ver las posibilidades en un ámbito hasta entonces dominado por la ilustración.

"En los años veinte y treinta, las casas de costura llegan a Man Ray porque es un artista que presume de estar en contacto con las corrientes vanguardistas. Hay una visión artística en sus fotos, en las que emplea encuadres distintos, grandes planos, técnicas falsas, y fotomontajes que van a seducir a los diseñadores", explica Catherine Örmen, comisaria de la exposición "En attendant Man Ray".

Örmen, detrás de esta muestra que llega al Museo de Luxemburgo a finales de septiembre, defiende que si ha sido tan difícil reinvindicar su rol en la moda es porque el propio Ray trató de esconderlo.

"Es una fase de su carrera que dura apenas veinte años y que él utilizaba como recurso alimentario. La moda le permitió tener recursos, pero nunca presumió de ello. Él quería ser un artista y lo que le preocupaba era la pintura", dice.

Sin embargo, Ray fue capaz de dotar a la fotografía de moda de una dimensión artística, cautivó a diseñadores como Coco Chanel o Elsa Schiaparelli y trabajó para revistas como Vogue y Harper's Bazaar.

En 1939 decidió dejar esa faceta y volvió a Estados Unidos cerca de diez años, antes de instalarse definitivamente en París, la ciudad que lo vio crecer como artista y donde está enterrado en el cementerio de Montparnasse.

"Él presenció el momento en que los costureros se convirtieron en actores de la modernidad y su fotografía sirvió para transformar el objeto fotografiado en sueño", explica la comisaria.

Aunque en digital, las manipulaciones técnicas que Ray añadió a mano siguen utilizándose hoy y, sin duda, la moda como objeto de deseo es, quizás pese al propio artista, una aportación que sigue presente en nuestro día a día.

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