La cultural: historia de una familia de libreros

En los anaqueles de la librería cultural se puede encontrar todo tipo de libros viejos y nuevos.
En los anaqueles de la librería cultural se puede encontrar todo tipo de libros viejos y nuevos. / AAN

Desde niño Amador José Fraguela amaba los libros. Su infancia, que transcurrió en España durante los duros años de la II Guerra Mundial, no fue tan difícil gracias a los libros que caían en sus manos y que leía ávidamente a la luz de una vela durante los apagones nocturnos.

Ya de adulto se dedicó a la enseñanza de las letras y la filosofía. Este camino lo condujo a fundar un negocio familiar que se convirtió en un referente de la cultura y las letras en nuestro país: la Librería Cultural Panameña.

Ubicada en Vía España, frente a calle primera Perejil, entre mueblería, lavandería y farmacias. Los libros en la vitrina llaman la atención de los transeúntes y cuando atraviesas la puerta es como dice Fernando, hijo de Amador, “entrar en el túnel del tiempo”.

Anaqueles repletos de libros de todo tipo y de todas las épocas son testigos del paso del tiempo. Algunos tienen más de 50 años y fueron editados por casas editoriales que ya no existen, pero también están los bestsellers del momento y los clásicos de siempre.

Las paredes están repletas de fotos de escritores panameños y por todos los rincones hay detalles interesantes, adornos, recuerdos de viajes, hasta cajas con viejos discos de acetato. Es realmente un lugar para pasarse horas rebuscando entre los anaqueles de libros nuevos y viejos.

“La cultural”, como la conocemos los asiduos, tuvo su primera casa a un costado del Café Coca Cola, frente al Teatro Amador muy cerca de Parque de Santa Ana. Ahí se reunía la intelectualidad de la época en interminables tertulias sobre literatura y políticas.

Siguiendo la dinámica de la ciudad, se muda, en los años 70 a la Avenida Cuba, donde permanecen por seis años hasta llegar al local de ahora que ha sido su hogar durante los últimos 40 años.

Generación de libreros

“Esta no es una profesión para hacerse rico y menos en estos tiempos en los que tenemos mucho en contra”, aclara Fernando Fraguela, hijo de Amador, quien con su hermano Manuel continuaron el negocio familiar.

Para Fernando es importante lo que construyó su padre: el amor por los libros, por el conocimiento y sobre todo compartir con clientes y amigos las ideas.

“Yo recuerdo como se llenaba esta sala de escritores. Era frecuente ver entrar a Neco Endara, César Young Núñez, Guillermo Sánchez Borbón, María Esther Oses, Rogelio Sinán, Changmarín, entre otros.

Aquí se juntaba la derecha y la izquierda para hacer tertulia. Algunos hablaban de política, otros de la universidad y de la literatura. Y aunque existían rivalidades entre ellos, el intercambio de opiniones siempre fue de altura y muy respetuoso. Era muy divertido porque entre ellos se hacían bromas de mal gusto y entonces siempre salían riéndose por la puerta, era muy jovial la relación que había entre los escritores en ese tiempo”, recuerda con cierta nostalgia.

En la parte de atrás del local hay una salida donde se hacían las tertulias entre escritores en los tiempos de Amador Fraguela.
En la parte de atrás del local hay una salida donde se hacían las tertulias entre escritores en los tiempos de Amador Fraguela. / AAN

Nuevos tiempos

Amador Fraguela fue el primer director de la Cámara Panameña de Libro y lo fue de forma vitalicia. Por eso es considerado como el precursor y gurú del negocio de las librerías en Panamá.

Amador tenía pasión por los libros de lingüística y de filosofía y por eso la librería fue por mucho tiempo la mejor surtida de diccionarios y libros especializados en idiomas, porque no solo era el español su interés, también tenían secciones en inglés, francés y otras lenguas.

Sin embargo, ahora las cosas son diferentes.

Para una librería en la actualidad es importante el balance, señala Fernando. Se necesita conocer el mercado, tener experiencia y estar al tanto de la oferta literaria de actualidad. Los principales clientes de La Cultural son los estudiantes. Ellos buscan libros de textos clásicos tanto nacionales como internacionales.

“A mi me ha tocado una época muy difícil que no fue la época de oro que le tocó a mi papá. En ese entonces no existía la fotocopiadora ni el internet ni formas de reproducción. Seguimos el legado, pero hemos ampliado nuestro catálogo para complacer a los clientes, que son muy variados”.

También existe una gran demanda por bestseller, así como los llamados textos de autoayuda o superación personal al estilo de Paulo Coelho, autor que incluso está siendo solicitados por ciertas escuelas. Constantemente entra gente preguntando por algún libro. Da gusto ver a estudiantes con sus padres que aprovechan la búsqueda de algún texto escolar para dar una ojeada y comprar otro tipo de ejemplares.

“Traemos lo que nos piden, yo no lo critico nos importa promover la lectura y creo que todo tipo de libro tiene un valor y enseña. Lo que sí lamento es que cada vez menos se lee al autor nacional, sobre todo a los clásicos, obras como Los pueblos perdidos, Gamboa Road Gang, El ahogado, que forman parte de la cultura panameña ahora son casi desconocidas para nuestros jóvenes”.

En la librería Fernando se siente como pez en el agua, “es un negocio noble y a uno tiene que gustarle, pero además hay que tener experiencia para no dejarse embaucar”.

Entre sus anaqueles hay libros de más de 50 años de antigüedad, de los que le gustaban a su padre y que piensa que jamás se venderan, pero están ahí y de repente llega alguien y se lleva uno, para su sorpresa diciendo “usted no sabe lo que me ha costado conseguir este libro”.

En estas ocasiones, Fernando experimenta a plenitud el propósito de su vida.

“Lo que más disfruto es ver a los clientes como gozan estar aquí adentro. Aunque no compren, créeme veo el interés y atractivo que sienten por los libros. Me encanta cuando se sientan a leer un rato, cuando pasen por los anaqueles viendo qué se encuentran, esa es la parte que a mi me llena como librero”, termina diciendo con una sonrisa de oreja a oreja.

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